La paquistaní Malala Yousafzai, de 16 años, ha recibido el Premio Sájarov «a la Libertad de Concencia» del Parlamento Europeo. Un agradecimiento a su lucha para la educación de las niñas en su país. Y el Premio Nobel quizás mañana.
¿Quién es Malala?
En Pakistán, muchas de las jóvenes se encuentran amenazadas o mueren a manos de los talibanes cuando van al colegio. No obstante, todavía queda un rayo de esperanza: Malala.
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Esta joven de 16 años ha tenido el valor suficiente para defender el derecho a la educación de las adolescentes pakistaníes, lo que ha provocado un ataque por parte de los terroristas. La joven ha sufrido represalias por haber creado una página web donde se defiende el derecho de ir al colegio de las jóvenes y se denuncian los ataques de los talibanes
Malala, que sobrevivió a las balas de los terroristas, ha recibido apoyo tanto por parte de las organizaciones internacionales más importantes como de personas de todo el mundo para continuar su lucha a favor de la escolarización de las jóvenes y a lo largo de su estancia en el hospital ha recibido miles de mensajes de apoyo.
Viernes 12 de julio de 2013
El día en que cumplió 16 años, Malala se dirigió a la ONU para animar a todos los países a que ofreciesen a los niños la posibilidad de ir a la escuela y entregó a Ban Ki-moon, Secretario General de las Naciones Unidas, una petición en la que aparecían 300 000 firmas. En esta petición se reclamaban profesores, colegios y libros para así conseguir un acceso universal a la educación en 2015, aunque habría que remarcar que 57 millones de niños en edad de ir al colegio no están escolarizados actualmente.
Este proyecto, que resulta de una simplicidad desconcertante, supondría un coste igual al de 2 centrales nucleares. Durante el día llamado “Malala Day”, la joven expresó su opinión delante de cientos de estudiantes de más de 80 países. Tras su agresión, que ha conmocionado al mundo entero, Malala se ha convertido en el símbolo de la lucha por la educación de los jóvenes de todo el mundo, especialmente de las niñas.
Esta joven defensora de los derechos humanos apunta: “los extremistas le temen a los libros y a los lápices. Les asusta el poder de la educación.”
