En los últimos años, ha habido un alarmante y drástico aumento de los intentos de suicidio entre niños y adolescentes en todo el mundo. Las tensiones sociales y económicas, la pandemia de COVID-19, los trastornos de salud física y mental, los abusos, la violencia o los traumas familiares, los estudios y la orientación sexual son algunos de los factores que llevan a niños y adolescentes al suicidio o a tener pensamientos suicidas.
Qué es el suicidio
El suicidio es una muerte causada por «un comportamiento autodestructivo con intención de morir» (Nationwide Children’s, n.d.). Un intento de suicidio ocurre cuando los mismos criterios conducen a una lesión no fatal en lugar de la muerte (Nationwide Children’s, n.d.). Antes de intentar suicidarse, los más jóvenes pueden tener pensamientos relacionados con el suicidio o haberse planteado el suicidio. Cuando esto sucede, se conoce como ideación suicida (John Hopkins Medicine, n.d.).
Prevalencia y tendencias globales
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que a nivel mundial hay más de 700 000 suicidios anuales (OMS, 2023). Esta cifra es una aproximación debido a la calidad variable de la investigación sobre el suicidio en todo el mundo. Solo 80 Estados Miembros de las Naciones Unidas recopilan datos de registro que pueden usarse para estimar la prevalencia del suicidio (OMS, 2023). Como resultado de la escasa recopilación de datos, la subnotificación crónica y la clasificación errónea de las muertes por suicidio, todas las estadísticas relativas al suicidio deben presentarse con reservas (OMS, 2023).
El suicidio es especialmente prevalente entre las poblaciones más jóvenes. Es la segunda causa principal de muerte entre los niños de 10 a 14 años (Cammarata, 2023). Es la cuarta causa principal de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años (OMS, 2023). Entre las personas de 15 a 24 años, es la tercera causa principal de muerte (John Hopkins Medicine, n.d.). El suicidio es más frecuente entre los adolescentes mayores que entre los más jóvenes (Lovero, Santos et al., n.d.).
Los niños tienen aproximadamente cuatro veces más probabilidades de morir por suicidio que las niñas, aunque las niñas tienen más probabilidades de intentar suicidarse (John Hopkins Medicine, n.d.). Los datos existentes también apuntan a una disminución gradual global en la edad del suicidio desde mediados del siglo XX (Solomon, 2022).
En términos de prevalencia geográfica, las tasas de suicidio por habitante son más altas en los países de ingresos bajos o medios y los índices más elevados se observan en Lesoto, Guyana y Suazilandia (World Population Review, 2023). Estados Unidos tiene la tasa de suicidio más alta por cada 100 000 habitantes entre los países de mayores ingresos; por debajo de los 25 años, 1 de cada 5 mujeres y 1 de cada 10 hombres sufren un episodio clínicamente diagnosticado de depresión severa (Prinstein, 2022).
Factores de riesgo
Varios factores de riesgo pueden aumentar la probabilidad de que un joven cometa o intente cometer un suicidio. Los principales factores incluyen:
El estado de salud mental y física
Los jóvenes que tienen algún problema de salud mental o física tienen un mayor riesgo de padecer trastornos psicológicos y de suicidarse. Se estima que el 95 % de las personas que se suicidan tienen un trastorno psicológico en el momento de su muerte (Cammarata, 2023). Estudios del Reino Unido en 2016 demostraron que más del 35 % de los niños y jóvenes que se habían suicidado habían buscado ayuda médica para un problema de salud física antes de su muerte (Universidad de Manchester, 2016).
Casi la mitad de los jóvenes de 11 a 16 años con un trastorno de salud mental en el Reino Unido se han autolesionado o han intentado suicidarse (Royal College of Pediatrics and Health, 2021). La existencia de problemas de salud física y mental aumenta la probabilidad de sufrir trastornos psicológicos y hace que los jóvenes sean más susceptibles al maltrato, el acoso y el abuso. Este riesgo se incrementa para las personas que sufren enfermedades de salud mental o física de larga duración o crónicas, como trastornos psiquiátricos graves o VIH (Lovero, Santos et al., 2023).
Estatus socioeconómico
Más del 70 % de los suicidios del mundo ocurren en países considerados de ingresos bajos o medios (OMS, 2023). Las estimaciones sugieren que este número aumenta hasta el 90 % en las muertes por suicidio en adolescentes (Lovero, Santos et al., 2023). La falta de recursos reduce la disponibilidad y accesibilidad a los servicios de salud, lo que causa desesperación por la denegación de alimentos y otros servicios esenciales y puede estar vinculado a una mayor prevalencia del suicidio (Lovero, Santos et al., 2023).
Factores culturales
Las normas, prácticas, valores y expectativas culturales pueden conducir a un aumento de los índices de suicidio juvenil al crear entornos estresantes. Por ejemplo, Corea del Sur posee la cuarta tasa de suicidio más alta del mundo y, notablemente, un índice de suicidio excepcionalmente alto entre los estudiantes ligado a las presiones académicas y a la deshonra que pueden suponer los fracasos para las familias (World Population Review, 2023).
Abusos, violencia y desamparo
El maltrato de niños y jóvenes puede hacer que sufran trastornos psicológicos y, en los casos más extremos, llevarles al suicidio. Casi el 20 % de los suicidios en el Reino Unido tenían que ver con abusos y situaciones de desamparo (Universidad de Manchester, 2016). A escala mundial, el abuso y el abandono constituyen uno de los factores de riesgo más significativos en el suicidio adolescente (Lovero, Santos et al., 2023)
Acceso a armas de fuego
En países donde las armas de fuego son más accesibles, el acceso a las armas es un factor de riesgo clave del suicidio juvenil. En EE.UU., casi el 60 % de los suicidios se cometen con un arma de fuego (Cammarata, 2023). Este número se mantiene en más del 50 % en los suicidios juveniles (John Hopkins Medicine, n.d.).
Traumas familiares, duelo y antecedentes de suicidio
Se ha demostrado que las tasas de suicidio juvenil son más altas en los niños cuyas familias presentan antecedentes de depresión o suicidio (Cammarata, 2023). Los jóvenes que han sufrido una pérdida significativa también son vulnerables a la ideación suicida. Más de una cuarta parte de los intentos de suicidio en el Reino Unido se han vinculado al duelo (Universidad de Manchester, 2016).
En los países de ingresos bajos y medios, las experiencias adversas en la infancia, las relaciones frágiles y los conflictos familiares son algunos de los principales factores socioeconómicos que aumentan el riesgo de suicidio entre los jóvenes (Lovero, Santos et al., 2023).
Identidad de género y orientación sexual
Los niños y jóvenes que se identifican como una minoría sexual dentro de su comunidad corren el riesgo de sufrir alienación y maltrato, lo que puede llevar a un mayor riesgo de suicidio (Cammarata, 2023).
En un estudio realizado por la organización benéfica Just Like Us entre diciembre de 2020 y enero de 2021, se encuestó a 2934 adolescentes LGBTQIA+ de 11 a 18 años y se descubrió que el 68 % había experimentado pensamientos suicidas. El estudio reveló que el 74 % de las adolescentes que se identificaban como lesbianas y el 77 % de quienes se identificaban como transgénero tenían más probabilidades de tener pensamientos suicidas (Storer, 2021).
Además, el estudio reveló que casi un tercio de los adolescentes LGBTQIA+ se había autolesionado, en comparación con el 9 % de los adolescentes no LGBTQIA+. Entre los adolescentes LGBTQIA+ negros, el 89 % había experimentado pensamientos suicidas en comparación con el 67 % de los adolescentes LGBTQIA+ blancos. Los adolescentes LGBTQIA+ dijeron sentirse inseguros en los centros escolares debido a la homofobia, la transfobia, el abuso verbal de los profesores y de otros estudiantes, lo que les condujo a la depresión y al aumento de los pensamientos suicidas (Storer, 2021).
Presiones académicas y acoso
Los jóvenes que sufren presiones académicas o maltrato en el ámbito escolar tienen un mayor riesgo de suicidio. Más de una cuarta parte de los jóvenes que se suicidaron en el Reino Unido en 2016 se enfrentaban a exámenes o resultados de exámenes en el momento de su muerte (Universidad de Manchester, 2016). Las formas extremas de acoso pueden desencadenar problemas de salud mental y empujar a los jóvenes al suicidio. En el Reino Unido, el 22 % de los intentos de suicidio entre los jóvenes pueden estar vinculados a casos de acoso (Universidad de Manchester, 2016).
Indicadores de riesgo de suicidio
Los niños y jóvenes a menudo suelen presentar tendencias similares cuando piensan en suicidarse. Estas señales de advertencia pueden ayudar a familiares, cuidadores e instituciones relevantes a identificar y mitigar los riesgos de suicidio. Estos indicadores pueden agruparse en varios temas:
- Expresión suicida: los jóvenes que están pensando en el suicidio suelen mostrar esa intención a través de sus actos. Pueden hacerlo mediante notas e imágenes suicidas o con frases verbalizadas que sugieren o indican que no tienen la intención de vivir mucho más (John Hopkins Medicine, n.d.). En casos más obvios, las tendencias suicidas pueden mostrarse a través de autolesiones (Rodway, Tham et al., 2022). La expresión suicida también puede estar más encubierta. En 2016, el Reino Unido identificó el uso de internet relacionado con el suicidio en más de una cuarta parte de las muertes por suicidio de niños y jóvenes (Universidad de Manchester, 2016).
- Cambios radicales en el comportamiento: los niños y jóvenes que están pensando en suicidarse suelen presentar cambios significativos en su comportamiento en cosas que de otro modo serían normales. Esto puede incluir cambios en los patrones de alimentación y sueño, en actividades y pasatiempos y en la apariencia física (John Hopkins Medicine, n.d.). En los casos más obvios, los niños y jóvenes demostrarán patrones de comportamiento impulsivo o imprudente y pueden tener dificultades para controlar sus emociones (Departamento de Salud del Estado de Nueva York, n.d.).
- Falta de interés: los jóvenes que se plantean el suicidio suelen apartarse de su entorno, ya que su estado mental y emocional los lleva a sentirse desconectados de la vida cotidiana. Esa separación puede adoptar múltiples formas. En los casos menos obvios, puede incluir bajo rendimiento, alejamiento de los amigos y familiares y falta de respuesta a los elogios (John Hopkins Medicine, n.d.). En los casos más extremos, pueden llegar a regalar posesiones personales y tener problemas para enfocarse con claridad (John Hopkins Medicine, n.d.).
- Abuso de sustancias: el abuso de drogas y otras sustancias puede ser un indicador principal de desesperación juvenil y escapismo y un indicador de posibles tendencias suicidas. La dependencia de las drogas y el alcohol puede ser tanto un impulsor como un indicador del riesgo de suicidio (Departamento de Salud del Estado de Nueva York, n.d.).
Respuestas globales
Para reducir de forma global las tasas de suicidio, los países y regiones deben combatir el problema desde múltiples ángulos que se complementan, como:
- Investigación: se requiere una mayor investigación para comprender el suicidio juvenil a nivel nacional y global. Esta investigación puede ayudar a informar a los países sobre cómo abordar las particularidades de sus retos en función de los factores socioeconómicos y culturales.
- Concienciación y educación: a escala mundial, se deben aprovechar las oportunidades para aumentar la concienciación sobre la prevalencia del suicidio juvenil. El Día Mundial de la Prevención del Suicidio es un ejemplo de cómo pueden los países compartir experiencias y conclusiones para fomentar la puesta en común de buenas prácticas (OMS, 2023). A nivel nacional, hay que educar a la población sobre la prevalencia, los riesgos y los indicadores del suicidio infantil para ayudar a combatir esta lacra.
- Estrategias nacionales de prevención: la investigación realizada por la OMS en 2013 ilustró discrepancias significativas en la capacidad nacional para apoyar a los jóvenes con tendencias suicidas. De los 157 países encuestados sobre la prevención del suicidio, solo 90 respondieron y poco más de una cuarta parte poseían planes de acción para combatir el suicidio (OMS, 2014). La ausencia de estrategias nacionales inhibe la capacidad de los países para proporcionar una respuesta integral y cohesionada a los riesgos de suicidio (OMS, 2014). Esto también permite que sectores concretos, como las industrias de los videojuegos, las empresas de tecnología y las organizaciones de medios de comunicación, evadan su responsabilidad por el papel que tienen en el aumento del riesgo de suicidio infantil (The US Surgeon General’s Advisory, 2021).
- Formación y desarrollo de capacidades: determinados sectores y personas con puestos de responsabilidad con respecto a los niños requieren una formación especializada para ayudar a proteger a los adolescentes suicidas. Entre ellos se cuentan los padres y cuidadores, los profesores y los proveedores y profesionales de la sanidad. Si las personas que interactúan con los niños diariamente no están capacitadas para identificar las tendencias suicidas, existe el riesgo de perderse señales clave.
- Líneas de ayuda accesibles y sistemas de asistencia social: los niños y jóvenes que están pensando en suicidarse necesitan toda una serie de servicios sociales para ayudarles a superar sus problemas de salud mental. Puede tratarse de líneas de ayuda telefónica, estancias hospitalarias y centros sanitarios, oportunidades de terapia y grupos de debate, etc. Es crucial que los niños y jóvenes tengan múltiples oportunidades y medios para hablar y ser escuchados.
Escrito por Vanessa Cezarita Cordeiro
Revisado internamente por Aditi Partha
Traducido por Karen Bello
Revisado por Eva Milla
Actualizado el 5 de junio de 2024
Referencias:
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Rodway, C., Tham, S., Turnball, P., Kapur, N., & Appleby, L. (2020, October 1). “Suicide in children and young people: can it happen without warning.” Vol 275. Retrieved from Journal of Affective Disorders, accessed on 16 November 2023.
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