Crónica de Palestina N. º 2: Divisiones entre géneros

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Humanium presenta por primera vez una serie de crónicas que nos llevan hasta el corazón de Palestina a través de cuatro temas, cada uno con un enfoque distinto sobre ese sorprendente y complejo territorio.

Ante las interminables divisiones entre israelíes y palestinos, ¿cómo se puede imaginar un futuro apacible cuando la misma sociedad palestina está dividida y en el mundo israelí hay tendencias tan diversas? Sin entrar en los debates políticos que fragmentan a los palestinos, impresiona ver la fractura social que separa a hombres y mujeres en Cisjordania.

En Hebrón, la ciudad más conservadora de Palestina, el ambiente puede resultar bastante sofocante, sobre todo para un europeo. Y eso sin contar con los enfrentamientos que periódicamente se suceden en el casco antiguo ni con las interminables discusiones en torno al conflicto. Pese a la cálida bienvenida de los habitantes, rápidamente se siente el peso de las normas sociales y de las prohibiciones.

Para un hombre joven, resulta muy difícil entablar contacto con mujeres. Pero tuve la suerte de conocer a Salima*, alumna de la Universidad de Hebrón, que me permitió descubrir el mundo estudiantil local y, de paso, entender mejor el contexto social. «Aquí, se separa desde muy pequeños a chicos y chicas, que prácticamente no tienen ninguna oportunidad para aprender a convivir», confiesa. «Pero, en la universidad, las clases son mixtas, lo que da lugar a situaciones embarazosas. Al buscar sitio para sentarse en el aula, los chicos no se atreven a sentarse junto a las chicas por miedo a que les tomen por donjuanes. Y las chicas evitan sentarse al lado de los chicos para no dar a entender que están interesadas». 

De ese modo, la universidad puede llegar a convertirse en una especie de punto caliente por el mero hecho de reunir a jóvenes de ambos sexos. Por ese motivo, hay guardias vigilando estrechamente todas las entradas para que no se cuele nadie que no sea estudiante. Así, esperar a Salima y sus amigas en la puerta de la universidad me daba la desagradable impresión de ser un visitante indiscreto, un voyeur. Pronto comprendes hasta qué punto el ambiente puede influirte y hacer que te sientas culpable.

En la sociedad palestina, las familias prestan mucha atención a la educación de sus hijos, lo que explica que tengan uno de los índices de escolarización más altos de Oriente Medio. El 95,4 % de los niños y niñas palestinos estaban matriculados en educación primaria en 2018 (unicef, s.d.) y las niñas tienen el mismo acceso a la educación básica que los niños (Cardwell, 2018).

Sin embargo, se va abriendo una brecha a medida que aumenta el nivel de estudios, pero no en el sentido que cabría esperar (UN Women). A los 15 años, el 25 % de los chicos han abandonado los estudios, mientras que solo el 7 % de las chicas han dejado de estudiar (unicef, 2018). Por tanto, no es extraño que las mujeres representen más de la mitad (57 % en 2012) de la población palestina que cursa estudios superiores (UN Women).

Pero eso no significa que, al finalizar sus estudios, consigan un empleo que se corresponda con su cualificación. Algunas escenas de la vida cotidiana son un claro testimonio de ello, como aquel día en el que estaba esperando a que me atendieran en una tienda de baklava, los pasteles tradicionales de los pueblos del antiguo Imperio Otomano. El dependiente, que había rellenado diligentemente la caja con el pedido del cliente que estaba delante de mí, prácticamente se la tiró, sin ninguna consideración, a la cajera. Cuando me tocó el turno de pagar, entablé conversación con ella y descubrí a una mujer que hablaba inglés perfectamente, a diferencia de sus compañeros masculinos, que solo hablaban árabe. La razón era sencilla: tenía un Máster en su haber. Lo que no impedía que fuera tratada con tan poco respeto en un empleo que estaba muy por debajo de sus capacidades.

«Es una sociedad de hombres», decía indignada Reem*, una amiga musulmana de Belén. Y eso que esa ciudad en la que conviven cristianos y musulmanes es como un soplo de aire fresco en comparación con Hebrón. Allí es fácil ver mujeres musulmanas vestidas con prendas modernas y sin hijab, reduciendo así la distancia que parece separar a la sociedad europea de la suya. Lo que no significa, sin embargo, que la vida de las mujeres jóvenes sea mucho más fácil allí.

«Aquí, los hombres tienen derecho a tener novia y a decirlo abiertamente, ¡pero las chicas no pueden tener novio!». Está claro que algo no cuadra… «Lo único que quiero es poder darle la mano sin tener que esconderme, nada más», añade hablando de su amado.

Las relaciones entre hombre y mujer no solo son complicadas en la juventud, cuando todavía no existe ningún compromiso. «Los hombres, una vez casados, dejan de respetar a sus esposas. Se vuelven locos, paranoicos. Piensan que, puesto que les hemos dejado que nos vean sin velo, nada impide que dejemos que alguien más nos vea. Viven constantemente con temor al engaño», cuenta Marah*. Esta descendiente de beduinos creció y sigue viviendo en Aqabat Jabr, muy cerca de Jericó. «Los hombres no logran entender que, si les dejamos ver nuestro cabello y nuestro cuerpo, es porque les amamos», dice triste. «Es el regalo de nuestro amor».

Marah es musulmana practicante y lleva hijab, pero dice que es feminista. Frente a esa actitud por parte de los hombres, no sabe si algún día se casará: ha perdido la esperanza de conocer a alguien que sea capaz de amarla por lo que es. Sin embargo, sueña con tener hijos. Entretanto, expresa su maternidad con sus sobrinos y con los alumnos del colegio en el que es profesora de inglés.

Una noche salí con una de las hermanas de Marah. Le pregunté si no le molestaba que nos vieran juntos por la calle, sobre todo después de ponerse el sol. Y es que no es muy común que una mujer se deje ver en público sola con un hombre y menos aún para ir a un café a fumar una chicha.

Pero, igual que Marah, asume totalmente lo que puedan decir de ella los demás. No le quita el sueño; sabe quién es y sigue siendo fiel a su educación y a su fe. Marah y sus hermanas, que crecieron sin padre y siguen viviendo con su madre, supieron preservar una gran libertad.

Ahora bien, Cisjordania, igual que Israel, está llena de multitud de contrastes entre las distintas ciudades y las diversas comunidades. Algunas mujeres, oriundas de Hebrón y que se cubren con el hijab en su ciudad natal, se muestran como mujeres «liberadas» en Ramala. La capital administrativa de Cisjordania es considerada un lugar de emancipación. Allí se pueden encontrar bares donde se sirve alcohol, se puede bailar, salir de fiesta… Las mujeres se sienten libres de llevar velo o no: no se las mira como en Hebrón.

Para los jóvenes que van allí a cursar sus estudios, el cambio es una gran apertura. Algunos aprovechan para vivir sus experiencias amorosas y algunas mujeres para conocer a europeos con los que se sienten más libres. Las hay incluso que se atreven a declararse ateas, rompiendo así radicalmente con su educación tradicional.

Pero esa aparente libertad no es representativa de la sociedad palestina y aún menos de las mentalidades de la ciudad de Hebrón. Un día, la conversación de un grupo de hombres con los que estaba charlando empezó a referirse a las mujeres. Algunos no dudaban en afirmar que son menos importantes que los hombres. Intentando evitar un debate demasiado frontal, pregunté: ¿Cómo podían afirmar algo así? ¿Cómo se puede decir que una persona es más o menos importante que otra? Entonces, como en todas las discusiones que conducen a un callejón sin salida, mis interlocutores recurrieron al argumento definitivo: «¡Está en el Corán!». 

Durante mi estancia, oí muchas veces este argumento sin réplica, en conversaciones de lo más variadas y, a veces, incluso para justificar opiniones totalmente opuestas. Cada cual lo utiliza en su provecho, pero nadie puntualiza el versículo del libro sagrado. «¿Y si se hubiera revelado el Corán a una mujer?», me atreví a plantear. Y entonces, contra todo pronóstico, mi pregunta dio paso al silencio y los hombres siguieron comiendo sin decir palabra.

La situación de las mujeres en el mundo musulmán y en las sociedades árabes tradicionales es un tema delicado. Como europeos, tendemos a querer aplicarles nuestros patrones y nuestra visión del progreso y de la libertad. Pero esos ideales, heredados de los tiempos del Siglo de las Luces, no se pueden imponer en una cultura tan distinta a la nuestra. Toda evolución tiene lugar en un contexto.

El del mundo árabe suele estar atrapado entre modernidad y tradición y no podemos ignorar que una región con una diversidad cultural tan grande y en situación de conflicto no puede evolucionar más que a su propio ritmo. Sin olvidar las comunidades de cristianos de Oriente, que tienen otra realidad muy distinta y que se suele ignorar. De hecho, la sociedad palestina está experimentando una gran transformación.

A pesar de las tensiones que engendra el conflicto con Israel, se nota que hay una juventud que quiere avanzar y que se mueve más deprisa de lo que podríamos pensar, porque la educación de los niños puede tener un papel fundamental para fomentar una nueva concepción de las relaciones interpersonales. No son pocos los jóvenes palestinos que expresan un gran deseo de que su mundo se abra. En lugar de esperar que se adapten a nosotros, debemos alentarles a avanzar por su propio camino hacia una sociedad que sepa combinar armoniosamente fe, nuevas realidades y tradiciones.

*Nombre ficticio

Escrito por Alexis Baron

Traducido por Eva Milla

Referencias

Cardwell, L. (2018, June 21). The State of Girl’s Education in Palestine. Retrieved October 8, 2019, from The Borgen Project: https://borgenproject.org/the-state-of-girls-education-in-palestine/

UN Women. (n.d.). Gender in education: From access to equality.

unicef. (2018, July 26). Nearly 25 per cent of boys aged 15 out of school in the State of Palestine. Retrieved October 8, 2019, from unicef: https://www.unicef.org/press-releases/nearly-25-cent-boys-aged-15-out-school-state-palestine

unicef. (n.d.). Education and adolescents. Retrieved October 8, 2019, from unicef: https://www.unicef.org/sop/what-we-do/education-and-adolescents

Para profundizar:

https://palestine.unwomen.org/en

https://www.cidse.org/advocating-for-women-rights-in-palestine/

https://site.wac.ps/en/