Una pandemia de pobreza de información entre los niños

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Nota: Este artículo es un artículo de opinión y su contenido proviene en gran medida de las opiniones y experiencias personales del autor.

Sin duda, estamos atravesando un período turbulento. La pandemia de Covid-19 en 2020 ha demostrado lo frágil que es nuestro mundo. Desde la Segunda Guerra Mundial, las sociedades modernas de todo el mundo se han vuelto cada vez más dependientes del capitalismo impulsado por la economía de mercado, mientras que también continúan evolucionando ideológicamente.

Desde que la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la Declaración Universal de Derechos Humanos en 1948, un número creciente de países y pueblos han aprendido a aceptar que todos los seres humanos, independientemente de su raza, sexo, edad, identidad de género, orientación sexual, origen religiosos o identidad cultural, tienen los mismos derechos humanos universales.

La responsabilidad de proteger estos derechos humanos universales se ha ido ampliando gradualmente durante los últimos años y décadas, desde las Naciones Unidas hasta los gobiernos, las ONG, las empresas e incluso los individuos. De hecho, muchos de ustedes, lectores y seguidores de Humanium, nos contactan en Humanium sobre las violaciones de los derechos humanos en todo el mundo, a menudo cometidas contra personas que no conocen personalmente. Con razón, usted expresa su preocupación por estos abusos y está ansioso por hacer algo para detenerlos. En Humanium le animamos a que siga haciendo todo lo posible para arrojar luz sobre estos abusos, y esperamos ayudarle a hacerlo con asesoramiento legal e información útil.

La libertad de información es uno de los derechos humanos fundamentales derivados de la libertad de expresión en la Declaración Universal. La información es para todos, independientemente de la edad. A pesar de sus numerosos desafíos, Internet permite compartir información a una escala sin precedentes que trasciende las fronteras nacionales y lingüísticas.

Para frenar la propagación del Covid-19 los gobiernos nacionales de todo el mundo han optado por el cierre de escuelas y empresas no esenciales, la prohibición de reuniones públicas y, en algunos casos, un estricto toque de queda. La cobertura periodística de estas medidas ha sido abrumadora en la mayoría de las sociedades democráticas, en las que pocos adultos pueden afirmar que no han sido informados adecuadamente sobre la pandemia de Covid-19, las razones que subyacen a los esfuerzos para controlarla y sus implicaciones para la vida cotidiana.

Mientras que nosotros, los adultos, parecemos haber sido inundados con información sobre la pandemia que ha llegado a definir nuestro presente, los niños han sido, por así decirlo, «dejados en la oscuridad». Los cierres regionales y nacionales afectan a sus vidas tanto como a las nuestras, si no más. Los niños están siendo separados de sus amigos, compañeros y abuelos, sus movimientos se han restringido al hogar, sus hábitos diarios se han visto alterados por los desinfectantes de manos, las máscaras, el jabón, la distancia social, la actividad física limitada, el compromiso intelectual a menudo reducido y una serie de otros cambios y desafíos que los niños estarían mejor preparados para discutir.

Mientras tanto, sólo un puñado de figuras públicas han intentado abordar directamente las necesidades y preocupaciones de los niños en medio del desarrollo de la pandemia. Las instrucciones para adultos y tutores sobre cómo informar a los niños han sido escasas en el frenesí mediático de Covid-19.

Nosotros en Humanium, y todos los adultos, incluidos ustedes, queridos lectores, tenemos la responsabilidad compartida de asegurar que el derecho humano básico de los niños a la información se haga realidad. En momentos en que los «grandes» ADULTOS se comportan con más ansiedad y miedo de lo que los niños que los rodean han visto antes, es de suma importancia asegurarse de que esas pequeñas personas (niños) no sientan una completa falta de control sobre sus vidas. Su mundo tal como lo conocían hasta ahora no debe ser destrozado aunque tenga que temblar, su espíritu no debe entrar en regresión o fundirse, no deben sentir que se les deja solos en la oscuridad.

«Sólo hay un bien, el conocimiento, y un mal, la ignorancia.»

(Sócrates)

Con este artículo quiero resaltar nuestra obligación de no descuidar la necesidad y el derecho fundamental de los niños a la información. Contrariamente a ciertas suposiciones, la sed de saber de los niños no es inferior a la de los adultos. De hecho, puedo recordar cuántas preguntas yo, como niño, abrigué y traté de responder. Recuerdo claramente el sentimiento de decepción por la frecuente falta de voluntad de los adultos para abordar mis preocupaciones y la frustración cuando no recibía ninguna respuesta significativa a mis preguntas.

En la confusión actual sólo puedo imaginar la creciente frustración de los niños con la incertidumbre exacerbada por la pobreza de información que sufren. Por lo tanto, le pido, querido lector, que aborde este tema en su propia familia y comunidad dando a los niños el conocimiento y la comprensión. Para empezar, le sugiero que lea el artículo de mi colega escritor de Humanium, Josie Thum, sobre la «Guía contra el coronavirus para los niños«. Recuerdan, no hay nada más aterrador y frustrante que no entender por qué los demás a tu alrededor están asustados y frustrados.

Escrito por Matyas Baan

Traducido por Paola Corinaldesi