Canadá es un país multifacético y la diversidad de los pueblos aborígenes es una de sus riquezas. Hablar de niños aborígenes de Canadá es complicado especialmente porque la multitud de situaciones dificulta la generalización. No obstante, un punto común entre cada una de las comunidades es que los derechos del niño raramente se respetan y que es difícil para esta juventud hacer valer sus derechos.
Una situación precaria y desigual para los niños aborígenes
Múltiples comunidades aborígenes se hallan repartidas sobre el territorio canadiense. Canadá reconoce tres categorías: los Inuit, las Primeras Naciones (también conocidas como Naciones Originarias), y los mestizos. Dentro de estas denominaciones, hay más de 630 naciones, comunidades o comunidades diferentes dentro de una nación. De ahí la diversidad de situaciones. El mundo aborigen ha visto un aumento en su población, con una alta tasa de natalidad. Es una población joven. Por lo tanto, el respeto de los derechos del niño es aún más importante. Sin embargo, el sistema canadiense no está adaptado a las características específicas de los aborígenes, incluso la visión de educar a los niños difiere de la de los aborígenes.
Canadá tiene un pasado violento y mortal contra los aborígenes, y particularmente contra los niños. La experiencia de las escuelas residenciales entre 1831 y 1996, cuando los niños fueron arrebatados de sus familias por un intento de asimilación, es prueba de ello. De hecho, Canadá ha sido declarado culpable de genocidio físico, biológico y cultural contra estas comunidades.
Además, el escándalo de «la primicia de los años sesenta” (o “Sixties scoop”, en inglés), una verdadera redada organizada por el gobierno de miles de niños aborígenes para ser adoptados por familias blancas canadienses, todavía está profundamente arraigado en las mentes. Algunos niños incluso fueron vendidos en el extranjero. A pesar de los intentos de reconciliación, todavía persisten muchas desigualdades en estas comunidades y las más jóvenes no se libran. De hecho, los niños de hoy sufren discriminación estructural hacia sus comunidades. Son los herederos de la marginación de los nativos, así como de la económica, política y cultural de sus familias, debido a esta historia colonial y a las decisiones políticas y las medidas asimilativas y discriminatorias que derivaron de ello.
Los derechos de los niños aborígenes en virtud de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño
La situación de los niños aborígenes es precaria y difícil con respecto a sus derechos protegidos por la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño, de la cual Canadá es signatario. De hecho, los niños aborígenes generalmente tienen menos acceso al servicio educativo. Por ejemplo, las clases se imparten en francés o inglés y no en los idiomas hablados por las comunidades aborígenes. Esta diferencia cultural también se halla en la salud. El sistema occidental de atención médica es muy diferente de las tradiciones de cuidado aborígenes que tal vez no entiendan las técnicas occidentales. Además, la situación precaria de las familias aborígenes dificulta el acceso a costosos servicios hospitalarios, al agua potable y a una alimentación sana o a su comida tradicional, que no se produce en la industria occidental. Con los alimentos procesados e industriales como único alimento fácilmente disponible, la obesidad infantil es una verdadera plaga en las comunidades aborígenes.
Más allá de estos derechos esenciales, la protección física y mental de los niños aborígenes tampoco está garantizada. Los padres, que durante niños experimentaron escuelas residenciales o la primicia de los años sesenta, tienen más probabilidades de desarrollar comportamientos adictivos con el alcohol o las drogas. Este malestar, inducido en particular por los años de malos tratos en las escuelas residenciales o por una separación brutal de sus familias, por ejemplo, puede conducir a la violencia hacia los niños, lo que tiene un impacto negativo en su desarrollo, incluso más allá de la cuestión de la violación de sus derechos.
La necesidad de defender los derechos de los niños aborígenes
La cuestión es, entonces, saber cómo garantizar la protección los derechos de los niños aborígenes y mejorar su situación. Una gran parte de los problemas de los niños aborígenes deriva del hecho de que el sistema canadiense no está adaptado a su forma de vida. Por ejemplo, los niños aborígenes están sobrerrepresentados en el sistema de bienestar infantil, un sistema occidental, y no es porque estén en mayor riesgo. Lo son los sistemas de educación y salud tampoco son mejores. Por lo tanto, es un verdadero desafío para las comunidades aborígenes, pero también para los gobiernos en los distintos niveles federal y provinciales.
Se han llevado a cabo múltiples programas y están mejorando gradualmente la situación de los niños aborígenes. Por ejemplo, los programas de desarrollo y atención juvenil han tenido mucho éxito, como el programa canadiense de nutrición prenatal. Además, la gestión de los servicios para los niños se ha confiado cada vez más a las comunidades aborígenes, lo que ha demostrado un gran progreso en la accesibilidad de los servicios esenciales.
No obstante, queda mucho por hacer y no se ha ganado nada. Por ejemplo, mediante la nueva ley C-92 vigente desde enero de 2020, el sistema de protección de la juventud aborigen se transfiere de las provincias canadienses a los diferentes grupos aborígenes. El objetivo principal es adaptar mejor la ubicación de los niños aborígenes a sus necesidades específicas. En el pasado, el gobierno federal fue declarado culpable de discriminar a los niños aborígenes por el sistema de bienestar infantil. Sin embargo, la Ley de C-92, percibida por algunos como ilusoria, está siendo cuestionada por la Provincia de Quebec, en particular sobre una cuestión de conformidad constitucional.
La Oficina Internacional de los Derechos del Niño, una ONG internacional, con sede en Montreal, abordó este tema en su informe de 2019 sobre niños aborígenes en Quebec. Este informe explora 5 ejes para adoptar una visión global de su situación: la identidad, la salud y el desarrollo, la educación, la protección y la justicia, la participación. Este último eje muestra la importancia de la participación de los jóvenes aborígenes que deben ser agentes de cambio.
Basándose principalmente en los niños aborígenes quebequenses, el estudio muestra que los jóvenes están tomando progresivamente la palabra y reapropiando sus tradiciones. Los Centros de Amistad nativos de Quebec son buenas plataformas, particularmente en la lucha contra la discriminación y el racismo al crear conciencia sobre la vida aborigen. En el plano internacional, los jóvenes aborígenes se han pronunciado en el Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas.
No obstante, la marginalización cultural, socioeconómica y política de las comunidades aborígenes es un es un obstáculo real para la plena realización del derecho a la participación de los niños y el avance de los derechos de los niños indígenas. La situación desigual de estos niños de Canadá resuena en otras comunidades aborígenes de todo el mundo. A través de su defensa, Humanium promueve la protección de los derechos de los niños y especialmente los de los niños aborígenes.
Únase a la comunidad mundial de Humanium y conviértase en un actor en la lucha por el respeto de los Derechos del Niño.
Escrito por Juliette Bail
Traducido por Susana Ibarz De La Torre
Trabajos citados:
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