Niños de Uganda

Descubriendo los Derechos del Niño en Uganda

Uganda (también llamado República de Uganda) es un país ubicado en África Oriental que cuenta con 21 millones de niños (46 % de la población total). En lo que respecta a la hambruna, los conflictos constantes, el SIDA y la pobreza, Uganda se ha enfrentado a diversos desafíos que influyen de manera considerable en la vida de los niños. Por todo lo anteriormente mencionado, que se suma a la falta de recursos, de educación y de asistencia médica en algunas regiones, los derechos de los niños continúan siendo objeto de una agresión implacable. Las condiciones de su existencia y supervivencia son, en el mejor de los casos, precarias.

Índice de los Derechos del Niño: 6,06 / 10
Nivel rojo: Situación difícil

Población : 45,74 millones
Pob. de 0 à 14 años : 45,9 %

Esperanza de vida: 63,4 años
Mortalidad en menores de 5 años: 41

Uganda a simple vista

Uganda, también conocida como República de Uganda, es un país sin litoral ubicado en África Oriental y que limita con la República Democrática del Congo, Kenia y Sudán del Sur. Se sitúa en la región de los Grandes Lagos de África, comparte el lago Victoria con Kenia y Tanzania y también se encuentra dentro de la cuenca del Nilo.

Su población es de aproximadamente 45,74 millones de habitantes (Banco Mundial, 2020). Los 8,5 millones de habitantes de esta población residen en Kampala, la capital y ciudad más grande de Uganda. Debido al incremento de población de los últimos años, se espera que Uganda duplique la población de 2020 al 2060, superando así a la población actual de la India. La población joven de 0 a 14 años representa a día de hoy hoy 21 millones de habitantes.

Los idiomas oficiales de Uganda son el suajili y el inglés. Sin embargo, los idiomas locales también se hablan por una amplia parte de la población. Por ejemplo, el luganda, el acholí, el runyoro, el luo y el lusoga también son conocidos. En cuanto a los grupos étnicos, Uganda alberga principalmente cuatro grupos: los bantúes, los nilóticos, los nilo-hamitas y los hamitas (Kurian, 1992).

El territorio ugandés fue gobernado por Reino Unido desde 1894 hasta 1962; año en el que logró independizarse. Desde entonces, el país se ha enfrentado a numerosos conflictos violentos y a una dictadura militar que duró mucho tiempo (Kyeyune, 2021). Esto ha provocado un estado fluctuante que, a su vez, causó muchos problemas, en especial a las personas que viven en la pobreza.

Además, la economía de Uganda depende en su mayoría de la agricultura. Sin embargo, esto mismo provoca que el país sea propenso a las sequías, por lo que las personas se mantienen vulnerables a la conmoción, como se evidenció con el aumento de la pobreza tras la sequía del 2016 al 2017 (Banco Mundial, 2021).

Estas circunstancias sumadas a una tasa elevada de matrimonios infantiles, una tasa baja de educación y malas condiciones laborales y de asistencia médica causan fuertes tensiones en el país y en sus habitantes. Estos factores han afectado a los niños de Uganda. Como consecuencia, algunos niños del país entero no pueden disfrutar de todos los derechos declarados en la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño.

Estatus de los derechos de los niños [1]

Casi la mitad de la población ugandesa está conformada por niños de 0 a 14 años en un 46 % de la población total, lo cual representa una de las poblaciones más jóvenes de todo el mundo (Banco Mundial, 2021). A pesar de que ha habido una notable reducción de la indigencia durante las últimas tres décadas, ya que disminuyó del 56,0 % en 1993 al 21,4 % en 2016, Uganda continúa siendo un país que lucha contra la pobreza.

Con una gran parte de habitantes que viven en situación de pobreza, los niños corren riesgo y tienen pocas oportunidades para salir de este estado de carencia (Owori, 2020). Debido a que casi el 80 % de la población vive en zonas rurales, la pobreza descontrolada y la falta de acceso a los recursos tienen consecuencias graves que fuerzan a que muchos padres les prohíban a sus hijos asistir a la escuela para que trabajen a tiempo completo y contribuyan con la economía del hogar, trabajen en zonas de conflicto o se casen a una edad temprana, siendo todas éstas, actividades muy peligrosas para un niño.

Uganda ratificó la CDN en 1990 con los dos Protocolos Facultativos complementarios, sin embargo, desde entonces no se ha comprometido del todo con estas directrices y protocolos. A pesar de los intentos para aliviar y mejorar la vida de los niños, tales como programas y legislaciones para incrementar la inscripción de los niños en las escuelas, disminuir la mortalidad maternal y adoptar la Ley de la Infancia (Modificación), son muchos los niños que todavía no pueden beneficiarse por completo de todo esto: muchos no tienen acceso a la  asistencia médica, educación ni reciben ayudas sociales apropiadas y están ligados a numerosos actos de violencia que van en aumento y a prácticas tradicionales dañinas (UNICEF, 2017).

Además, hay brechas e insuficiencias en los marcos normativos, en la implementación de programas y en las formas de pensar que se deben mejorar para abordar correctamente las necesidades de los niños de Uganda y ofrecerles una oportunidad para que saquen provecho de todos sus derechos.

Protección social adaptada a los niños

La protección social es imprescindible para prevenir y reducir la pobreza de los menores y las familias, abordar inequidades y comprender los derechos de los niños. Además, es fundamental que los programas de protección social respondan a las vulnerabilidades de los niños, mejorando los efectos positivos sobre ellos y minimizando los posibles efectos negativos. Dada la contribución positiva para reducir la pobreza, la vulnerabilidad y el riesgo, en los últimos años ha crecido el interés por la protección social.

Sobre todo, si la protección social adaptada a los niños se lleva a cabo apropiadamente, existirá la oportunidad de abordar los casos de pobreza crónica, exclusión social y choques externos que pueden afectar al niño de manera irrevocable. En Uganda, se implementan programas de protección social, pero son escasos los que se enfocan en los derechos de los niños y en el gran número de vulnerabilidades a las que se enfrentan.

Los niños ugandeses son especialmente vulnerables, ya que tienen un gran riesgo de sufrir violencia, abuso, falta de educación y dificultades a medida que se reintegran a la sociedad tras un conflicto. Para afrontar estas necesidades y proteger a los niños vulnerables, se deben implementar programas y un sistema nacional de protección infantil.

En la última década, se ha adaptado para los niños un subsidio para las pruebas de VIH. Para que los niños tengan un mejor acceso a los servicios médicos de los que suelen ser excluidos por su edad, el gobierno de Uganda puso a disposición las pruebas de VIH para niños mayores de 12 años. Esta decisión ayuda, en particular, a los menores adultos de alto riesgo, tales como niños que están casados o que tienen hijos solos, menores que ejercen el trabajo sexual, etc., a que se sometan a pruebas de VIH con facilidad y a que se difunda el conocimiento sobre este asunto (Sloth-Nielsen, J. et al., 2009).

Otro programa de protección social que se ha extendido a los niños con discapacidades fue la Subvención de Asistencia Social para el Empoderamiento (Social Assistance Grant for Empowerment, SAGE), que posee aproximadamente 10 000 beneficiarios. Este programa consiste en un régimen de transferencia de dinero que se designa para ayudar a los grupos familiares con miembros discapacitados. En concreto, para que las familias con niños discapacitados puedan subsistir económicamente y para aliviar el estrés de los gastos (Merttens, 2015).

Como se mencionó, a pesar de que algunas modalidades y políticas de protección social de Uganda se adaptan parcialmente a los niños, continúan siendo inadecuadas para sus necesidades. Es indudable que los niños se benefician de manera considerable cuando estos tipos de programas se llevan a cabo. Por lo tanto, es importante que las políticas, la legislación y las normativas realmente tengan en cuenta la perspectiva de los niños y de sus cuidadores para que sus derechos se cumplan como corresponde.

Abordaje de las necesidades de los niños

Derecho a la salud

En Uganda, la tasa de mortalidad infantil en menores de cinco años es profundamente alta (41 por cada 1000 nacimientos) (Banco Mundial, 2019) y la esperanza de vida al nacer es particularmente baja en 63,4 años (Banco Mundial, 2019). Aunque con el correr de los años las tasas de mortalidad en menores de cinco años ha descendido paulatinamente, no dejan de ser notablemente elevadas. La desnutrición crónica, la neumonía, la malaria, la diarrea y el VIH son enormes causantes de estas tasas y, si no se solucionan, seguirán afectando a los niños que ya son vulnerables.

La mortalidad infantil no se distribuye de manera uniforme: mientras que las zonas rurales como Karamoja, Nilo Occidental y el suroeste poseen tasas de mortalidad considerablemente altas, las zonas urbanas poseen tasas más bajas, aunque siguen siendo elevadas en comparación (UNICEF, 2019).

La pobreza, la falta de infraestructura y el personal inadecuado son obstáculos para la salud de los niños. Las enfermedades virales son muy virulentas y se transmiten por la falta de higiene y por las condiciones de vida insalubres. El cólera, por ejemplo, es una de las problemáticas que afectan seriamente la salud de los jóvenes ugandeses. El consumo de agua residual en muchos hogares provoca que muchos niños se infecten con esta enfermedad particular que puede llegar a ser fatal.

El SIDA tiene la misma prevalencia en todo el país: 98 000 niños de 0 a 14 años viven con VIH (Banco Mundial, 2020). Hay grandes disparidades entre las regiones en cuanto a las tasas de VIH, así como tasas desmesuradamente elevadas con respecto al género femenino (UNICEF, s.f.). En los últimos años, se ha hecho un gran progreso con respecto a la prevención del SIDA. Pese a ello, la virulencia de este virus continúa siendo desconcertante. No solo se ven afectados los niños con VIH, sino también los niños cuyos padres fallecieron por padecer la misma enfermedad. Demasiados niños quedan huérfanos como consecuencia del SIDA y su futuro continúa siendo sombrío.

Derecho a la alimentación

Muchos niños ugandeses padecen desnutrición. La región noreste del país es la más afectada. Allí, las tierras son demasiado áridas para producir la cantidad adecuada de cultivos; por lo tanto, la escasez de alimentos es un problema habitual. En una Encuesta de Demografía y Salud llevada a cabo en 2016, se descubrió que el 53 % de niños menores de 5 años padecían de anemia, el 29 % de retraso del crecimiento y el 11 % de peso insuficiente, los cuales son valores muy altos.

A pesar de que el gobierno ha implementado políticas y programas que incluyen la mejora genética de cultivos con valores nutricionales específicos, la provisión de suplementos y los programas de alimentación especiales para los niños, al observar el panorama general, no se ha demostrado que estos programas beneficien por completo a los niños de manera notable (CDC, 2020).

La desnutrición, particularmente entre los niños, tiene un impacto grave en la salud de las personas. Algunos mueren a causa de esta condición, mientras que otros manifiestan deficiencias que pueden causar numerosas enfermedades. La falta de alimentación puede provocar consecuencias nocivas durante toda una vida. Por lo tanto, es fundamental mejorar la nutrición para minimizar la vulnerabilidad de los niños.

Derecho a la educación

Uganda ha estado luchando contra el crecimiento descontrolado de la población por mucho tiempo y esto presiona de manera extrema al sistema educativo del país, lo cual dificulta mejorar la calidad de la enseñanza y disminuye el acceso a la educación. Además, las instituciones educativas se encuentran en condiciones deplorables por la falta de baños y recursos así como por la infraestructura defectuosa y peligrosa.

Aunque la tasa de alfabetización en 2018 fue un 6,33 % más alta que en 2012 en 76,53 %, no alcanza el porcentaje que debería tener (Macrotrends, 2020). Aproximadamente uno de cada cinco niños ugandeses no está educado. La cuestión es grave particularmente entre las niñas jóvenes que viven en zonas rurales debido a las responsabilidades familiares y el estigma (Hassan, 2020).

Si bien es obligatorio que todos los niños de Uganda cumplan con 7 años de educación, muchos niños que asisten a las escuelas no pueden finalizar sus estudios porque tienen que ayudar a pagar los gastos familiares o son reclutados para la guerra. Mientras que los costos escolares complementarios desalientan a muchos padres de enviar a sus niños a las escuelas, la cantidad total de niños que reciben educación continúa siendo poca.

Derecho a la identidad

La situación de Uganda fue muy alarmante en 2011 cuando el registro de nacimientos alcanzó solo el 30 %, pero la implementación de un nuevo sistema de registro automatizado presentado junto con UNICEF ha ayudado a que el porcentaje aumentara a un 69 %. Sin embargo, continúa habiendo un gran cantidad de nacimientos no registrados. Esta es la principal consecuencia de la inaccesibilidad a los servicios de registro. Los costos también son un factor, ya que las tarifas solicitadas para realizar tal trámite en la práctica continúan siendo bastante elevadas, a pesar de los intentos del gobierno de Uganda para mejorar la situación (UNICEF, s.f.).

De hecho, los niños que no tienen los documentos oficiales correspondientes no son reconocidos como miembros de la sociedad y no pueden ejercer sus derechos. Como consecuencia, no existen ante la sociedad. Además, es muy probable que los niños no registrados estén menos protegidos contra el abuso, ya sea trabajo forzado, tráfico de drogas, matrimonio infantil, prostitución u otras formas de explotación sexual comercial.

Esto, a su vez, acarrea mayores dificultades para el individuo en cuestión: debido a que técnicamente no existen desde el punto de vista legal, no podrán ejercer sus derechos. Por ello, es indispensable que el gobierno de Uganda y los programas que trabajan en este asunto continúen trabajando de manera activa para facilitar la financiación de campañas que tengan como objetivo crear conciencia sobre esta cuestión.

Derecho a la libertad

En Uganda, los discursos pueden resultar costosos. Las opiniones diferentes no siempre son bienvenidas y expresarlas abiertamente puede ser muy arriesgado. En estos casos, es común que se emplee la fuerza. Por lo general, las manifestaciones son reprimidas con violencia. Como consecuencia, la seguridad personal de los individuos se limita considerablemente. Por ejemplo, una determinada cantidad de niños sufren con regularidad heridas o incluso mueren durante estas manifestaciones (Burke, Okiror, 2021).

La situación de los homosexuales, bisexuales y transexuales es igual de deplorable, ya que son perseguidos con violencia y su libertad de expresión es totalmente violada de acuerdo con la «Ley contra la Homosexualidad», que exige sentencias rigurosas. La homosexualidad se considera un delito y se puede condenar con sentencias a la cárcel extremadamente severas. Los derechos de los niños adolescentes son totalmente obsoletos y no cuentan con medios para hacerse escuchar y respetar (Fitzsimons, 2019). Esto es una gran amenaza, ya que puede afectar de manera considerable su salud mental así como su bienestar físico.

Factores de riesgo → los desafíos específicos del país

Trabajo infantil

En Uganda, el trabajo es una realidad diaria para muchos niños: son obligados a encontrar una actividad que mejore los recursos económicos de sus familias o, en el caso de los huérfanos, que les permita sobrevivir. Algunos niños abandonan sus tierras nativas y se convierten en sirvientes o trabajan en los sectores agrícolas de los países limítrofes. La trata de menores tiene la misma prevalencia en todo el territorio.

Los niños son explotados de diversas maneras; algunos se convierten en peones de los comerciantes sexuales, mientras que otros terminan metidos en el comercio de las drogas. Desafortunadamente, Uganda es uno de los principales orígenes y destinos del tráfico de menores y los niños experimentan las peores formas de trabajo infantil en la explotación sexual comercial. Los niños también son obligados a trabajar en la minería de oro bajo condiciones peligrosas.

En 2020, para mejorar estas condiciones, el gobierno de Uganda lanzó nuevas políticas, tales como un plan de acción para combatir la trata de personas y una política de protección infantil cuyo objetivo era la erradicación del trabajo en los niños. Además, se implementó el programa de Acción Aceleradora para Eliminar el Trabajo Infantil en las Cadenas de Distribución de África, que está dirigido a los niños que trabajan en el sector agrícola, especialmente en la producción de café y té.

Si bien estas iniciativas fueron un gran avance, han tenido un efecto mínimo en la cuestión, principalmente debido a las brechas en las políticas sobre el trabajo, el procesamiento de autoridades públicas que favorecen el trabajo infantil, la falta de recursos y de una autoridad supervisora centralizada y el incumplimiento para llevar a cabo las investigaciones pertinentes (Departamento del Trabajo de EE. UU., 2020).

Abuso infantil

En Uganda, la violencia que se perpetra contra las mujeres y los niños es muy prevalente. Ocurre con frecuencia dentro del núcleo familiar, pero se extiende a las escuelas, vecindarios, amistades y lugares de trabajo. Sin embargo, aquellos que perpetran tal violencia muy pocas veces son llevados ante la justicia. Se han propuesto numerosas leyes para erradicar el abuso infantil, pero la situación continúa estando lejos de ser satisfactoria.

En una encuesta llevada a cabo en 2018 con ugandeses de 18 a 24 años, se descubrió que el 35 % de las niñas y el 17 % de los varones declararon haber experimentado abuso sexual durante la infancia, los cuales son valores muy preocupantes. Si se tiene en cuenta que estos porcentajes son solo los valores registrados, hay una gran probabilidad de que las tasas reales sean mayores. La violencia sexual genera angustia mental, embarazos no deseados, ITS y más consecuencias en los niños que están expuestos a ella, lo cual puede causar daños graves a largo plazo.

Además, de las personas encuestadas, el 59 % de las mujeres y el 68 % de los hombres han declarado haber experimentado violencia física durante la infancia. Mientras que los perpetradores más frecuentes son los padres y familiares adultos, también fueron acusados los docentes masculinos por casos graves de violencia física. Esto representa un gran papel en la asistencia escolar y en la educación (Ministerio de Género, Trabajo y Desarrollo Social, 2018).

La protección de los niños se debe reforzar sin lugar a dudas. Las consecuencias tanto físicas como psicológicas de cualquier tipo de abuso infantil son graves y duraderas. Por lo tanto, es indispensable responsabilizar a aquellos que perpetran tales actos y encontrar más métodos eficaces para luchar contra esta situación. También es importante eliminar el estigma en torno al abuso y la denuncia de los casos.

Niños soldado

Los niños han desempeñado un enorme papel en los conflictos que surgen en Uganda con regularidad. De hecho, fueron reclutados por grupos armados que los secuestraron a una edad temprana de formas violentas y vivieron bajo las condiciones más atroces. El sometimiento a tal violencia a una edad temprana causa que estos niños manifiesten problemas físicos, psicológicos y sociales.

Las niñas jóvenes fueron violadas y luego secuestradas en sus hogares. Al haber caído en manos de estos bandos armados, fueron obligadas a prostituirse y fueron constantemente maltratadas por sus captores. Esto también se sumó al problema de la explotación sexual en Uganda y provocó mayor angustia para las niñas (Faulkner, 2016).

Numerosos niños jóvenes se convirtieron en miembros activos de los grupos armados. Por seguir órdenes de sus comandantes, asesinaron y masacraron a familias enteras. Los actos de violencia que han presenciado, perpetrado y a los que han sido sometidos durante la infancia tendrán un efecto a largo plazo tanto en su salud física como mental. La imagen de aquellos hechos vivirán con ellos por el resto de sus vidas y sus personalidades cambiarán para siempre.

La reinserción de estos niños en la sociedad civil es complicada. Han sido expuestos solo a la violencia y a la crueldad por muchos años y les resulta difícil retomar una vida normal. Se han establecido algunos centros para ayudarlos, pero aun así es difícil lograr que vuelvan al redil.

Si bien en 2018 se descubrió que estos grupos redujeron notablemente sus actividades y que Uganda estaba pasando a ser un estado más pacífico, aun así es importante reconocer a los niños que han atravesado por esta situación y ofrecerles la asistencia adecuada. También es importante implementar protocolos y controles para asegurar que tales hechos no emerjan (Preston, 2018).

Niños en situación de calle

Muchos jóvenes ugandeses se ven obligados a vivir en las calles. Se ven obligados a migrar y vivir en las calles debido a la pobreza, la violencia doméstica, los conflictos en sus zonas o porque sus padres fallecieron por tener VIH/SIDA (CROSO, s.f.). Aunque se desconocen los números exactos, hay una cantidad considerable de niños que viven en las calles de toda Uganda; solo en la capital de Kampala hay al menos 15 000 niños (BBC, 2019). Las condiciones a las que se enfrentan son muy sombrías y deben pelear constantemente para sobrevivir.

Sobrevivir es muy difícil. Con frecuencia, mendigar es su única opción, incluso si esta práctica es muy peligrosa y los lleva a ser golpeados con violencia al pedirles dinero a los transeúntes. Además, en 2019 se aprobaron nuevas leyes que prohíben que las personas les den dinero a los mendigos en las calles de Kampala, lo cual dificulta más la supervivencia (BBC, 2019).

Los niños que viven en las calles están de igual manera a merced de los traficantes de esclavos quienes, pese a prometerles una vida mejor, se aprovechan de ellos con rapidez y los explotan. Esos niños pasan a ser rápidamente víctimas de muchas prácticas infames y de actos despreciables.

Mutilación genital femenina

A pesar de que el gobierno de Uganda legalizó la penalización de la MGF en 2010 con la «Ley de Prohibición de la Mutilación Genital Femenina de 2010», todavía hay regiones donde esta práctica prevalece. Cuando observamos a Uganda en su totalidad, la prevalencia de la MGF es relativamente baja en un 0,3 %. Sin embargo, según la región, este porcentaje puede aumentar hasta un 95 %, en especial en Pokot y Sabiny (Bhalla, 2019).

En las zonas rurales y remotas no se realiza un buen control de esta práctica y la suma de las creencias culturales arraigadas y peligrosas más la poca concientización pública empeora esta cuestión. La implementación y aplicación de la «Ley de Prohibición de la Mutilación Genital Femenina de 2010» continúa siendo una lucha.

La precariedad y falta de higiene con las que se practican estas escisiones suelen acarrear consecuencias severas para la salud de las niñas jóvenes. Las infecciones, hemorragias y otras complicaciones suelen ser consecuencias directas de esta operación peculiar. En los casos en los que las mujeres no se someten a la MGF, también es habitual que sean excluidas de sus entornos, lo cuál solo refuerza el tabú y el estigma (28TooMany, 2018).

Escrito por Yagmur Ozturk

Traducido por Marianella Bergami Mansilla

Revisado por Laura España 

Última actualización el 17 de noviembre de 2021

Referencias:

28TooMany. (2018, May). UGANDA: THE LAW AND FGM. Thomson Reuters Foundation. Retrieved from https://28toomany.org, accessed on 15 November 2021.

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[1] Este artículo de ninguna manera pretende brindar un informe completo o representativo de los derechos de los niños de Uganda. En efecto, uno de los tantos retos es la escasa información actualizada sobre los niños ugandeses, mucha de la cual es poco fiable, no representativa, obsoleta o simplemente inexistente.