Los niños frente al Estado Islámico

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Desde la proclamación del Estado Islámico (EI), también conocido como DAESH, el 9 de abril de 2014 e incluso ya antes, se han violado y pisoteado todos los derechos humanos y, en especial, los de los niños. Las aldeas atacadas, destruidas y quemadas por el EI se han convertido en el terreno ideal para esos guerreros del Islam más radical. Las mujeres y niñas se convierten en esclavas y sirven de moneda de cambio entre los distintos bandos de combatientes extremistas.

Niños reclutados en las filas del Estado Islámico

La mayoría de los niños llegan a los campos con sus familias, procedentes de Europa y de los países vecinos. Pero otros muchos son raptados en aldeas arrasadas por la guerra. Según un informe de la ONU que data de febrero de 2014, esos niños tienen entre 8 y 15 años. El Estado Islámico los utiliza para construir su «ejército del futuro». Son vendidos o trasladados a campos de entrenamiento de Irak o Siria, donde se remodela su personalidad sin tener en cuenta su edad ni sus condiciones físicas y psicológicas.

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Tortura y puesta en peligro de los niños

En los campos del EI, los niños son tratados como esclavos, golpeados con barras de metal, obligados a trabajar en el abastecimiento de los campos o en las cocinas y a seguir unos inhumanos entrenamientos de guerra. Se les enseña a matar, a degollar, a fabricar bombas o incluso a violar en el caso de los mayores. Y suelen ponerlos en primera línea de frente cuando sus adversarios de la alianza internacional localizan alguna de sus guaridas.

Participación del niño y de su familia en el EI

El Estado Islámico envía a Europa y a otros lugares del mundo reclutadores que cantan las alabanzas del Estado Islámico. Son muchos los europeos convertidos al Islam radical que dan un paso al frente sin ser realmente conscientes de lo que están haciendo ni de las condiciones de un viaje al que arrastran también a sus hijos. No hace mucho se dio a conocer el caso del joven francés de 22 años Maxime Hauchard, enrolado en las filas del Estado Islámico. Los reclutadores los mandan a Turquía y, desde allí, otros se encargan de que crucen las líneas enemigas. Una vez que llegan a Siria o Irak, los niños aptos para participar en los entrenamientos son separados de sus madres y van a los campos con sus padres, mientras que los más pequeños se quedan con sus madres y el resto de mujeres.

La falta de información y las restricciones impuestas por la guerra impiden conocer con más detalle las condiciones en las que se encuentran esos niños obligados a participar en esa guerra en contra de su voluntad. Sin embargo, la violencia y la brutalidad de sus actos nos llevan a movilizarnos para luchar contra los riesgos que corren los niños que se encuentran en esa situación.

Escrito por: Osama Rihan
Traducido por: Eva Milla
Revisado por : Brenda Galvan