Pueblos indígenas es un término controvertido. Según el Diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, indígena significa “originario del país de que se trata”. Entre sus sinónimos encontramos “aborigen” y “nativo”. Es un adjetivo que se ha explotado a lo largo de la historia por su ambigüedad. Recuerden la historia del huevo y la gallina. ¿Qué o quién fue primero? ¿Quiénes son los auténticos lugareños, los auténticos autóctonos?
Después de todo, la conquista y la ocupación han sido una práctica común en todas las culturas y civilizaciones durante miles de años. Casi cualquier cultura que ha sobrevivido hasta hoy ha exterminado a otra en algún momento de la historia. Curiosamente, siempre es la privilegiada la que sigue este razonamiento.
Pueblos, con la relevante s añadida, puede parecer un término menos controvertido, pero no se deje engañar. Esa sola consonante significa mucho. Pueblos, en contraposición a pueblo, indica parentesco, comunidad y pertinencia. Para los poderosos que mantienen su poder siguiendo la máxima del “divide y vencerás”, procedente de las guerras de la Antigua Grecia, pueblos encarna al archienemigo. La división está al servicio del poder.
A principios de septiembre de 2019 los consumidores éramos bombardeados por los medios de comunicación occidentales con noticias sobre los incendios en la selva amazónica. Mientras multitud de noticias llegaban a niveles próximos a la saturación, solo algunas hacían referencia a la suerte que habían corrido las comunidades indígenas del Amazonas. En medio de las acusaciones del presidente francés contra el presidente brasileño de ser cómplice del desastre, y de éste buscando venganza y acusando a su homólogo francés de colonialismo, los derechos humanos de los pueblos que habían domesticado la selva tropical permanecieron en el olvido. El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y
el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales adoptados por la ONU en 1966 afirman que “todos los pueblos tienen el derecho de libre determinación. En virtud de este derecho establecen libremente su condición política y proveen asimismo a su desarrollo económico, social y cultural.”
En honor a la verdad, el presidente francés podría ser tan cómplice como su homólogo brasileño (piensen en los gigantes franceses del petróleo y los fabricantes de coches aumentando la temperatura global, quemando unas cantidades inmensas de combustibles fósiles), y el presidente brasileño podría ser tan colonialista como su colega francés (piensen en cómo no ha implementado los derechos, internacionalmente reconocidos, de los pueblos indígenas).
Este ejemplo de ver la paja en el ojo ajeno y no la viga en el nuestro podría recordarnos la relación de las élites de poder con las comunidades indígenas en todo el mundo. Hay poca tolerancia con la interferencia por parte de terceras partes (estado) y la auto-crítica no se ejerce demasiado. Es práctica habitual señalar con el dedo, pero los “dedos indígenas” son, casi siempre, ignorados.
Las voces indígenas son, a menudo, reducidas al nivel del grito de algún primate amenazado que no puede hablar por sí mismo, para así, representar a las personas nativas como vulnerables por naturaleza, en vez de personas que han sido abusadas y explotadas por sus dominadores, llamados civilizados. Lo más curioso es que las especies animales en peligro de extinción tienen mucho en común con los pueblos indígenas en el “departamento de amenazas”.
La deforestación y la pérdida del hábitat son vistas, sobre todo, como problemas para la conservación de la naturaleza, pero afectan de igual manera a las comunidades nativas que viven como cazadores-recolectores y de la agricultura de subsistencia en esos rincones escondidos de este planeta que no dejan de menguar. Es hora de reflexionar sobre a dónde nos está llevando nuestra concepción capitalista y megalómana del mundo: si nos estamos encaminando hacia la prosperidad universal o hacia el precipicio. Y si realmente entendemos el significado de la palabra prosperidad.
Diez cosas sencillas que puede (y quizás quiera) hacer por los pueblos indígenas:
- Muéstrese interesado y escuche sus voces, por ejemplo, uniéndose a algún grupo de Facebook relacionado con ellos.
- Comparta sus historias y hable sobre sus problemas en las redes sociales.
- Únase a peticiones iniciadas por activistas indígenas.
- Hable a sus hijos de las comunidades indígenas, sus derechos y luchas.
- Haga donaciones y/o hágase voluntario de organizaciones indígenas y ONGs.
- Compre productos locales hasta que las empresas de transportes sean respetuosas con el medio ambiente. Quizás incluso después.
- Evite apoyar los intentos de la industria turística de transformar a las personas nativas en mercancía.
- No compre productos fabricados con especies de árboles tropicales en peligro de extinción.
- Compre productos de comercio justo y, si es posible, orgánicos.
- No compre animales exóticos capturados en la naturaleza.
Este artículo se ha escrito para Humanium. En Humanium fomentamos el derecho a la vida de todo el mundo y la conservación de la naturaleza con todo y todos los que forman parte de ella. El año 2019 se ha celebrado el 30 aniversario de la Convención sobre los Derechos del Niño con actos tanto en Ginebra como en Nueva York. Esperamos que usted también haya sido parte de esta importante celebración tomando parte en algún acto, compartiendo, debatiendo.
Escrito por Matyas Baan
Traducido por Esperanza Escalona