Determinar la edad de los niños migrantes

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En la última década, la emigración y los desplazamientos externos han pasado a ser la realidad de un número de niños cada vez mayor. Además, los niños migrantes son uno de los grupos de población más vulnerables, y la incapacidad para proporcionarles la documentación que confirme su edad y estado exacerba dicha vulnerabilidad.

Las controversias sobre la edad de los niños migrantes, que surgen de la creciente sospecha y escepticismo relacionados con la llegada de los jóvenes, cuestiona la identidad de dichos niños, mientras que estos experimentan una mayor vulnerabilidad (Kenny et al, 2018). El posterior procedimiento de determinación de su edad está rodeado de cuestiones éticas, de potenciales peligros, tanto para el bienestar físico como mental de los pequeños, y de la falta de exactitud del proceso de determinación.

Situación inicial

Los niños migrantes cruzan fronteras en busca de protección internacional como consecuencia del miedo a ser perseguidos o de la falta de protección obtenida en su país de origen por la violación de los derechos humanos o la existencia de conflictos. El eje común a todos los niños migrantes, con independencia de si llegan acompañados o no, separados, en calidad de refugiados, o si son secuestrados o engañados, es la falta de documentación identificativa adecuada que acredite su estado de menor.

Los motivos de esta falta de documentación identificativa van desde la pérdida o la confiscación de la documentación antes o durante el viaje migratorio hasta el fracaso del registro de nacimiento, que, desafortunadamente, todavía es frecuente en muchos países asiáticos y subsaharianos. (Kenny et al, 2018). Debido a la ausencia de guías específicas en el caso de disputas sobre la edad, en algunos países muchos niños migrantes acaban entrando en un programa de asilo para adultos. En otros países, el estatus que reciben los niños a menudo exige que los menores se vean involucrados en un proceso de determinación de la edad que resulta poco fiable (Consejo de Europa, 2019).

La importancia de la edad

El estatus de ‘niño’ (“cualquier persona menor de 18 años”), tal como se indica en el Artículo 1 de la Convención de los Derechos del Niño, otorga el acceso a diferentes derechos políticos, económicos, sociales y culturales, tales como el acceso a los servicios de protección infantil adecuados, educación, hogar y apoyo (Consejo de Europa, 2019). Mientras que la edad es una característica innata del ser humano, la edad de un inmigrante está relacionada con el estado de dicha persona, con lo que es un indicador para la obtención de cierta protección legal que cubra sus necesidades (EASO, 2018). En el contexto de la emigración, la edad puede determinar cómo se procesa una solicitud de asilo, así como el resultado final derivado de dicho proceso (Kenny et al, 2018).

El proceso de determinación de la edad

La determinación de la edad es “el proceso mediante el cual las autoridades buscan dar con la edad cronológica de una persona con el fin de establecer si se trata de un niño o un adulto” (EASO, 2018). Las causas principales que llevan a este proceso son las dudas sobre las afirmaciones acerca de la edad de los niños, la falta de documentación acreditativa o la posesión de documentación que no se considera fiable.

Los mecanismos de salvaguardia de este proceso son la presunción de la menoría de edad y el beneficio de la duda, principio que desplaza la carga de la prueba a las autoridades públicas. Dichos mecanismos exigen tratar a la persona como niño hasta que se demuestre lo contrario para garantizar el bienestar del niño y una protección adecuada. Tal como señala el Comité de los Derechos del Niño (CDN), el principio del beneficio de la duda requiere que los gobiernos, “en el caso de que exista una incertidumbre final, opten por el beneficio de la duda, de manera que, si existe la posibilidad de que el individuo sea un niño, este sea tratado como tal” (CDN, 2005).

Técnicas para determinar la edad

Para determinar la edad cronológica de un inmigrante, los gobiernos llevan a cabo una combinación de varios exámenes y pruebas. Dichas pruebas pueden clasificarse en dos categorías principales: médicas y no médicas.

Pruebas médicas

Los exámenes médicos que se realizan se dividen entre los que implican radiación y los que no.

Pruebas médicas que requieren radiación

Algunos tipos de pruebas médicas implican el uso de radiación, tales como radiografías carpianas, pélvicas, dentales o de la clavícula, que sirven para determinar la edad de la persona (EASO, 2018). Debido a la invasividad de dichas pruebas y de los potenciales daños que pueden ocasionar, estas medidas deberían utilizarse únicamente como último recurso.

Pruebas médicas que no requieren radiación

Otras pruebas que no implican radiación incluyen la observación de la dentadura, resonancias magnéticas y observaciones del desarrollo físico. Si bien estos métodos ofrecen consecuencias menos nocivas para el bienestar del niño, debería remarcarse que la invasividad de las pruebas puede conllevar una experiencia traumática para el niño migrante (EASO, 2018).

Pruebas no médicas

Las pruebas no médicas incluyen la evaluación de otros indicios, la realización de una entrevista de evaluación de la edad, así como una evaluación psicosocial de la edad del niño. Pese a que este tipo de evaluaciones resultan menos invasivos y nocivos a la hora de determinar la edad de los niños migrantes, la existencia de traumas anteriores y otros aspectos importantes relacionados con la salud mental podrían afectar a la capacidad cognitiva del inmigrante (EASO, 2018).

Riesgos y retos

El proceso de determinación de la edad conlleva varios retos, cuestiones y riesgos que pueden afectar al bienestar de los afectados.

Falta de exactitud de los métodos de determinación

La determinación de la edad es una tarea delicada y compleja, así como una ciencia inexacta que tiene un margen de error de 5 años en ambos sentidos (Royal College of Pedriatris and Child Health, 2007) y, por tanto, no se considera muy fiable (Consejo de  Europa, 2019).  Las pruebas médicas relacionadas con el desarrollo óseo, al igual que las observaciones dentales, han sido duramente criticadas por los expertos, no solo por su falta de exactitud, especialmente en lo que concierne a los niños migrantes de “edad crítica”, comprendida entre 15 y 20 años, sino también desde un punto de vista ético, que no comparte la naturaleza invasiva de dichas pruebas.

El diferente desarrollo de los niños y el hecho de que la madurez de los mismos se base en sus orígenes sociales, económicos, culturales y medioambientales (no exhaustivos) (Kenny et al, 2018) supone un reto para la fiabilidad de la evaluación no médica. La singularidad del desarrollo de cada niño, tanto a nivel físico como personal, pone en peligro la rigurosidad de la evaluación. Por ejemplo, se ha demostrado que la pobreza y la desnutrición aceleran la madurez y el desarrollo humanos (Kenny et al, 2018).

Personal cualificado

En caso de que un niño migrante tenga que pasar por este proceso de determinación de la edad, el escenario ideal incluiría un equipo de expertos que hayan recibido formación en el asunto y sean objetivos e independientes. Junto a dichos expertos, también se requeriría un enfoque multidisciplinar, con el fin de llevar a cabo las pruebas necesarias de una forma apropiada a nivel cultural que también atienda a las perspectivas de género (EASO, 2018). Si bien estas pruebas normalmente se realizan por dentistas, pediatras, radiólogos y trabajadores sociales, a menudo se aprecia una falta de multidisciplinariedad que tenga en cuenta las diferencias culturales en el desarrollo físico y mental de los jóvenes (Hjern et al, 2011), lo que lleva a que se identifique erróneamente a niños como jóvenes adultos.

Aspectos éticos

Ya que los niños migrantes representan uno de los colectivos poblacionales más vulnerables, el proceso de determinación de la edad puede ser cuestionado desde una perspectiva ética, y ha sido duramente criticado, ya que podría afectar negativamente al bienestar físico y mental de los niños. Por otro lado, algunas pruebas médicas exponen a los jóvenes a una importante cantidad de radiación y son, por tanto, potencialmente peligrosas para ellos. En el caso de las pruebas físicas, así como en el de las psicosociales llevadas a cabo por los gobiernos, estas pueden representar una experiencia traumática para los niños migrantes que han sido perseguidos en el pasado.

Control de la inmigración

Si bien, desde el punto de vista de los derechos infantiles, la determinación de la edad de los niños migrantes debería apoyar el bienestar y la felicidad del menor, los países de acogida a menudo utilizan este proceso como una medida poco fiable para controlar la inmigración. Este cambio de objetivo, junto a un mayor número de sospechas vinculadas a la edad del inmigrante, supone un riesgo para la salvaguarda y protección de los niños y su bienestar.

Identificación errónea

Debido al margen de error de los procesos existentes y al cambio de objetivo de la determinación de la edad como herramienta de control de la inmigración, numerosos niños son identificados erróneamente como adultos y, por tanto, expuestos a mayores riesgos que pueden comprometer su bienestar físico y mental. Los niños identificados incorrectamente tienen una mayor probabilidad de ser detenidos con adultos, así como de ser objeto de violencia, explotación sexual y abuso, trata de personas o trabajos forzosos, y de verse involucrados en actividades criminales por razones de supervivencia. Además, se les niega el acceso a numerosos derechos fundamentales que les conciernen, ya sean civiles, políticos, económicos, sociales o culturales, tales como el acceso a servicios de protección infantil adecuados, educación, hogar y apoyo (Consejo de Europa, 2019).

Actuemos

Pese a que los derechos del niño están reconocidos prácticamente a nivel universal y al hecho de que estos sean la diana de la Convención de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas, todavía queda un largo camino por recorrer hasta que se cumplan y reconozcan en la intersección entre las leyes sobre los derechos de los niños y las leyes de refugiados y migrantes. Los niños migrantes son, ante todo, niños.

Humanium, como miembro de Child Rights Connect, organización encargada de redactar el borrador de la Convención de los Derechos del Niño de las Naciones Unidas, está comprometido con la protección de los niños vulnerables de todo el mundo. Humanium trabaja para lograr un mundo en el que los derechos de los niños se respeten de forma universal y efectiva, protegiendo y garantizando su cumplimiento en todas aquellas circunstancias que involucren a un niño. Puedes ayudar a crear conciencia sobre este asunto apoyando a Humanium, ya sea apadrinando a un niño, haciendo una donación o haciéndote miembro o voluntario.

Escrito por Alexander Weihrauch

Traducido por Laura España Ladrón

Revisado por Laura Ibarrola 

Bibliografía:

Council of Europe (December 2019), Age Assessment for Children in Migration – A human rights-based approach.

Kenny, M.A. & Loughry, M., ‘These don’t look like children to me’: age assessment of unaccompanied and separated children in: Mary Crock and Lenni B. Benson, Protecting Migrant Children – In Search of Best Practice, Chapter 16, 2018.

EASO (2018), Practical Guide on Age Assessment, EASO Practical Guide Series.

1989 Convention on the Rights of the Child.

Royal College of Paediatrics and Child Health (2007), The Health of Refugee Children: Guidelines for Paediatricians

Markowska-Manista, U., (2018), Children and Youth in Varied Socio-Cultural Contexts Theory, Research, Praxis.

Hjern, A. & Brendler-Lindqvist, M. & Norredam, M. (2011). Age assessment of young asylum seekers.