La infancia afgana en el exilio

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Con 15 años, soñamos con un futuro pintado del color de nuestras pasiones y vivimos la afirmación de nuestros deseos en medio de nuestras primeras verdaderas salidas, de nuestros dilemas escolares, de nuestras primeras emociones y de las amistades para toda la vida. Sin embargo, para miles de adolescentes de Kabul, Herat o incluso de Kandahar el presente ha bombardeado el patio del recreo y el futuro se proyecta en otros lugares. Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), Afganistán es el segundo país del que más exiliados procede con más de 2,6 millones de refugiados distribuidos por más de 70 países (Informe de Amnistía 2017/2018). Entre los refugiados se encuentran numerosos jóvenes que hacen frente a todos los peligros para poder tener una oportunidad de comenzar de nuevo en otro lugar y así ayudar a sus familias cuando hayan conseguido llegar a un lugar seguro. Recorremos el difícil itinerario de estos adolescentes que atraviesan fronteras con la esperanza adherida al cuerpo.

 

¿De qué huyen?

Afganistán vive un conflicto interminable desde la década de 1980. Campo de batalla preferido de los actores de la Guerra Fría, el país se encontraba bajo el yugo soviético en 1978. La ocupación que durará 14 años, durante los cuales se sucedieron numerosos combates contra los grupos de la oposición llevados a cabo por Estados Unidos. En 1992, tras la retirada de las tropas rusas, el país se adentró en una guerra civil, a la cual siguieron periodos de inestabilidad política y de intervenciones militares internacionales. Según un estudio de la BBC, actualmente Afganistán se encontraría bajo el control de los talibanes, quienes ocupan en torno a un 70 % del territorio afgano (Cnews, enero de 2018). El ritmo del día a día lo marcan los atentados perpetrados por talibanes, quienes intentan tomar más territorios, o por el Estado Islámico que se implanta y genera tensiones sectarias que conllevan una inseguridad creciente para la población chiíta, a menudo blanco de sus ataques (Libération, febrero de 2018). Por su parte, también se cuestiona al gobierno, ya que las armas gubernamentales, así como las fuerzas internacionales, son responsables del 23 % de las 8397 muertes de civiles acaecidas durante 2016 (Informe de Amnistía 2016/2017). A pesar de los esfuerzos del gobierno por reducir el número de fallecidos civiles durante las operaciones en tierra, en 2017, el número de civiles asesinados o heridos –dos tercios de los cuales fueron mujeres y niños– durante los ataques aéreos aumentó en torno a un 50 % con respecto al año anterior (Informe de Amnistía 2017/2018). La población se encuentra atrapada entre los ataques llevados a cabo por grupos de insurgentes armados, las represiones del gobierno que asesina, hiere y recluta a niños soldado y la intervención de grupos militares internacionales. La inseguridad constante aumenta en beneficio de la salud y de la educación. Las mujeres y las jóvenes son víctimas de castigos en público por parte de grupos armados; todo el mundo vive bajo la amenaza de las torturas infligidas por grupos rebeldes. La Misión de Asistencia de las Naciones Unidas en Afganistán (UNAMA, por sus siglas en inglés) registró 26 casos de ejecuciones sumarias, de flagelaciones y palizas entre el 1 de enero y el 30 de junio de 2016.(Informe de Amnistía 2016/2017). Estos castigos se imponen con motivo de supuestas violaciones de la ley islámica, así como por espionaje o vínculos con las fuerzas de seguridad. En este contexto, muchos millones de afganos huyen del país y algunas familias confían sus hijos a contrabandistas con la esperanza incierta, pero avezada, de que consigan llegar a Europa.  

 

Una odisea en las fronteras con la muerte

 

«De Irán a Grecia: 2500 euros; de Grecia a Alemania: 4000 euros; de Grecia a Reino Unido: 6000 euros; de Grecia a Suecia: 4000 euros; de Grecia a otros países europeos: 3500 euros. Si se trata de un viaje en avión, serían en torno a los 12 000 euros». Como en cualquier agencia de viajes, los contrabandistas proclaman sus tarifas, con la diferencia que estos dependen de la intensidad de los conflictos para hacer caja. Su papel es el de organizar el paso «clandestino» de refugiados negociando cada tramo del viaje y cada cruce de fronteras. Por lo general, entran en contacto con las familias que desean que uno de sus hijos parta para poder mantener a los suyos una vez se encuentre en Europa. Los padres, aun siendo conscientes de los peligros de este periplo, los prefieren a los peligros de un país en guerra y al riesgo de que el ejército reclute a sus hijos. Es el caso de Mohammed, quien ha confiado a dos de sus hijos a un contrabandista: «Aunque Europa cierre sus fronteras y mis hijos se encuentren confinados en tierra de nadie, estarán más seguros que en Afganistán. Por el camino, corren el riesgo de ser asesinados, pero si se quedan, los matarán». (levif, marzo de 2016).

 

 

Una vez pagada la cuenta a este nuevo tipo de vendedor de arena, se inicia el verdadero recorrido para el combatiente cuyas dificultades únicamente podemos imaginar leyendo las páginas del libro de Kotchok, el cual recoge el texto redactado por la periodista Claire Billet e ilustrado con las fotografías de Olivier Jobard quienes siguieron durante cuatro meses el periplo de Rohani, Jawid, Khyber Fawad y Luqman. Este libro transcribe sus esperanzas, sus miedos y los peligros por los que tuvieron que pasar. Gracias a este libro, sabemos que, por ejemplo, para llegar a Irán, es necesario caminar día y noche por las montañas, un viaje de 48 horas sin dormir y a la intemperie. En Turquía, hay que recorrer una carretera en camioneta durante ocho horas para después ser abandonados en un campo donde los refugiados deberán huir a toda prisa de la policía. Por último, hace falta tener el valor de subirse junto con 28 personas a un bote inflable. Estas embarcaciones improvisadas causaron la muerte de 3100 migrantes en 2017. (Télérama, febrero de 2018).

Al agotamiento y al peligro se les suman también las separaciones. Es el caso de Haris y Usman, de 16 y 17 años: Haris vive con su tío en Inglaterra, mientras que su hermano Usman pernocta en Francia, en la denominada Jungla de Calais, a la espera de poder atravesar el Canal de la Mancha. Como ellos, numerosos hermanos son separados, dispersos a merced de las rutas, de los campos y de los protocolos administrativos. (France 3, marzo de 2017).

Sin embargo, durante el viaje, los jóvenes por lo que más temen es por su apariencia. En Afganistán, los hombres y las mujeres no tienen derecho a verse más allá de la esfera familiar. En las fiestas o en las reuniones, los hombres maquillan y visten a los jóvenes imberbes, denominados «batcha boz» y los usan como distracción o como objetos sexuales. Se trata de una pedofilia tabú en el país, pero que resurge durante la huida donde numerosos niños sufren violaciones y abusos. (Tribune de Genève, junio de 2016)

 

De los valles de Panjshir a los barrios de chabolas

Al final de un viaje, del cual solo se recuerda la ansiedad y la angustia, los jóvenes refugiados que pensaban que iban a recuperar el aliento en Europa a menudo se encuentran con que les abandonan a su suerte. Según los acuerdos de Dublín, un menor no acompañado que llegue a territorio europeo no puede ser expulsado dado que los Estados miembros de la UE reconocen «el interés superior del niño». No obstante, la afluencia de migrantes de los últimos años ha supuesto una ralentización en la gestión por parte de los servicios sociales, así como en los procedimientos de regularización (infomigrants, octubre de 2017). En las estaciones se crean zonas ocupadas en las que los niños y los jóvenes adultos se confunden. Estos últimos intentan hacerse pasar por menores de edad para poder beneficiarse de la misma protección.

En cuanto a los niños afganos que no hayan conseguido llegar a Europa, se refugian o son devueltos a Irán o Pakistán. En la frontera con Afganistán, estos dos países concentran el 95 % de los refugiados afganos quienes viven en la precariedad de los barrios de chabolas. Ya en 2014, el fotógrafo Muhammed Muheisen acudió al barrio chabolista de Islamabad en Pakistán, donde realizó algunas instantáneas. Las fotos, las cifras y los porcentajes que retransmiten en bucle en los telediarios toman los rasgos de Noorkhan, de 6 años, Safia, de 4 años, o incluso de Khalzin de 6 años con su primo Zaman de 3 meses en brazos (The Guardian, enero de 2014). Entre sus marcados rostros, testigos de las dificultades vividas, nos impacta su mirada. Los ojos perdidos en el horizonte, pero con un brillo de inocencia, un pedazo de infancia que la guerra no ha conseguido apagar.

El comandante Masud, símbolo de la resistencia del pueblo afgano, escribía en 2013 en sus confesiones que somos el resultado de nuestras acciones y la suma de nuestros sueños. Así, en todos los controles, los niños afganos se atavían con sus actos de valentía, sus sueños de paz e incluso de una insolencia, la de creer en el futuro: esto es lo que recae sobre los frágiles hombros de estos «menores aislados», estos niños valientes como Masud, estos leones de Panjshir.

 

Escrito por Florine Tirole

Traducido por Elena Parral

 

Fuentes:

Informe de Amnistía Internacional, 2017/2018, La situación de los derechos humanos en el mundo, Afganistán, página 74 consultado el 20/04/2018. Disponible en https://amnestyfr.cdn.prismic.io/amnestyfr%2Fc788e69b-ba85-4ba2-8c44-adfd8dd2e9d5_pol1067002018french.pdf

Informe de Amnistía Internacional, 2016/2017, La situación de los derechos humanos en el mundo, Afganistán, página 64 consultado el 20/04/2018. Disponible en https://www.amnesty.ch/fr/sur-amnesty/publications/rapport-amnesty/annee/2016-2017/air201617-french_2017-02-14_11-24-01.pdf

CNews, 31/01/2018, Les Talibans menacent 70% du territoire Afghan [«Los talibanes amenazan el 70 % del territorio afgano»], consultado el 20/04/2018. Disponible en http://www.cnews.fr/monde/2018-01-31/les-talibans-menacent-70-du-territoire-afghan-773908

Libération, 04/02/2018, Afghanistan : l’interminable naufrage [«Afganistán, el naufragio interminable»], consultado el 20/04/2018. Disponible en http://www.liberation.fr/debats/2018/02/04/afghanistan-l-interminable-naufrage_1627374

Le Vif, 30/03/2016, La terrible décision de parents afghans: envoyer leurs enfants, seuls, vers l’Europe [«La terrible decisión de los padres afganos: mandar a sus hijos, solos, a Europa»], consultado el 20/04/2018. Disponible en http://www.levif.be/actualite/international/la-terrible-decision-de-parents-afghans-envoyer-leurs-enfants-seuls-vers-l-europe/article-normal-484071.html

Télérama, 01/02/2018, D’Afghanistan en France, ils ont suivi le périple de migrants [«De Afganistán a Francia, han seguido el periplo de los migrantes»], consultado el 20/04/2018. Disponible en http://www.telerama.fr/jaidelesrefugies/d-afghanistan-a-la-grece-ils-ont-suivi-le-periple-de-migrants,131633.php

Tribune de Genève, 17/06/2016, Le périple fou des enfants afghans jusqu’à Calais [«El demente periplo de los niños afganos hasta Calais»], consultado el 20/04/2018. Disponible en https://www.tdg.ch/monde/periple-fou-enfants-afghans-jusqu-calais/story/30464407

Infomigrants, 19/10/2017, Que se passe-t-il pour les «mineurs non-accompagnés» qui arrivent en Europe ? [«¿Qué ocurre con los ‘menores no acompañados’ que llegan a Europa?»], consultado el 20/04/2018. Disponible en http://www.infomigrants.net/fr/post/5677/que-se-passe-t-il-pour-les-mineurs-non-accompagnes-qui-arrivent-en-europe

The Guardian, 28/01/2014, Muhammed Muheisen photographs Afghan refugee children in Islamabad – in pictures [«Galería de imágenes: Muhammed Muheisen fotografía a los niños afganos refugiados en Islamabad»], consultado el 20/04/2018. Disponible en https://www.theguardian.com/artanddesign/gallery/2014/jan/28/muhammed-muheisen-photographs-afghan-refugee-children-in-islamabad-in-pictures

 

Bibliografía:

Claire BILLET y Olivier Jobard, Robert Laffont, París, 2015, Kotchok : Sur la route avec les migrants

Olivier Weber, Flammarion, París, 2013, La confession de Massoud

Lisa Vitturi y Nouri Khan Zazaï, Les Edtions du Cygne, París, 2012, Je suis un Pachtoune d’Afghanistan: récit d’un jeune réfugié

Mortaza Jami, Vendemiaire, París, 2012, Je savais qu’en Europe on ne tire pas sur les gens. Itinéraire d’un réfugié afghan