Filipinas: Aumenta la explotación sexual de niños en Internet

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Filipinas se ha convertido en uno de los principales focos mundiales de abuso sexual infantil transmitido en directo. Situación impulsada por la pobreza extrema, la complicidad familiar y la expansión descontrolada de Internet, los niños son explotados por depredadores extranjeros en tiempo real. La corrupción y la aplicación deficiente de la ley ponen en riesgo a un gran número de niños y niñas, mientras que los sobrevivientes enfrentan traumas de por vida. Sin leyes más estrictas y apoyo a las víctimas, esta crisis no puede sino agravarse.

Alarmante incremento de la explotación infantil en Filipinas

Filipinas comenzó a consolidarse como un núcleo global de explotación sexual infantil en Internet (OSEC) a principios de la década de 2010. Una clara señal de esa tendencia fue el notable aumento de los casos de abuso en internet entre 2014 y 2017. Un estudio de la Misión de Justicia Internacional (IJM) reveló que el número de direcciones IP vinculadas a este tipo de abuso en Filipinas aumentó de aproximadamente de 23 000 en 2014 a más de 81 000 en 2017, lo que representa un incremento del 250 % (IJM, 2020).

La emersión del país como foco de OSEC se ha atribuido a varios factores, como la pobreza generalizada, el alto nivel de inglés, el acceso asequible a Internet y la disponibilidad de sistemas de pago digitales. Estas condiciones han facilitado que los agresores extranjeros encarguen y vean abusos transmitidos en directo, a menudo facilitados por familiares o conocidos de las víctimas (IJM, 2020).

Según Searchlight 2025, informe de Childlight, el problema de la explotación infantil en Internet se complica debido al aumento de «poblaciones en riesgo ocultas». Estas incluyen a niños y niñas de familias monoparentales que son víctimas de las aplicaciones de citas online, así como a personas desplazadas por guerras, desastres u otras crisis humanitarias, más vulnerables a depredadores de Internet (Childlight, 2025). 

Como parte de la investigación Searchlight 2025, un estudio multinacional con 5000 hombres reveló que quienes cometen delitos sexuales contra menores eran cuatro veces más propensos a usar plataformas de citas que quienes no cometen estos delitos. Esto pone de relieve en qué medida las herramientas digitales, originalmente diseñadas para las relaciones adultas, se están explotando cada vez más para llegar a familias vulnerables y manipularlas (Childlight, 2025).

Normalización del abuso

Más allá del acoso en Internet, las condiciones socioeconómicas en países como Filipinas han hecho que las comunidades sean especialmente susceptibles a la explotación infantil en la red. La pobreza endémica ha llevado a algunas familias a recurrir al abuso como fuente de ingresos. En estos casos, la explotación puede implicar incluso actos incestuosos, con ganancias equivalentes al salario de un año por tan solo unos días de uso de cámaras web (Denya, 2025). 

En Cebú, región muy afectada por esta tendencia, funcionarios locales y ONG informan que algunas familias justifican estos actos alegando que no constituye un «abuso real» porque no hay contacto físico. Esta creencia es, sin embargo, peligrosamente engañosa. El impacto del abuso ante la cámara es profundamente traumático y duradero. Las víctimas suelen sufrir depresión, trastornos del sueño y sensación de daño a su intimidad (Kuntz, 2014).

Asimismo, según Terre des Hommes, las consecuencias psicológicas del abuso sexual en Internet son similares a las de la agresión sexual física. Los niños obligados, a menudo por sus propios familiares, a desnudarse o a realizar actos sexuales frente a una cámara web,  tienen dificultades para procesar lo sucedido, especialmente cuando el abuso se normaliza o se presenta como necesidad económica (Kuntz, 2014).

En Cebú, las familias han llegado a compartir ordenadores portátiles o a alquilar a niños para los llamados «show-shows» o «chit-chats», eufemismos locales que minimizan la gravedad del abuso. Como relata Mary Rose, superviviente de estos actos, una sola retransmisión en vivo podía generarle 2000 pesos (unos 44 dólares), y la demanda a menudo era lo suficientemente alta como para mantener a varias niñas trabajando noche tras noche (Kuntz, 2014).

Comprender el estado actual de la explotación infantil en Internet

El estudio «Escala de Daño» (Scale of Harm), dirigido por la Misión de Justicia Internacional (IJM) en colaboración con el Laboratorio de Derechos de la Universidad de Nottingham, proporcionó la primera visión integral de la naturaleza generalizada de esta crisis. Mediante encuestas nacionales, testimonios de sobrevivientes y análisis de expertos, el estudio reveló la magnitud y el crecimiento de la trata infantil en Filipinas (IJM, 2023).

“Lo que hemos visto a través del estudio «Escala del Daño» es la alarmante magnitud del abuso. Protección infantil exige urgentemente al extenso sector tecnológico detección, denuncia, deber de cuidado y seguridad mediante el diseño, la transparencia y la rendición de cuentas, del mismo modo que una mejor respuesta por parte de las fuerzas del orden.”

– John Tanagho, Director Ejecutivo del Centro para Acabar con la Explotación Sexual Infantil en Internet de IJM.

La evidencia proporcionada por los informes financieros indica que este problema se extiende a varios otros países. Desde 2015, Estados Unidos ha generado sistemáticamente el mayor volumen de transacciones financieras sospechosas vinculadas a la explotación infantil en Internet en Filipinas. Le siguen Reino Unido, Australia y Canadá, con Australia y Canadá ocupando el tercer y cuarto lugar, respectivamente, a lo largo de este mismo período (IJM, 2023).

En respuesta a esta crisis, las fuerzas del orden internacionales han intensificado sus esfuerzos. Una de las primeras medidas coordinadas a nivel mundial, la Operación Endeavour (2012), sentó un precedente importante en la lucha contra el abuso sexual infantil retransmitido en directo. Esta investigación, llevada a cabo por la Agencia Nacional contra el Crimen (NCA) del Reino Unido, la Policía Federal Australiana (AFP) y el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) de Estados Unidos, resulto en 29 arrestos y el rescate de 15 menores (ICE, 2014).

A pesar de esfuerzos constantes, la explotación infantil en Internet continúa aumentando en el Sudeste Asiático. Como se destacó durante el Foro de las TIC de la ASEAN sobre Protección Infantil en Internet de 2024, celebrado en Bali, países como Filipinas, Camboya y Tailandia siguen registrando tasas crecientes de abuso digital. Un importante estudio realizado en 2022 por ECPAT, UNICEF e Interpol subraya la urgencia del problema, revelando que uno de cada cinco menores filipinos de entre 12 y 17 años ya había sufrido abuso sexual en Internet (Landry, 2024).

Una tendencia particularmente preocupante es que las víctimas no denuncian el abuso por temor a la estigmatización o la culpa. Sobrevivientes a lo largo del Sudeste Asiático describieron haber sido ignorados o juzgados por las autoridades. En un caso, la policía culpó a un niño por el abuso sufrido. Estos fracasos sistémicos resaltan la necesidad de respuestas basadas en el conocimiento del trauma y de fortalecer la confianza en los sistemas policiales (Landry, 2024).

El impacto perdurable en la vida de los niños y sus derechos

Esta vasta red criminal se aprovecha de los más vulnerables; más de la mitad de los afectados son niños de hasta 12 años, y algunas de las víctimas tienen tan solo unos meses de vida. Desdichadamente, muchos de estos niños sufren abusos durante un tiempo prolongado, a veces de hasta dos años en promedio, antes de ser rescatados (IJM, 2023).

Las repercusiones de esta explotación son profundas y duraderas, y violan varios derechos de la infancia recogidos en la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño (CDN). El trauma psicológico, la disminución de la autoestima, el trastorno de estrés postraumático y la ideación suicida son consecuencias frecuentes, y muchos niños experimentan interrupciones educativas y una profunda desconfianza hacia los adultos (Gill, 2021). 

Los sobrevivientes a menudo se enfrentan a una profunda estigmatización y aislamiento social dentro de sus comunidades, lo que exacerba los sentimientos de vergüenza, culpa e impotencia. Esta marginación social también dificulta su acceso a redes de apoyo y a la regeneración de la confianza en los demás. La reintegración familiar, a la que comúnmente se recurre como vía de recuperación, puede verse complicada por vulnerabilidades como la pobreza, dinámicas familiares disfuncionales y la complicidad de familiares en la explotación (Roche et al., 2023).

Un estudio de 2024 titulado “Abuso y explotación sexual infantil en Internet en Filipinas” reveló que los jóvenes filipinos seguían experimentando importantes problemas de salud mental tras la reintegración. Los cuidadores denunciaron más problemas de comportamiento en aquellos ubicados en entornos no familiares y mayor angustia emocional en los niños víctimas de trata por desconocidos, en comparación con aquellos explotados por familiares (Scroger et al., 2024).

La ​​historia de Cassie profundiza emocionalmente en estos hallazgos, ilustrando tanto la dura realidad como la resiliencia de los sobrevivientes. Con tan solo 12 años, un amigo de confianza de la familia la atrajo con promesas de futuras oportunidades, solo para que acabara soportando años de explotación sexual en Internet. Su rescate por parte de las autoridades locales marcó un punto de inflexión, iniciando un largo y difícil camino hacia la sanación. Con atención constante, apoyo legal y la aceptación por parte de su comunidad, Cassie pasó de ser víctima a defensora (IJM, 2022).

“Que nos rescataran me ayudó a curar todo el dolor… Ahí [el cuidado posterior], me di cuenta de que no hay que perder la esperanza. Si conozco a una víctima como nosotros, quiero consolarla, ayudarla a seguir adelante. Lucha por tus derechos; esa es ahora mi posición.”

– Cassie, sobreviviente de explotación sexual infantil en Internet (OSEC) 

Las crecientes amenazas a los niños filipinos en Internet

A medida que se ha extendido el acceso a internet, también lo han hecho sus riesgos. Muchos menores son blanco de depredadores en plataformas como Facebook, TikTok e Instagram, donde sufren chantaje, coerción o se comparten sus imágenes íntimas sin consentimiento. Algunos niños incluso han vendido imágenes explícitas de sí mismos solo para poder comprar teléfonos inteligentes o acceso a Internet para la educación a distancia, en ocasiones por tan solo 150 pesos (unos tres dólares)(Ratcliffe, 2022).

A medida que la tecnología evoluciona, también lo hacen los métodos de explotación. Según Searchlight 2025, informe de Childlight, la aparición de material de abuso sexual infantil (MASI) generado por IA representa una amenaza en rápido crecimiento y, en gran medida, sin regulación. Los agresores utilizan IA generativa para crear imágenes hiperrealistas que no representan a niños reales, aprovechando las lagunas legales en países donde el material sintético de abuso infantil aún no está claramente regulado (Childlight, 2025).

En respuesta, las autoridades filipinas están tomando medidas preventivas. La Policía Nacional Filipina (PNP) anunció en la primavera de 2025 su colaboración con socios internacionales, incluida Corea del Sur, para desarrollar herramientas de detección de MASI generado por IA. Aunque hasta la fecha no se han confirmado casos en Filipinas, las fuerzas del orden se están preparando para contrarrestar esta amenaza emergente (Bajo, 2025).

Ese mismo mes, el Senado filipino abrió una importante investigación sobre la OSEC, reconociendo el papel paradójico del país como epicentro del abuso y líder en la reforma. El Centro Internacional para Niños Desaparecidos y Explotados (ICMEC), participante clave en las audiencias, advirtió que el abuso por encargo está aumentando rápidamente, mientras que las fuerzas del orden se siguen enfrentando a dificultades para analizar las pruebas digitales (Childlight, 2025).

Construyendo una red sólida contra la explotación infantil en Internet

Como signatario de la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño, Filipinas tiene la obligación legal de proteger a los niños y niñas de todas las formas de explotación y abuso sexual en Internet (OSEC). Esta responsabilidad incluye garantizar un apoyo integral a los supervivientes y aplicar sanciones estrictas a los autores, como se describe en la Ley de la República 11930, la Ley Anti-OSEC(Panti, 2025).

Sin embargo, el rápido crecimiento del acceso a Internet en Filipinas ha superado los marcos legales, dejando importantes brechas en la protección. En respuesta, el ICMEC creó un grupo de trabajo para ayudar a actualizar la Ley de la República 11930. La ley revisada exige que los proveedores de servicios de Internet conserven y eliminen el material de abuso sexual infantil (MASI), responsabilicen a las plataformas digitales por el contenido ilegal y establezcan un sistema nacional centralizado de denuncia (ICMEC, 2022).

Paralelamente la reforma legislativa, Filipinas ha construido una sólida red de personal de primera línea: investigadores de delitos cibernéticos, fiscales y tribunales especializados, que trabajan incansablemente para perseguir a los agresores y apoyar a los supervivientes. Sin embargo, la carga emocional de estos profesionales es inmensa, ya que con frecuencia se exponen a material traumático durante el ejercicio de sus funciones (ONU, 2024).

A pesar de los avances en la aplicación de la ley y la coordinación, la atención posterior a los supervivientes sigue siendo uno de los aspectos más desatendidos de la respuesta. Los organismos gubernamentales, las ONG y los líderes de las comunidades deben priorizar programas centrados en los supervivientes que promuevan la sanación y la reintegración exitosa, incluyendo la terapia adaptada al trauma, la capacitación en habilidades para la vida y el apoyo a largo plazo. Las campañas de educación pública también son esenciales para reducir el estigma y fomentar una cultura de aceptación y protección (Roche et al., 2023).

Para romper realmente el ciclo de explotación, los gobiernos locales y las organizaciones de la sociedad civil deben ampliar las iniciativas de empoderamiento económico, como los programas de medios de vida sostenibles, que apoyan no solo a los sobrevivientes, sino también a las familias en riesgo. Solo mediante una acción constante y coordinada entre los sistemas legales, sociales y económicos podremos abordar plenamente las necesidades de los sobrevivientes y construir vías hacia una recuperación duradera (Roche et al., 2023).

Como parte de nuestro compromiso con la protección de la infancia en Internet, Humanium ha contribuido activamente al desarrollo de directrices políticas de las Naciones Unidas diseñadas para combatir el abuso infantil en Internet. Nuestras aportaciones se han centrado en fortalecer las protecciones legales, mejorar las medidas de seguridad digital y defender los derechos de los niños a la privacidad y al acceso seguro a Internet.

Con base en este trabajo, nos mantenemos firmes en nuestra misión de promover el derecho de los niños a la seguridad y la dignidad en el mundo digital. Si compartes nuestra visión de una Internet más segura para todos los niños y niñas, por favor, apóyanos haciéndote voluntario, socio o donando.

Escrito por Lidija Misic

Traducido por Sandra Contreras

Revisado por Gisela E. Valdés

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