2019: Tenemos unas cuantas cosas en mente… :-)

Posted on Posted in Derechos del Niño, Derechos Humanos, Descubrir India, Educación, Vida de la Asociación

Entrevista con Arndt Soret, CEO de Humanium, el 10 de febrero de 2019

Hola Arndt, nos alegramos de que tengas tiempo para una llamada. ¿Dónde estás en este momento?

Estoy en el aeropuerto de Zurich, hoy comenzamos un “campamento” de dos semanas en Ruanda. Tengo muchas ganas, estoy contento como un niño, especialmente porque la semana que viene nos encontraremos con algunos trabajadores de la embajada alemana en Ruanda para presentarles nuestro proyecto.

 

¿En 2019, Ruanda continúa siendo uno de vuestro foco de trabajo?

Sí, Ruanda e India. El año 2019 está dividido en cuanto a las actividades: Tenemos unas cuantas cosas en mente a nivel organizativo, así como sobre el terreno. En Ruanda seguiremos concentrándonos en fomentar la prevención de la violencia. Este año volveremos a visitar las cinco regiones en las que estamos activos hasta ahora. Así podemos seguir de cerca el desarrollo de los jóvenes adultos y niños a los que en parte ya conocemos y acompañamos desde 2015.

En India, según los fondos que recaudemos, este año prevemos abrir un internado para niñas en la región de Madhya Pradesh, en la que acabamos de empezar a involucrarnos. Allí podemos llegar lejos con nuestro objetivo para India, erradicar el trabajo infantil. Se trata de una región muy pobre, en la que muchos niños se ven forzados a producir esas prendas de vestir baratas que llevamos aquí en el rico Occidente. Si los niños van a la escuela, no pueden trabajar. Y la espiral positiva continúa: la educación genera prosperidad, de modo que la siguiente generación tampoco tiene que trabajar.

 

Y, a nivel organizativo, ¿qué queda por hacer?   

Bastante. En 2019 seguiremos desarrollando nuestros métodos de coaching para el siguiente nivel de los talleres. De la colaboración y la información que recibimos de nuestros life coaches sobre el terreno surgen nuevos impulsos, en los que actualmente estoy trabajando en Ginebra con psicólogos diplomados.

Por otro lado, integraremos más a nuestros inversores y donantes en la comunidad de Humanium, ¡lo cual me alegra mucho! Todos los que contribuyen a nuestros proyectos deben poder ver y oír cómo funcionamos. Para ello, ya estamos organizando los denominados “e-teas” mensuales. Y otro objetivo: queremos consolidar nuestro contacto con la ONU.

 

Al contrario que otras organizaciones por los derechos de los niños, vosotros os concentráis en el trabajo sobre el terreno en dos países, ¿por qué?

Somos conscientes de que los derechos de los niños deben defenderse en todas partes del mundo, y nuestra línea de ayuda está abierta para todos y todas. En este aspecto también estamos en contacto con gente de Uganda, Sudamérica o Francia, por ejemplo. A todo esto, otro de nuestros objetivos más importantes para 2019 es ampliar la línea de ayuda y dotarla de personal fijo.

No obstante, Humanium es una organización pequeña, y desarrollar estructuras es difícil. Siempre supone mucho trabajo introducirse en un nuevo país y encontrar un socio local. Y sin estos socios, como AVSI (Associazione Volontari per il Servizio Internazionale) en Ruanda o Hand in Hand en India no sería posible avanzar. Además, los problemas que queremos y podemos solucionar se nos presentan como en bandeja sobre el terreno. Cuando estamos en dichas regiones, vemos y sentimos todos los lugares donde hace falta ayuda, y las ideas de proyectos se desarrollan gracias al estrecho contacto con las organizaciones locales.

 

Me lo puedo imaginar bien por cómo lo describes. Quizá para ti sea muy difícil ver que hace falta ayuda en todos lados pero solo es posible concentrarse en unos pocos proyectos.

Sí, así es, en efecto. Pero precisamente por eso no vamos con toda la cornucopia y luego desaparecemos. El objetivo de Humanium es que surjan comunidades sobre el terreno que sean capaces de ayudarse a sí mismas.

Equipamos a niños y jóvenes adultos para el futuro de la mejor manera posible. Les dotamos de resiliencia y resistencia, así como de una comunidad en la que se crea apoyo y esperanza. Somos el abono que se echa a la tierra para hacer crecer estructuras sólidas. En Ruanda, esto lo llevamos a cabo a través de nuestro coaching, y en India lo logramos con nuestros proyectos educativos.

 

Con el Coaching en Ruanda se impide que se perpetúe la espiral de violencia que se desencadenó con el genocidio.

Así es. La violencia es ubicua en Ruanda. Los niños que tuvieron que presenciar el asesinato de sus padres son ahora jóvenes adultos y tienen sus propios hijos, a los que trasmiten su trauma. Con nuestro enfoque de coaching, podemos y debemos interrumpir esta espiral. Trabajamos con ambos grupos, los adultos y los niños, y les enseñamos que hay otros caminos más allá de la violencia. Mi segundo gran objetivo en Ruanda es luchar contra los numerosos embarazos adolescentes (hablamos de chicas de 14 años de media), y sobre todo contra las habituales expulsiones de la familia relacionadas con ellos.

 

Las chicas se quedan embarazadas y, entonces, ¿se quedan solas?

Sí, en Ruanda reina la misma postura intransigente que, lamentablemente, también oímos a menudo aquí en Europa: “culpa suya”. Esto me pone increíblemente furioso. Y lo que me enfada más aún es que muchas veces son los padres mismos los que abusan de sus hijas, traumatizadas e impotentes. Como consecuencia, la chica queda estigmatizada y se ve privada de una vida normal, de su familia y del matrimonio. Y todo por culpa de su propio padre. Horrible, ¿verdad? Nosotros trabajamos con estas chicas y les ofrecemos algo parecido a una familia sustituta a través de las comunidades que surgen en los talleres de coaching. Y, por supuesto, tanto nosotros como los socios locales hablamos también con las familias y tratamos de crearles conciencia.

 

¿Eso funciona?

Créeme, Andrea, cuando llego a los padres, funciona. Puedo ser muy convincente cuando estoy enfadado.

 

¿Cuál es vuestro objetivo en Ruanda?

Nos gustaría crear una perspectiva de futuro real y motivadora para los niños. Un futuro en el que haya puestos de trabajo, el país no dependa siempre de la ayuda exterior, los derechos de los niños sean respetados, y las relaciones globales se tengan en consideración, por ejemplo en cuanto a la defensa del medio ambiente. Los niños no deben tener que pensar en dejar su país para vivir bien cuando lleguen a adultos. Esto se aplica tanto a Ruanda como a nuestros proyectos en la India.

 

Como nos acabas de comentar, ¿en la India actúan en el ámbito de la educación?

Eso es. Con nuestro socio Hand in Hand ya hemos fundado varias escuelas, sobre todo en la provincia de Tamil Nadu. Con estas escuelas nos aseguramos de que los niños más mayores que hasta ahora hayan estado privados de educación adquieran en un breve periodo de tiempo los conocimientos suficientes para poder acudir a la escuela pública gratuita cuando tengan unos 14 años. Les abrimos la puerta a la educación, pues la educación es la llave del futuro; significa prosperidad, una tasa de natalidad más reducida, y pone en marcha la rueda en la dirección correcta.

Para mí, uno de los ejemplos más bonitos de lo que la educación puede alcanzar es el siguiente: una mujer en la India que firma para un microcrédito con una huella dactilar y, con ayuda de este crédito, dos años más tarde ha adquirido suficiente conocimiento para confirmar el pago con su propia firma. Experimentar ese orgullo y esa alegría me muestra que, si bien no lo podemos hacer todo, podemos avanzar bastante en la dirección correcta.

 

Y ahora, ¿un internado?

Sí, porque los niños a menudo tienen que viajar dos o tres horas en autobús para llegar a la escuela. Se trata de un obstáculo demasiado grande, muchos no lo pueden superar. Por eso queremos un internado, sobre todo uno para niñas, para quitarles a los padres el miedo a las agresiones sexuales.

 

Y hablando de padres, ¿cómo los convence para llevar a sus hijos a la escuela o, lo que es más, a un internado, cuando los necesitan como mano de obra?

Eso que mencionas es un asunto importante. En efecto, solemos oír esas cosas: “necesitamos algo para comer AHORA, el niño tiene que trabajar”. Este “ahora” impide invertir a largo plazo en la educación de los niños. En este sentido, lo único que ayuda es la persuasión y contar con un socio que busque soluciones con los padres, porque casi siempre las hay. Por eso nos alegra tener a Hand in Hand como socio local. Trabajan sobre el terreno de forma incansable, hablan con los padres y les explican qué posibilidades les abre la escuela tanto a ellos como a sus hijos. El problema nunca son los niños; son los padres y, a menudo, también los profesores a los que tenemos que motivar. Con ellos organizamos, por ejemplo, talleres sobre los derechos de los niños, y es fantástico ver cuánta alegría y motivación podemos aportar a personas desilusionadas.

 

Hablas mucho del trabajo de los socios locales; ¿cuál es entonces el papel de Humanium?

Humanium es el portavoz de las organizaciones locales. Establecemos los contactos necesarios con el gobierno, nos encargamos de las licencias y hacemos publicidad para los proyectos aquí y sobre el terreno. Mediante nuestros life coaches aportamos conocimientos especializados y otros puntos de vista. Y, por supuesto, nos encargamos de recaudar fondos en Alemania, Francia y Suiza. Somos los socios de los locales y su puerta al mundo.

Pero hay que tener en cuenta algo muy importante: la colaboración no es unidireccional; no se trata de que nosotros demos y “ellos” tomen. Las organizaciones locales y nosotros nos complementamos mutuamente con nuestros conocimientos, y establecemos conexiones los unos para los otros.

Para mí, el enfoque humanitario de que “el Norte le da al Sur” está totalmente anticuado. Siempre se trata de establecer contactos y aprender los unos de los otros. Y podemos aprender muchísimo de las personas de África e India, de su conexión con sus auténticos sentimientos, su corporalidad, su unión con la naturaleza. En estos ámbitos están mucho más avanzados que nosotros. En mi opinión, a nosotros nos faltan esas conexiones, y yo creo que, en parte, esa falta es la causa de que, por un lado, cada vez haya más prevalencia de algunas enfermedades como la depresión y el burnout, y, por otro, de que la soledad en el “rico” Norte se haya disparado tanto que un país como el Reino Unido haya creado su propio ministerio contra ella. Esta desconexión también es la que hace que seamos tan poco respetuosos con la naturaleza y el medio ambiente: hemos perdido el contacto con ellos.

 

Para mí, esta visión global es lo que constituye el método de Humanium. ¿Tú también lo ves así?

Sí, por supuesto. Siempre estamos en medio con todo lo que somos y lo que tenemos. Cuando nos invitan, y nos invitan a menudo, bailamos hasta en los talleres con la gente del lugar. Esta es una experiencia que marca, y también la podemos transmitir aquí en las conversaciones con los donantes. Creo que es por eso que muchos inversores dicen que nuestro método es único: Humanium es intuitivo, humano, personal y emocional, y permite que haya lugar para las lágrimas.

 

Arndt, muchas gracias por tu perspectiva y tu franqueza. Os deseo muchísimo éxito y felicidad con vuestros planes para 2019. ¡Y que tengas un buen vuelo!

 

Entrevista por: Andrea Goffart
Traducido por: Laura Ibarrola Izquierdo