Niños detenidos

Niños privados de libertad

En todo el mundo se envían niños a prisión constantemente. Más de un millón son privados de su libertad de esta forma y, aunque la edad y las condiciones de detención varían según el país, la prisión tiene inevitablemente serias consecuencias y efectos perjudiciales para el desarrollo de los niños y su futuro.

¿Cómo se priva a alguien de su libertad?

Por privación de libertad se entiende cualquier forma de detención o encarcelamiento, así como el internamiento en un establecimiento público o privado (por medio de una orden judicial, administrativa o de otro tipo) del que no se le permita al menor salir libremente.

Los niños, según el país, pueden ser privados de su libertad por muchas razones:

  • Delincuencia: robo, mendicidad, vagabundeo, etc.
  • Riesgo de delincuencia
  • Delitos: agresión, homicidio, etc.
  • Búsqueda de asilo
  • Discriminación
  • Discapacidades físicas o mentales
  • Al acompañar a sus padres detenidos
  • Protección social
  • Por muchas otras razones

La mayor parte de los niños privados de su libertad se encuentran en prisión preventiva y tienen entre 14 y 18 años. Aunque sea imposible determinar la cantidad exacta de niños privados de su libertad por la falta de estudios, UNICEF estima que hay más de un millón de niños afectados. El porcentaje de niños, entre todos los detenidos, va desde el 0,5 al 30% según el país.

La Convención sobre los Derechos del Niño prohíbe la prisión perpetua para menores. Sin embargo, en Estados Unidos más de 2.500 prisioneros condenados a cadena perpetua sin posibilidad de libertad bajo palabra eran menores en el momento de cometer el delito. Algunos tenían apenas 13 años.

Diferentes lugares de detención

Las que siguen son algunas de las instituciones donde los niños pueden resultar privados de su libertad:

  • Comisarías
  • Centros de custodia policial
  • Prisones (incluso prisiones de adultos)
  • Campos de detención temporal de carácter cerrado
  • Campos de trabajo
  • Colonias penales
  • Escuelas especiales de carácter cerrado
  • Reformatorios
  • Establecimientos de educación o capacitación profesional
  • Establecimientos o prisiones militares
  • Centros de internamiento de extranjeros
  • Albergues de carácter cerrado para jóvenes

Las condiciones de detención

Las reglas…

El encarcelamiento o la detención en albergues para jóvenes, ya sea temporal (antes del juicio) o permanente (después de la condena), deberá ser lo más breve posible y tan solo empleada como medida de último recurso cuando no se dispone de otro tipo de solución. Una autoridad competente deberá regular y registrar esta actividad, de manera que se tengan en cuenta los derechos del niño y las necesidades específicas que exijan su edad, sexo y salud física y mental.

Es esencial que se separe a los niños de los adultos, para así garantizar su protección contra influencias nocivas (“contaminación criminal”) y situaciones de riesgo. Según los estudios, los niños encarcelados junto con adultos tienen una probabilidad cinco veces mayor de sufrir acoso sexual y el doble de sufrir abuso físico.

Los niños también tienen derecho a atención médica, educación, y a todo tipo de asistencia que necesiten, ya sea psicológica, física o jurídica. Deberán poder realizar actividades recreativas y, de ser posible, tener la libertad de profesar la propia religión.

Solo podrá hacerse uso de instrumentos de coerción en los casos más excepcionales y la tortura está terminantemente prohibida. Una autoridad competente e independiente deberá estar facultada para efectuar visitas periódicas a los establecimientos de detención con el propósito de verificar que las condiciones de vida de los niños sean adecuadas.

Es importante que los menores tengan una comunicación adecuada con el mundo exterior, sobre todo que reciban visitas de sus familiares y amigos. Ello constituye un tratamiento justo, indispensable para preparar su reinserción en la sociedad cuando sean puestos en libertad.

…no siempre son respetadas

Desafortunadamente, gran parte de estas reglas no siempre se cumplen. Es usual que los menores sean confinados en prisiones que no están a la altura de los estándares internacionales. A veces, se los encarcela junto con adultos; otras, por haber cometido infracciones menores y aún sin haber cometido ninguna. Es usual que las condiciones de higiene dejen mucho que desear y, con frecuencia, el acceso a la asistencia médica y a la educación es inexistente.

Algunas medidas disciplinarias constituyen una violación de Derechos Humanos fundamentales y, a veces, los funcionarios de los centros de detención someten a los menores a tortura. Aunque no es lo más habitual en el caso de los niños, otros reclusos pueden representar una fuente de violencia si la vigilancia es escasa o si las condiciones de vida no son las adecuadas. La violencia puede ser física (agresión, violación, homicidio) o psicológica (extorsión, manipulación, amenazas).

“Te obligan a trabajar todas las mañanas. Si no lo haces, te golpean, te sumergen en agua y te encierran en una celda solo. Si tus familiares o amigos se molestan en venir a visitarte, quizá tengas qué comer. Si no, no.”– Joven de 16 años del Congo que estuvo detenido cuando era niño.

La prisión como sistema de protección social

En algunos países se confina a los menores si no tienen a nadie que cuide de ellos o si necesitan protección. También es posible que la policía arreste y detenga a niños de la calle para que dejen de vagabundear por un tiempo.

El problema reside en que, en muchos países, el sistema de justicia de menores y el sistema de protección de la infancia con servicios sociales únicamente se encuentran a nivel del “establecimiento de detención”. De hecho, un establecimiento penitenciario puede albergar a niños que fueron puestos allí sólo a efectos de su protección.

Menores confinados junto con sus padres

En todo el mundo, cuando hay padres que van a prisión, los niños sufren las consecuencias. La mayor parte continúa viviendo en el mundo exterior, pero algunos nacen en la prisión o son traídos junto con su madre. En ciertos casos extraordinarios, los niños van a la cárcel con su padre.

La duración y las condiciones de vida durante el confinamiento difieren según el país. Por ejemplo, en Alemania los menores pueden quedarse con sus madres hasta los seis años de edad, pero en el Reino Unido solo hasta los 18 meses y en algunos lugares está totalmente prohibido. No es fácil evaluar cuál de las situaciones es la mejor.

En algunos países, como en Kirguistán, se puede reducir la condena de la madre si tiene niños muy pequeños. En otros, los padres pierden sus derechos de patria potestad cuando se los condena.

La vida de los menores en prisión es problemática. Muchas veces no reciben los cuidados adecuados y sus necesidades e intereses no son tenidos en cuenta. En todo caso, aquellos menores que no han cometido ningún delito no deberían ser sometidos a las mismas limitaciones que los detenidos.

Es importante que estos menores tengan acceso a una alimentación adecuada, así como también a actividades recreativas y a educación. Deberán poder recibir visitas y salir de la prisión periódicamente para que luego puedan adaptarse a la sociedad, con la cual algunos no han tenido ningún tipo de contacto. Además, una vez que la madre es puesta en libertad, ella y su hijo deberán recibir apoyo para prevenir cualquier tipo de recaída en la delincuencia.

Consecuencias de la privación de libertad

En general, el privar a menores de su libertad impacta negativamente en sus vidas, sobretodo cuando las condiciones en el establecimiento de detención no son las adecuadas.

La detención tiene efectos perjudiciales en el desarrollo físico, mental y emocional de los menores, por el hecho de que están confinados y aislados de la sociedad. Allí, no cuentan con las herramientas necesarias para desarrollar su personalidad y se encuentran desprovistos de asistencia médica adecuada y de educación. La prisión puede ser la causa de tratos negligentes o de violencia física y psicológica, ya sea a manos de los mismos guardias o tolerada por ellos.

Muchos niños sufren de ansiedad, tienen miedo, pensamientos suicidas o se comportan de manera destructiva. Otros enferman por las deficiencias en las condiciones de higiene, alimentación y de vida en general, y otros recurren a las drogas. Es frecuente que no se cuente con asistencia médica y psicológica, o que la asistencia que existe no sea la adecuada.

Los menores detenidos también son víctimas de discrimination social y, a menudo, pierden sus derechos cívicos, políticos, económicos, sociales o culturales. Se encuentran aislados de la sociedad.

Una vez que se los libera, muchos tienen dificultades a la hora de encontrar un lugar en la comunidad y de relacionarse con figuras de autoridad, sobre todo si han estado detenidos por mucho tiempo. En lo educativo y profesional se encuentran, por lo demás, atrasados. Les cuesta retomar sus relaciones con sus parientes y amigos porque el tiempo pasado en prisión es una fuente de vergüenza, tanto para ellos mismos como para sus familias. Como no encuentran su lugar en la sociedad, les es más fácil entrar, una vez más, en la delincuencia.

Según Kabeya, de la Oficina Internacional Católica de la Infancia (OICI), algunos menores pasan demasiado tiempo en prisión como para reintegrarse exitosamente al mundo exterior. “Son como pájaros enjaulados que no han aprendido a volar.”

Traducido por: Ana Zanettin
Corregido por: María Paba

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