A pesar de que el conflicto comenzó en enero de 2012, no fue hasta junio de 2013 que se incluyó a Mali en la funesta «list of shame» (lista de la vergüenza) por la participación de niños en los conflictos armados. En Mali, los niños representan más de la mitad de la población y se cuentan por centenas aquellos que han sido alistados en grupos armados. Al igual que el resto de niños soldado, pueden ser víctimas de ejecuciones sumarias, torturas, secuestros y abusos sexuales.
Mali era un país en paz hasta que, en enero de 2012, se enfrentó a la invasión de los rebeldes en el Norte: los tuaregs del Movimiento Nacional para la Liberación del Azawad (MNLA) y los yihadistas de Ansar Dine. A estos dos grupos armados –apoyados por el Movimiento para la Unicidad y la Yihad en África Occidental (MUJAO)– se les acusa, por un lado, de reclutar a niños soldado en sus filas y, por otro, de cometer actos de violencia contra estos niños. El capitán Amadou Aya Sanogo, gracias a un gran ejército y a algo de apoyo, se hizo con el control del país mediante un golpe de Estado. Desde el 12 de abril de 2013, el presidente de la transición, Dioncounda Traoré, no ha conseguido restablecer la calma ni organizar elecciones transparentes.
En cuanto al reclutamiento de los niños soldado, sus familias o los responsables de sus centros escolares pueden haberlos vendido a cambio de compensaciones pecuniarias, aunque también pueden haber sido los propios niños quienes hayan decidido alistarse en estos grupos por el dinero o porque creen que así vivirán una vida «llena de aventuras». Estos reclutamientos están relacionados con la destrucción y el cierre de centros escolares. Se estima que, desde que estalló el conflicto, 200.000 niños malienses han dejado de recibir una educación. Ahora, en lugar de imágenes de niños sentados ante sus pupitres en las escuelas, vemos imágenes de niños vestidos con uniformes muy grandes que arrastran armas muy pesadas. Las organizaciones internacionales han denunciado también que el gobierno ha detenido a niños sospechosos de haber combatido en grupos rebeldes.
A pesar de la intervención de Francia, solicitada por el presidente Dioncounda Traoré, y del acuerdo de la ONU por el que se autoriza una intervención militar para liberar el país, se siguen violando los derechos del niño. Los niños malienses crecen rodeados de violencia, la cual se convierte, poco a poco, en su única educación y en su única cultura. Por tanto, los riesgos de que estos niños padezcan graves traumas y comportamientos violentos y asociales en la edad adulta son considerables. Dado que su única responsabilidad en este momento es el manejo de armas, se teme que, en el futuro, no sean capaces de integrarse en una sociedad pacífica o incluso de entender el concepto de familia.
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