El Día del Niño Africano, creado por la Organización para la Unidad Africana (la actual Unión Africana), permite llamar la atención sobre la vida de los jóvenes africanos y propone cada año un tema sobre el que debaten los participantes.
En este día se conmemora la marcha de estudiantes africanos de 1976 en Soweto (Sudáfrica), en el que los niños salieron a las calles para protestar contra una educación de mala calidad, exigir el respeto de su derecho a la enseñanza escolar en su propia lengua y manifestar su rechazo a seguir una enseñanza en lengua afrikaans, una de las lenguas habladas por los blancos en Sudáfrica. Hubo cientos de niños abatidos en esta marcha que se sucedió durante 15 días de manifestaciones, durante las cuales, el régimen del apartheid produjo más de una centena de víctimas y más de un millar de personas resultaron heridas.
Para honrar la memoria de las víctimas y recordar la valentía de los manifestantes, cada 16 de junio se celebra el Día del Niño Africano desde 1991. En 2013, el tema se centraba en «Eliminar las prácticas sociales y culturales dañinas que afectan a los niños: nuestra responsabilidad colectiva». De hecho, las comunidades tratan de promover el cambio social y poner fin a las prácticas que, cada año, ponen en peligro la salud y la vida de cientos de miles de niños.
Entre las prácticas sociales y culturales denunciadas, las mutilaciones genitales femeninas o el hecho de acusar a los niños de brujería (pretexto corriente para expulsar a un niño de la familia) están profundamente integradas en la vida de ciertas comunidades. Ciertas prácticas como el matrimonio infantil, las «muertes por honor», el planchado de senos y el infanticidio femenino se suelen considerar aceptables, a pesar de su gravedad. El diálogo es una de las mejores soluciones para frenar estas prácticas tan nefastas, pues ha permitido observar una disminución de las víctimas afectadas por estos fenómenos.