Niños de Vanuatu
Descubriendo los Derechos del Niño en Vanuatu
Con las dificultades socioeconómicas, geográficas y políticas, en Vanuatu no es fácil aplicar la Convención Internacional de los Derechos del Niño. Aún queda por llevar a cabo un gran esfuerzo, especialmente en materia de sanidad, educación y maltrato.
Índice de Cumplimiento de los Derechos del Niño : 7.70 / 10 Nivel naranja: Problemas evidentes Población : 261 500 Esperanza de vida : 71,6 años |
Principales problemas que afectan a los niños en Vanuatu:
Aplicación de los derechos del niño
Son muchas las prácticas tradicionales que continúan guiando la vida de los habitantes de las islas de Vanuatu, que en ocasiones entran en contradicción con los principios internacionales de los derechos humanos. Por ello, algunos dirigentes del archipiélago tienden a veces a privilegiar la tradición en detrimento de los derechos del niño, y les cuesta hacer respetar estos derechos.
A pesar de algunas mejoras recientes, la legislación nacional y el derecho consuetudinario no se ajustan plenamente a las disposiciones de la Convención Internacional de los Derechos del Niño. Por consecuencia, los programas y los servicios destinados a los niños tampoco responden a estas exigencias.
El acceso a la atención sanitaria es una de las grandes preocupaciones del país en lo que respecta a los niños. La división del territorio en multitud de pequeñas islas sujetas a las catástrofes naturales es un obstáculo para la puesta en práctica correcta de los programas nacionales.
Además, la falta de infraestructuras, la escasez de personal sanitario, la mala calidad de las redes de saneamiento y el acceso restringido al agua potable en muchos pueblos complican el funcionamiento de los servicios sanitarios. Por otro lado, la falta general de conocimientos en cuanto a cómo criar a un niño de manera saludable es igualmente muy pronunciada en las zonas rurales.
Por ello, la tasa de mortalidad infantil es aún relativamente elevada (16 ‰). Vanuatu es uno de los Estados del Pacífico en donde es más difícil la acción de la lucha contra la malaria llevada a cabo por la Organización Mundial de la Salud.
Esta enfermedad es el origen de casi un 20% de las muertes de niños menores de 5 años. Además, la supervivencia y el desarrollo de los niños también se ven amenazados por el paludismo, las infecciones agudas de las vías respiratorias y las enfermedades diarreicas.
Asimismo, las políticas de salud a favor de los adolescentes no son suficientes, en particular en lo que concierne a los accidentes, el suicidio, la violencia y el consumo de alcohol y de tabaco. La propagación de enfermedades de transmisión sexual entre los jóvenes y el número de embarazos adolescentes (se considera que un 92 ‰) son igualmente muy preocupantes.
El aislamiento y la pobreza de los pueblos también plantean un gran problema de acceso a la educación.
A pesar de los compromisos de Vanuatu por ofrecer una educación primaria obligatoria, gratuita y de calidad a todos los niños para el 2015, la situación es poco esperanzadora: hay una tasa de alfabetización baja, unas tasas de estudios elevadas, mala calidad de la enseñanza, falta generalizada de manuales escolares y un número todavía insuficiente de docentes cualificados.
Además, el gran número de lenguas (de 80 a 100 lenguas locales, dos lenguas oficiales y una lengua nacional, el bislama) no facilita las cosas. De hecho, la educación no se oferta más que en las dos lenguas oficiales, el francés y el inglés, que son las lenguas maternas de solo un 4% de la población.
El abandono escolar es bastante elevado, y en 2008 solamente un 38% de los niños en edad de estar inscritos en el ciclo secundario lo estaban de verdad.
Según la UNESCO, estos jóvenes se encuentran en una situación muy difícil: carecen de formación profesional, no tienen empleo y no han aprendido los códigos necesarios de la vida moderna; pero dado que el sistema escolar los ha alejado del modo de vida de sus padres, ya tampoco saben cómo adaptarse a la vida de un pueblo tradicional.
Muy influenciados por una sociedad tradicionalmente dominada por los hombres, y a pesar de las mejoras recientes, la legislación de Vanuatu es aún muy discriminatoria hacia las niñas y las mujeres.
Por ejemplo, una mujer extranjera que solicite la nacionalidad vanuatuense no puede pedirla para sus hijos al mismo tiempo, mientras que un hombre sí puede hacerlo.
Pero incluso cuando la ley es igualitaria, las prácticas culturales discriminatorias continúan desfavoreciendo a las niñas, que están escolarizadas en menor número que los niños y que son con más frecuencia víctimas de violencia. Esto proviene en parte de las creencias de que la menstruación femenina tiene efectos contaminantes y nocivos.
Los derechos de los niños con discapacidad no están suficientemente protegidos en Vanuatu. Los programas (sobre todo de diagnóstico precoz) y los servicios destinados a estos niños no poseen suficientes medios para funcionar correctamente. Por consiguiente, estos sufren una falta de integración en la sociedad.
La edad legal de las mujeres para contraer matrimonio es de 16 años, frente a los 18 años de los hombres. En algunas islas aisladas, a los niños se los casa a veces más jóvenes. Un 13% de las niñas menores de 19 años están casadas o viven en pareja. Esto favorece el abandono escolar y los embarazos precoces, en detrimento de su salud y educación.
Aunque el maltrato infantil no es un fenómeno especialmente extendido en Vanuatu, el gobierno no hace lo suficiente para luchar contra él. A pesar de estar prohibido en las escuelas, el empleo de penas corporales como castigo no está proscrito en el hogar.
Algunas prácticas tradicionales y culturales hasta lo promueven de manera general en la sociedad, incluso en el seno de los organismos judiciales.
Las mujeres y las niñas se encuentran particularmente afectadas por la violencia. La costumbre según la cual el esposo aporta una dote a la familia de su esposa a cambio del matrimonio propicia la visión de mujer-objeto que va a ser comprada. Esto justifica a menudo la violencia a los ojos de la sociedad, incluso a pesar de que la ley no los considera como una excusa aceptable.
Por lo tanto, la violencia en el seno familiar y los casos de maltrato y de abuso, incluidos los sexuales, contra las mujeres y los niños no son objeto de las investigaciones apropiadas y no están lo suficientemente castigados. Los niños que son víctimas de violencia tampoco reciben el apoyo adecuado durante los procesos judiciales o durante su reinserción en la sociedad.
En Vanuatu el incesto todavía se considera como una infracción para las chicas de 15 años o más. Esto significa que una joven de la que un pariente próximo ha abusado sexualmente será tratada como culpable ante la justicia, y no como víctima. Este trato puede disuadir a los niños de informar sobre la agresión, e impide que se reparen los daños.
Por lo general, los niños de Vanuatu comienzan a trabajar desde muy jóvenes, sobre todo debido al acceso limitado a la educación.
La ley prohíbe el trabajo a los niños menores de 12 años, excepto en las producciones agrícolas familiares, donde muchos de ellos ayudan a sus padres. Debido a este bajo límite de edad y a dicha excepción para su cumplimiento, muchos niños trabajan en condiciones inapropiadas para su edad.
La edad mínima legal de responsabilidad penal está fijada en 10 años, un límite demasiado bajo con respecto al de 15 años recomendado por los textos internacionales.
Por otro lado, el procedimiento judicial aplicable a los menores tampoco está conforme a las normas internacionales pertinentes. Los profesionales de la justicia y las fuerzas del orden carecen de medios y no están suficientemente formados para poder llevar a cabo de manera correcta las necesidades específicas de los niños.
Además, numerosos pueblos privilegian la resolución de crímenes y conflictos de manera tradicional (kastom faen).
Por ello, no resulta extraño que las denuncias que se presentan ante la policía se retiren más tarde tras, a veces, la intervención de algún superior del pueblo. Estos juicios consuetudinarios no son siempre equitativos y no toman en cuenta correctamente las necesidades específicas del niño.
Las leyes consuetudinarias que aún están en vigor en las islas del archipiélago de Vanuatu permiten incluso que a veces se intercambien o se den niños a modo de solución o arreglo de conflictos.
Este intercambio está concebido como una ventaja para el niño, quien no suele cortar lazos con su familia natural, con lo que se encuentra de esta manera con una gran familia y, por lo tanto, con una gran protección. Sin embargo, esta costumbre favorece la visión del niño como un objeto, y puede perturbar su buen desarrollo.