Niños de Burkina Faso

Descubriendo los derechos del niño en Burkina Faso

La efectividad de los derechos de los niños es una cuestión importante que concierne a todas las sociedades humanas. Burkina Faso, a pesar del nivel de pobreza en la población, debe reducir urgentemente las desigualdades ligadas al género y garantizar a las chicas jóvenes un entorno de vida que favorezca el desarrollo de su pleno potencial y garantice su empoderamiento.

Índice de los Derechos del Niño: 5,29 / 10

Nivel negro: Situación muy grave

Población: 20,32 millones

Población (0 a 14 años): 44,6%

Esperanza de vida: 61 años

Tasa de mortalidad en menores de 5 años: 87‰

Burkina Faso de un vistazo

Burkina Faso es un país sin acceso al mar y con una extensión de 272.967 km². Situado en el corazón de África Occidental, dentro del circuito del río Níger, este país limita al norte y al oeste con Malí, al este con Níger y al sur con Benín, Togo, Ghana y Costa de Marfil.

La población de Burkina Faso se estima en 20.321.378 (Banca MundialBanco Mundial, 2019). La capital de Burkina Faso, Ouagadougou, está experimentando un crecimiento demográfico excepcional, alojando así al 12% de la población total del país (EDSBF-MICS IV, 2010). Le siguen las regiones de Hauts-Bassins (11%) y de Boucle du Mouhoun (10%) (EDSBF-MICS IV, 2010). La población de Burkina Faso está fuertemente marcada por su juventud, siendo la edad media de 21,8 años. Los menores de 14 años representan así el 44,6% de la población (Banca Mundial, 2019).

Burkina Faso es uno de los países más pobres del mundo. Este nivel de pobreza se traduce en una economía y un nivel de desarrollo humano débiles. En 2015, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) clasificó al país en el lugar 183 sobre un total de 188 países en el índice de desarrollo humano, con más del 55% de la población viviendo bajo el umbral de pobreza. 

Asimismo, la inseguridad alimentaria (CDAC & H2H, n.d.), la mala calidad de la educación, las tasas de pobreza y mortalidad relativamente elevadas (especialmente materna e infantil) son algunos de los desafíos que Burkina Faso debe afrontar si quiere mejorar las condiciones de vida de su población en general, pero sobre todo de los niños (Educo, 2017).

Situación de los derechos de los niños[1]

Burkina Faso ha manifestado en muchas ocasiones su compromiso con la causa de los niños. Participó en la Cumbre Mundial a favor de la Infancia de 1990 en Nueva York y ha ratificado tratados internacionales tales como la Convención sobre los Derechos del Niño proclamando y garantizando los derechos del niño. De este modo, estos compromisos dan lugar a diversas acciones y políticas orientadas a la promoción y la protección de los derechos de los niños.

La política de desarrollo económico y social de Burkina Faso favorece así ciertos elementos tales como la situación nutricional del niño, la bajada de la tasa de mortalidad infantil, la vulnerabilidad de los hogares y el acceso para los niños y sus madres a los servicios sociales básicos.  

Esta política revela así la realidad según la cual los niños burkineses se enfrentan a muchos desafíos. En relación con la juventud de la población, los niños son los más afectados por la   pobreza que impacta a las mujeres hasta el 52% y a los hombres hasta el 48% (Bureau International des Droits des Enfants, 2017). El área de la educación representa un desafío mayor para el país que quiere hacer del derecho a la educación una prioridad estableciendo una política sectorial de la educación cubriendo el período de 2014 a 2023.

Una protección social adaptada a los niños

Los niños de Burkina Faso que enfrentan la pobreza en el centro del país son los más afectados. La pobreza en Burkina Faso sigue siendo un fenómeno esencialmente rural. De hecho, la contribución del medio rural a la pobreza nacional fue en 2003 del 92% (WETTA & KONÉ, n.d). Esta tasa requiere una atención especial dentro de la medida en que el número de niños por hogar es mayor en el medio rural que en el medio urbano.

Esta realidad muestra una pobreza infantil mayor que la media nacional. Por lo tanto, es de particular importancia velar por la puesta en práctica de una política de protección social adaptada al niño y que apoye también a los hogares. En Burkina Faso, el sistema de protección social centrado en el niño es perceptible a través de los programas de redes sociales.

Las redes sociales de seguridad tienen como objetivo proteger a las familias de las consecuencias de las crisis económicas, de catástrofes naturales y otras crisis (Banca Mundial, n.d). Burkina, a través de su política nacional de protección social, cuenta con múltiples iniciativas de redes sociales destinadas a favorecer el acceso a los servicios sociales básicos. Este es particularmente el caso de las transferencias monetarias y cuasi monetarias o incluso de las transferencias en especie (Burkina Faso, 2012).

Las transferencias monetarias y cuasi monetarias benefician principalmente a los huérfanos y a los niños vulnerables, y también a los hogares pobres. Los criterios de elegibilidad son el nivel de pobreza, así como la presencia de niños y huérfanos vulnerables (OEV, por sus siglas en francés) en el seno de las familias que se benefician de ellos (Burkina Faso, 2012).

Las redes sociales de seguridad tienen así un impacto positivo sobre la salud, pero también sobre la educación de los niños. También es importante señalar que alrededor del 20% de los hogares vulnerables en Burkina son presas de la inseguridad alimentaria crónica (Burkina Faso, 2012). Las autoridades están tratando de luchar contra esta inseguridad alimentaria, en particular mediante transferencias en especie.

Las transferencias en especie consisten esencialmente en transferencias alimentarias y en la distribución de kits escolares. Cuatro tipos de transferencias alimentarias se llevan a cabo actualmente en Burkina Faso- Se trata de ventas de alimentos a precios subvencionados, distribuciones de alimentos gratuitos, programas nutricionales y programas de cantinas escolares (Burkina Faso, 2012).

En lo que concierne a la distribución de kits escolares, consiste en la distribución gratuita de manuales y materiales escolares en las escuelas primarias. El objetivo final de estos programas es incrementar considerablemente la tasa de escolarización.

Abordando las necesidades de los niños

Derecho a la salud

La salud es un aspecto esencial para el buen desarrollo del niño. Por tanto, garantizar el derecho a la salud en beneficio de todos los niños debe ser una prioridad absoluta para las autoridades burkinesas. Desde el punto de vista jurídico, el derecho a la salud ha experimentado cierta evolución en Burkina Faso. Burkina Faso ratificó la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño el 23 de julio de 1990.

También cabe precisar que Burkina reconoce en su constitución el derecho a la salud y la protección de la infancia. Se trata de un hecho excepcional en África Occidental que constituye un avance en términos de salud es la existencia en Burkina Faso de un código de la salud pública.

Esta protección jurídica sienta las bases para la realización progresiva del derecho a la salud en este país. No obstante, en la práctica, existen ciertos problemas en Burkina que obstaculizan la implementación del derecho a la salud, sobre todo en beneficio de los niños en vista de su vulnerabilidad.

Un obstáculo mayor en la realización del derecho a la salud en Burkina Faso es la accesibilidad financiera a los servicios de salud. La pobreza afecta, como ya se ha mencionado, a gran parte de la población. Para remediar esta situación, el gobierno burkinés ha establecido como prioridad el fortalecimiento de la accesibilidad financiera de la población a la atención de salud, reduciendo las cargas financieras que soportan las poblaciones mediante la adopción progresiva de medidas de gratuidad y subvención de ciertos servicios y cuidados. Algunas de estas medidas están centradas en el niño.

Estas incluyen, entre otras, el tratamiento gratuito del paludismo grave en los niños menores de 5 años en los centros de salud pública, la vacunación gratuita para los niños menores de un año y el suplemento gratuito de vitamina A para los niños menores de 5 años o el tratamiento preventivo gratuito para mujeres embarazadas (Burkina Faso, 2012).

Las acciones del gobierno burkinés demuestran, por tanto, su compromiso de garantizar el derecho a la salud de los niños. No obstante, estas acciones deben ser reforzadas, sobre todo con respecto a las poblaciones pobres que tienen necesidades elevadas en el ámbito de la salud, pero que carecen de los recursos que les permitan acceder a los tratamientos de salud. Por lo tanto, la reducción de las barreras financieras a la atención médica debe seguir siendo una prioridad absoluta para las autoridades de Burkina Faso.

Derecho a la educación

No puede pasarse por alto la acción de las autoridades burkinesas en favor de la educación. En su deseo de fortalecer el derecho a la educación, el Estado de Burkina Faso establece la educación gratuita para todos los niños de 6 a 16 años a través de la ley de orientación educativa, que es la piedra angular del sistema educativo burkinés, aprobada el 30 de julio de 2007 (Journal officiel, 2007-09-20, n° 38, Loi N°013-2007/AN portant loi d’orientation de l’éducation).

Esta disposición aspira a garantizar el acceso universal al sistema educativo y a reducir los costos de los hogares pobres relacionados con la educación de los niños. No obstante, está claro que la situación de la educación en Burkina Faso sigue siendo insatisfactoria.

El Estado lucha por garantizar la educación para todos y para las diferentes categorías de niños que se encuentran fuera del sistema educativo formal (EDSBF-MICS IV, 2010)- Se trata en particular del caso de los niños discapacitados cuyo acceso a la educación sigue siendo problemático, lo cual tiene como consecuencia arriesgar gravemente su futuro y especialmente sus posibilidades de inserción social-profesional (Educo, 2020).

Asimismo, las desigualdades ligadas al género y el acceso a la educación para los niños vulnerables y aquellos que viven en zonas rurales son problemas importantes que requieren la atención de las autoridades burkinesas (Bureau International des Droits des Enfants, 2017).

Derecho a la identidad

Permitir que un niño pueda disfrutar de sus derechos, de la protección del Estado, es primeramente declararlo. En otras palabras, consiste en registrarlo, para asegurar que se realiza su derecho a la identidad. En el contexto de Burkina Faso, el registro de nacimientos se impone por el artículo 56 de la ley que establece y aplica un código de las personas y la familia en Burkina Faso (Loi Zatu an VII 13 du 16 novembre 1989 portant institution et application d’un code des personnes et de la famille au Burkina Faso).

La tasa de menores de 5 años que han sido registrados supone el 77% (EDSBF-MICS IV, 2010). Por tanto, esta tasa implica que aún quedan enormes esfuerzos por hacer para garantizar mejor el derecho a la identidad de cada niño. Las disparidades en términos de registro de nacimiento son muy perceptibles en función del entorno y las regiones de residencia.

Así, los niños inscritos en el registro civil son proporcionalmente menos numerosos en las zonas rurales que en las urbanas (74% frente a 93%) (EDSBF-MICS IV, 2010). Los niños nacidos en las regiones centro-occidentales y especialmente en Sahel son más susceptibles de no ser registrados al nacer. Esta situación se encuentra en las antípodas de la observada en el centro y en Ouagadougou donde se declaran casi todos los nacimientos con una tasa de alrededor del 93%.

Asimismo, en Burkina Faso, los niños registrados no siempre tienen un certificado de nacimiento porque se ha perdido o no se ha entregado a los padres. En esta perspectiva, se debe hacer hincapié en ciertas regiones como las regiones Oriental y Centro-Sur que registran, respectivamente, tasas de 51,8% y 29,9% de personas que han sido inscritas, pero que no poseen un certificado de nacimiento que justifique este registro (EDSBF-MICS IV, 2010).

Finalmente, se debe prestar especial atención a la situación económica de la familia, lo cual es un factor importante en la inscripción de nacimiento. El porcentaje de inscritos en el grupo más pobre es del 62%. Esta situación es opuesta a las familias con mejor situación económica cuya tasa es del 95,2% (EDSBF-MICS IV, 2010). Por tanto, para poder garantizar a los niños ventajas sociales, acceso a la salud, educación, derecho a la herencia y muchas otras ventajas, es urgente garantizar el derecho a la identidad de los niños.

Los factores de riesgo → Los desafíos específicos del país

El trabajo de niños

En virtud del artículo 32 de la Convención sobre los Derechos del Niño, el niño tiene el derecho a ser protegido contra todo trabajo que ponga en peligro su salud, su educación o su desarrollo. En Burkina Faso, el trabajo infantil sigue siendo un problema importante que tiene consecuencias en el desarrollo del niño y un impacto significativo en el desarrollo económico y social del país. La cuestión del trabajo infantil es muy urgente dentro de la medida donde según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Burkina Faso es uno de los países africanos con una tasa muy alta de niños trabajadores; siendo el 51,05%.

Los diferentes sectores involucran a los niños. Estos incluyen el sector agrícola (69,2%), el trabajo doméstico (19,2%), el comercio (5,6%) y la minería de oro (2,3%) (Bureau International des Droits des Enfants, 2017). Las peores formas de trabajo se manifiestan a través de la explotación de los niños en los campos de algodón, en las profesiones artesanales y en la minería artesanal de oro.

El desarrollo físico y emocional de estos niños se ve seriamente impactado por estos trabajos peligrosos. Involucrados en estos trabajos debido a la pobreza, los niños son expuestos a dos riesgos múltiples, como la toxicidad del mercurio en las minas de oro, y los productos químicos y otros pesticidas utilizados en la industria del algodón.

Estas duras condiciones aumentan en el caso de las niñas, cuya carga de trabajo suele ser mayor que la de los niños. Las niñas también son víctimas de todo tipo de violencia basada en género. Por desprotección, ignorantes de sus derechos, encerradas en la tradición de la sumisión, y son violadas se encierran en el silencio (BIT, 2013).

Los peligros a los que son expuestos los niños van evidentemente en contra de las medidas derivadas de la Convención n°182 de la OIT, ratificada por Burkina Faso el 25 de julio de 2001. A pesar de la gravedad de la situación, se puede constatar que Burkina Faso ha avanzado en la lucha contra las peores formas de trabajo infantil.

Así, el gobierno ha adoptado un programa nacional y una hoja de ruta para combatir el trabajo infantil en los sitios de extracción de oro y en las canteras artesanales 2015-2019. Su implementación ha permitido acompañar a las familias en el proceso de reintegración familiar y social y rehabilitar a los niños que viven y/o trabajan en sitios de extracción de oro. Así, 6.926 niños fueron sacados de sitios de extracción de oro y seguidos para su reintegración social y familiar (Burkina Faso, 2018).

Estos esfuerzos aún no logran poner fin a esta catástrofe. Esta situación reprobable que persiste y afecta negativamente a los niños tiene el efecto de frenar los esfuerzos del gobierno en el tema de la escolarización de los niños y sumergirlos en un círculo vicioso y perpetuo de pobreza.

El matrimonio infantil

En la sociedad burkinesa, el matrimonio juega un rol social importante dado que éste no solo representa la unión de aquellos en matrimonio, sino también la de las familias respectivas. Por tanto, el matrimonio es sagrado y percibido como el único marco en el que una mujer puede procrear. De lo contrario, ello traería deshonra para ella y su familia (Bureau International des Droits des Enfants, 2017).

Desde esta perspectiva, el matrimonio en la sociedad aparece como una protección contra este deshonor. Esa concepción tiende a favorecer el matrimonio forzado entre los niños, que parece ser un medio de preservar el honor de la familia de la niña (Bureau International des Droits des Enfants, 2017).

Según UNICEF, más del 52% de las mujeres son casadas antes de cumplir los 18 años (Bureau International des Droits des Enfants, 2017). Las promesas de matrimonio a menudo tienen lugar en el nacimiento de la niña o en el curso de su infancia. Ello requiere el pago de una dote que acredite el compromiso de la familia del pretendiente (Amnesty International, 2016).

Las consecuencias de estos matrimonios son numerosas y se hallan en varios niveles. A nivel psicológico y físico, la cuestión primordial es saber si las niñas forzadas al matrimonio son capaces de asumir las implicaciones físicas y mentales de tal situación. La respuesta de toda evidencia es que no. Algunas niñas, según relata la ONG Amnistía Internacional, pueden casarse desde los 11 años. Su salud se pone en grave peligro, especialmente en lo que respecta a su capacidad para procrear. Su corta edad puede provocar complicaciones relacionadas con el embarazo y poner su vida en peligro.

Por tanto, estas jóvenes se ven privadas de su libertad sexual y reproductiva, un componente esencial de su derecho a la salud. Además, los matrimonios precoces y forzados constituyen un obstáculo importante al derecho a la educación de las niñas. Generalmente, se ven obligadas a abandonar sus estudios, lo que compromete sus posibilidades de éxito y empoderamiento (Amnesty International, 2016).

Sin embargo, existe una legislación nacional destinada a proteger a estas jóvenes del matrimonio forzoso. El matrimonio forzado constituye un delito, porque está prohibido por el Código Penal en su artículo 76 (Bureau International des Droits des Enfants, 2017).

El consentimiento en el matrimonio también recibe una atención especial por parte de las autoridades burkinesas, ya que está consagrado en la Constitución en el artículo 23 y en el  artículo 234 del Código de las personas y la familia (Amnesty International, 2016).

Por lo tanto, es fundamental garantizar una mejor aplicación de las leyes que protegen a las niñas contra el matrimonio precoz y forzado y, además, garantizar la modificación de la edad legal para contraer matrimonio considerada discriminatoria (17 años para las niñas y 20 años para los niños) (Amnesty International, 2016).

Las mutilaciones genitales femeninas (MGF)

El Comité de los Derechos del Niño, el 10 de julio de 2013, enfatizó al gobierno burkinés su preocupación en relación con la falta de atención prestada a las mutilaciones genitales femeninas. Aproximadamente el 76% de las mujeres burkinesas de entre 15 y 49 años han sufrido una mutilación genital (Carrefour International, n.d.). Es igualmente importante mencionar la edad de las niñas durante la escisión, que es relativamente baja.

De hecho, según la encuesta demográfica y de salud con indicadores múltiples, en el 60% de los casos las mujeres declararon haber sido víctimas de este tipo de prácticas antes de los 5 años. Las MGF se practican en todo el país. Sin embargo, hay algunas regiones con alta prevalencia.

Estas son el Centro-Este (89,5%), los Hauts-Bassins (82,3%), la Meseta Central (87,7%) y el Centro-Norte del país (86,8%) (EDSBF-MICS IV, 2010). Al igual que en algunos países como Nigeria, Sudán y Yemen, la MGF en Burkina es muy prevalente en las zonas rurales (78% frente a 69%) (Lewnes, 2005).

Las consecuencias de tales prácticas son negativas para las niñas. Además de las consecuencias psicológicas y físicas sobre las niñas, las MGF dan lugar a la negación flagrante de los derechos de las niñas. Estas prácticas atentan contra su derecho a la vida, su derecho a la integridad física, su derecho a la salud – incluida su salud sexual y reproductiva – así como su derecho a estar libres de toda forma de violencia, agresión o brutalidad física o mental (Amnesty International, 2016).

Dos factores pueden explicar la sostenibilidad de la MGF en Burkina Faso. Esto es, en primer lugar, la situación de la madre y, en segundo lugar, su nivel de educación (UNICEF n.d). Las madres que ya han sufrido una MGF son más susceptibles de someter a la misma práctica a sus hijas debido a los beneficios sociales que esto podría representar para la niña en el seno de la comunidad.

Por último, el nivel de educación de la madre no puede pasarse por alto como factor para frenar las MGF. «En general, las hijas de madres más educadas son menos susceptibles de sufrir una MGF que las hijas de madres con poca o ninguna educación». (UNICEF n.d).

Escrito por Habib Kouame

Traducido por Susana Ibarz De La Torre

Revisado por Nieves Carazo

Última actualización el 31 de marzo de 2021

Referencias:

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[1]  Este artículo de ninguna manera pretende dar una descripción completa o representativa de los derechos del niño en Burkina Faso. De hecho, uno de los muchos desafíos es la escasa información actualizada sobre los niños de Burkina Faso, de la cual la mayoría no es confiable, no es representativa, está desactualizada o simplemente es inexistente.