La lección de Kogi para el Mundo

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Gracias por leer, Hermano Menor. Hermano Menor, no importa cuán mayor seas, esto es lo que eres para mí. Podrías preguntarme porqué. Mira a tu alrededor. ¿Ves la destrucción? ¿Ves los bosques menguantes, las especies de animales y plantas diezmadas, los abundantes desastres naturales, el plástico lavándose en tus pies en tus playas favoritas? ¿Sientes el calor? Me lo imaginaba. Bien, ese es el porqué.     

En lo profundo de las montañas de la Sierra Nevada de Santa Marta, en el noreste de Colombia, vive una tribu que eligió vivir aislada del resto del mundo durante gran parte de su historia. Fue solo alrededor de 1990 cuando ellos comenzaron lentamente a salir de su aislamiento. No te equivoques, ellos no deseaban nuestros artilugios plásticos o alimentos tóxicos procesados. Ellos estaban alarmados y posiblemente asustados por la tasa de destrucción que observaron en las inmediaciones de su santuario de montaña. Y ellos ni siquiera tenían un televisor o una computadora para ver lo que sucedía en otras partes del Mundo…

Los Kogi no siempre fueron gente de montaña. Durante la Conquista Española fueron conducidos tierra adentro hacia las montañas, y durante los años más sangrientos de la guerra civil entre el Gobierno y las FARC (una organización terrorista colombiana) fueron forzados a mayores altitudes. El eslogan de Michelle Obama «cuando ellos bajan, nosotros subimos» ciertamente se aplica a los Kogi en todos los sentidos posibles.

‘Hasta ahora hemos ignorado al Hermano Menor. No nos hemos dignado ni siquiera a darle una bofetada. Pero ahora ya no podemos cuidar el mundo solos. El Hermano Menor está haciendo demasiado daño. Debe ver, comprender y asumir la responsabilidad. Ahora tendremos que trabajar juntos. De lo contrario, el mundo morirá.

Mama Kogi desconocido, reminiscente de Greta Thunberg [1]

Los Mamas son los líderes espirituales de la sociedad Kogi. La palabra ‘mama’ deriva de mamos, la palabra Kaggaba (el lenguaje Kogi) para el Sol. Cada individual, incluyendo los mamas, responde a una “entidad única”: el Mundo. Los Kogi han entendido durante siglos lo interconectado que está nuestro mundo natural.

Mientras las sociedades industrializadas seguían contaminando el medio ambiente en la creencia de que nuestros océanos y nuestra atmósfera eran basureros infinitos, una pequeña tribu de montaña en la Sierra Nevada de Santa Marta continuó realizando sus actividades diarias con cuidado para preservar el delicado equilibrio en la Naturaleza entre dar y recibir a cambio.

Los futuros mamas son escogidos por sortilegio e inician sus largos 18 años de entrenamiento después del nacimiento. Los moros, o sacerdotes en formación, pasan la mayor parte de este período viviendo en cuevas que podrían compararse con los monasterios del «mundo del Hermano Menor». El Moros vive una vida de austeridad aprendiendo habilidades de liderazgo y humildad. Alrededor de los 20 años, ellos regresan a sus comunidades como mamas entrenados en la delicada tarea de preservar el Universo.

‘Por lo tanto, un Moro no sabe acerca de nada. Nunca ha visto un pollo y nunca ha visto un cerdo. Nunca ha visto árboles o pájaros, no sabe nada sobre el mundo fuera de la casa… Entonces el niño mira en el agua y nota burbujas y le gustan… él aprende escuchando, escuchando espiritualmente, el conocimiento le llega en Aluna [el lenguaje de los espíritus].’

Mama Bernardo [2]

Los Kogi son gente disciplinada. Su sociedad está fundada en estrictas reglas y jerarquía. ¿Suena como nuestras sociedades occidentales (u occidentalizadas) del Mundo Industrializado? No es del todo así. Si nos sentamos y observamos más de cerca los motores de nuestro mundo, podemos darnos cuenta de que incluso los jefes de estado autocráticos responden a un solo «ser divino»: el capital. Todos oímos demasiado sobre las sanciones económicas contra éste y ése estado o grupo de individuos. Sin duda, todo esto sería indudablemente inútil si no nos importara mucho el dinero.

Desde que se dieron cuenta de la catástrofe a la que nos enfrentamos, en caso de que no realicemos cambios drásticos en nuestra forma de vida consumista, los Kogi se han preocupado por una cosa: hacer sonar el silbato con la esperanza de que el Hermano Menor finalmente se despierte antes de llegar al borde del acantilado. Al menos les debemos el intentarlo.

Diez cosas que puedes hacer para hacer justicia a los Kogi:

  1. Deja de gastar.
  2. Reduce tu consumo general.
  3. Deja de tirar basura. Recicla.
  4. Evita comprar plástico de un solo uso. Las alternativas están ahí, aunque posiblemente tendrás que mirar cuidadosamente.
  5. Considera volverte vegetariano o vegano. Por el amor a los animales y para disminuir la producción de gases de efecto invernadero.
  6. Viaja responsablemente. Escoge el tren cuando sea posible. Verguenza a volar!
  7. Compra selectivamente. Compra calidad y en negocios que operan de modo sostenible.
  8. Compra localmente. Elimina las compañías navieras y la contaminación involucrada.
  9. Planta árboles y deja las hierbas crecer para alimentar a polinizadores.
  10. ¡Educa a tus hijos en todo lo anterior!

Escrito por Matyas Baan

Traducido por Susana Ibarz De La Torre

Referencias

[1] Tairona Heritage Trust (2020). Kogi Culture and Cultivating Harmony.

[2] Tairona Heritage Trust (2020). How Kogi Mamas Are Trained, Sacred Sites and Kogi Leadership.