La vida de los inmigrantes clandestinos norcoreanos sobre el filo de una espada

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Huyendo de la dictadura, el hambre, la tortura y los campos de trabajo, los migrantes norcoreanos perseguidos en su país están lejos de cumplir su condena cuando finalmente cruzan la frontera.

Algunos se dirigen a China, pero allá se consideran más como inmigrantes económicos que como refugiados políticos, por lo que son expulsados a la fuerza y repatriados a Corea del Norte, en donde su vida corre peligro. De hecho, para el gobierno, salir del país sin autorización es un delito merecedor de duras condenas que pueden incluso llegar hasta la ejecución.

Sin embargo, el derecho internacional prohíbe el regreso forzado de una persona a su país cuando ésta corre el riesgo de abuso. Siendo así, China viola abiertamente los Derechos Humanos. En el año 2013, sólo 9 adolescentes fueron expulsados y repatriados a la fuerza a Corea del Norte.

Los organismos de defensa de los derechos humanos exhortan a China a modificar su comportamiento en dicha situación, pero no han conseguido resultados concluyentes. Por ejemplo, el Comité de los Derechos del Niño le pide expresamente a China que no regrese niños norcoreanos sin compañía si están expuestos a peligros.

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Además, parece que con la llegada del nuevo presidente norcoreano, Kim Jong-un, los controles en la frontera se han reforzado considerablemente, lo que impide que muchos niños y sus familias salgan del país. De esta manera, el número de huidas bajó desde 2700 en 2011 a 1500 en 2012, según la Amnistía Internacional.

No obstante, es posible que estas “migraciones forzadas” continúen. Afortunadamente, Corea del Sur realiza grandes esfuerzos para acoger a estas personas que se encuentran desesperadas ante esta situación. Pero hay que encontrar soluciones a nivel internacional, con el fin de permitir que los jóvenes norcoreanos encuentren una esperanza de vida.

Escrito por: Marlène Joris
Traducido por: Deborah Leyendecker
Revisado por: Johanna Held