Debido a la ausencia de estadísticas nacionales sobre este asunto, resulta muy difícil calcular el número de niños nacidos por causa de violaciones o uniones entre mujeres iraquíes y combatientes de Al Qaeda.
En el caos de la guerra en Iraq, se llevaron a cabo numerosos matrimonios religiosos resultantes de uniones mayoritariamente forzosas. Deseosos de transmitir su mensaje, las organizaciones terroristas ven a estos niños como combatientes que tomarán el relevo en su guerra contra los infieles.
Niños al margen de la sociedad:
Al no estar registrados en el registro civil, los hijos resultantes de este tipo de uniones no poseen ni documentos de identidad ni nacionalidad, lo que les impide el acceso a los servicios públicos.
La sociedad margina a estos niños, quienes están condenados a una vida miserable. Debido a la actividad de sus padres, los niños son estigmatizados y sufren el rechazo de numerosas víctimas del terrorismo. La clase política se encuentra dividida en lo que se refiere a su reconocimiento como ciudadanos iraquíes.
Rechazados bajo pretextos religiosos y políticos:
A estos niños se les ha considerado alternativamente como víctimas de Al Qaeda o como una amenaza. Los parlamentarios, en su mayoría chiítas, rechazaron la concesión de la ciudadanía a estos niños descendientes de padres suníes.
De este modo, estos niños continúan viviendo en secreto, ignorantes de cualquier tipo de información acerca de sus padres, a menudo muertos en combate y cuya identidad esconden las madres por vergüenza. La violación de estas mujeres no se reconoce debido a que se las considera cómplices de la guerra. «Si las ayudáramos, alentaríamos a Al Qaeda», afirma un funcionario del ministerio.
Un futuro incierto:
Ahmed Jassim, director de la fundación Nour, cuyo objetivo es la mejora de los derechos de los niños hijos de islamistas en la provincia de Diyala, advierte: «se trata de una situación peligrosa: estos niños corren el riesgo de caer en manos de la sociedad que les ha hecho sufrir».
Esta herencia oculta de siete años de guerra hace que los niños, en efecto, paguen por los crímenes que sus padres cometieron.