Acoso escolar (‘Bullying’)

A diario, en todo el mundo, niños se ven sometidos a formas perjudiciales de acoso escolar que están en constante evolución. El bullying (termino en inglés) o el acoso escolar es un obstáculo grave para el desarrollo infantil, que afecta negativamente a la salud mental y física de los niños, así como a su capacidad para afrontar los retos educativos.

Las víctimas del acoso escolar llevan los impactos de esas experiencias más allá de las escuelas, con un trauma que a menudo afecta a las trayectorias de vida. (Peguero y Sung Hong, 2020). Además de sus efectos directos, el acoso escolar es a menudo el motor de otros problemas escolares a los que se enfrentan los niños, como la violencia en las escuelas, una de las principales preocupaciones en materia de salud pública, como reconoce el Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC).

El acoso escolar: Definición

El acoso escolar se define como ¨(a) el daño físico hacia una persona (por ejemplo, golpear, patear, empujar) o burlarse, excluir, y/o difundir rumores sobre una persona, (b) la victimización ocurre repetidamente en el tiempo, y (c) las víctimas no tienen igual fuerza o poder que el acosador¨ (Peguero & Sung Hong, 2020).

El acoso escolar es una agresión y victimización intencionada que tiene lugar durante un periodo de tiempo prolongado, en el que existe un desequilibrio de poder entre el agresor y la víctima. A menudo, otros alumnos del mismo centro escolar son conscientes del acoso, pero no lo denuncian por miedo a ser la siguiente víctima (Zych, Farrington, Llorent & Ttofi, 2017). 

Históricamente, las definiciones de acoso escolar no han definido adecuadamente la amplitud y el alcance que tiene. El acoso se entendía comúnmente como las burlas entre niños. Esta definición ha evolucionado para comprender muchas formas diferentes de acoso que implican a grupos variados de alumnos y, más recientemente, a plataformas digitales. (Zych, Farrington, Llorent & Ttofi, 2017).

Los investigadores han identificado cuatro tipos diferentes de acosadores escolares o “bullies” (termino en inglés): (1) el acosador físico, que utiliza la fuerza física, como los golpes o las patadas. Lo más habitual es que los acosadores físicos sean varones; (2) los perpetradores del acoso verbal, que utilizan palabras para humillar o herir a la víctima. Esta forma de acoso es más difícil de detectar en las escuelas, ya que no deja cicatrices visibles, aunque puede tener efectos devastadores en la salud mental de las víctimas; (3) el acosador relacional, que anima deliberadamente a sus compañeros a excluir a determinados niños en la escuela. Esta forma de acoso es común entre las niñas; (4) el acosador reactivo, que se burla impulsivamente de sus víctimas para que se peleen o discutan con ellos (Smokowski & Kopasz Holland, 2005).

Tipos de acoso escolar

Las diferentes formas de acoso incluyen:

  • Acoso físico – patadas, pellizcos, golpes, empujones o daños a la propiedad (National Centre Against Bullying).
  • Acoso verbal – comentarios racistas u homófobos, apodos, intimidación, burlas e insultos (National Centre Against Bullying).
  • Acoso social – fomentar la exclusión de determinados alumnos, avergonzar o humillar a un niño, difundir rumores o mentir, imitar, hacer bromas para causar humillación y dañar la reputación social. Esta forma de acoso es más difícil de detectar (National Centre Against Bullying). 
  • Ciberacoso – un nuevo fenómeno de acoso que incluye el uso de teléfonos inteligentes y ordenadores para acceder a plataformas de medios sociales en línea, textos y sitios web para difundir rumores y chismes, intimidar a los compañeros en línea, enviar mensajes abusivos o hirientes, y publicar o compartir imágenes y vídeos que pueden ser perjudiciales para la víctima (Centro Nacional contra el Acoso). 

El acoso suele implicar a más de un niño, ya sea un grupo de niños que causa el acoso o un grupo de niños que lo presencian. Hay cuatro roles diferentes de participantes en el acoso: asistentes del acosador, aquellos compañeros que se agrupan y que colaboran con el acosador; reforzadores del acosador, aquellos compañeros que desempeñan un papel alentador en el acoso, como por ejemplo riendo o animando o proporcionando un refuerzo positivo; extraños, compañeros que se retiran de la situación y, por último, defensores, compañeros que intentan para apoyar y ayudar a la víctima (Maunder & Crafter, 2018).

Características del acosador escolar

A pesar de las diferentes manifestaciones del acoso escolar, los agresores suelen presentar características similares. Los acosadores suelen ser incapaces de procesar la información social, malinterpretando el diálogo habitual como antagónico. Además, los acosadores suelen ser destructivos y de mal genio. A edades tempranas, debido a su actitud positiva hacia la violencia y la afirmación del dominio, los acosadores pueden ser populares entre otros niños agresivos (Smokowski & Kopasz Holland, 2005). En general, a los compañeros no les gustan los acosadores por su agresividad y su falta de empatía.

Características de la víctima de acoso escolar

A diferencia de los acosadores escolares, las víctimas del acoso suelen ser sumisas y pasivas. Físicamente, tienden a ser más pequeños, más débiles y frágiles en comparación con los acosadores, lo que les impide protegerse. Esta característica física es especialmente perjudicial para los chicos, que corren un mayor riesgo de ser víctimas de otros chicos más grandes que ellos.

Más allá de sus características físicas, las víctimas de acoso escolar suelen ser cautelosas, ansiosas, sensibles, inseguras y tranquilas (Smokowski & Kopasz Holland, 2005). Estos rasgos generan una baja autoestima y una autopercepción negativa. Las víctimas suelen culparse a sí mismas por haber sido acosadas y no suelen revelar los incidentes a sus supervisores y profesores, lo que las deja expuestas a más acoso (Smokowski & Kopasz Holland, 2005).

Dinámica social en la escuela y presión de los compañeros

La investigación sobre el acoso escolar ha ilustrado que las características individuales pueden exacerbar la vulnerabilidad al abuso. Las desigualdades sociales, los factores culturales, la composición familiar y las normas de la comunidad pueden dejar a un niño más expuesto a la victimización (Peguero & Sung Hong, 2020). Los patrones de exclusión social pueden reflejarse en el acoso escolar debido a las tendencias de privilegio y discrepancias de poder. En consecuencia, los niños de determinadas razas, etnias y minorías sexuales se enfrentan a un mayor riesgo de acoso. 

Las dimensiones culturales del acoso escolar también son capaces de influir en los compañeros de los alumnos: crean lealtades e impulsan la presión de los compañeros. Dentro de las comunidades escolares, los niños se enfrentan a constantes elecciones entre grupos. Participar (o no participar) en el diálogo o en las acciones escolares señala la pertenencia a un grupo determinado (Maunder & Crafter, 2018).

Normalmente, los que son percibidos como diferentes de un grupo son más susceptibles de sufrir acoso debido a su posición aislada. Esta vulnerabilidad se agrava cuando los niños tienen pocas habilidades sociales, dependen demasiado de la protección de los padres y tienen un bajo nivel de independencia (Maunder & Crafter, 2018). Del mismo modo, las experiencias y características individuales hacen que algunos niños sean más propensos a participar en el acoso (Maunder & Crafter, 2018).

Los efectos del acoso escolar en los niños

Aunque los efectos del acoso escolar pueden variar de un niño a otro, existen efectos a largo y corto plazo del acoso en las víctimas y en los agresores.

Los efectos a corto plazo del acoso para la víctima

Las víctimas del acoso sufren una serie de consecuencias que les acompañan hasta la edad adulta. A menudo crecen viéndose a sí mismos como marginados y fracasados, lo que repercute en su rendimiento académico y desencadena temores de soledad, abandono, ansiedad y depresión. Otros efectos son el aislamiento social, el cambio de hábitos alimentarios, la baja asistencia a la escuela, el bajo rendimiento académico, la dificultad para dormir y el aumento de las enfermedades (Hurley, 2018). Como el acoso se produce con frecuencia en las escuelas (o a veces en línea), las víctimas de acoso desarrollan un miedo y una aprensión a ir a la escuela que a menudo se manifiesta en enfermedades físicas como dolores de cabeza o de estómago (Smokowski & Kopasz Holland, 2005). 

Los efectos del acoso también pueden ser físicos. Estos pueden ser desde daños a la propiedad y ropa rasgada hasta moretones, cortes y rasguños. Estos efectos físicos pueden conllevar consecuencias futuras. Las víctimas pueden, por ejemplo, sentirse impulsadas a robar dinero para reponer los bienes dañados o a llevar armas a la escuela para protegerse. Más comúnmente, las víctimas del acoso escolar tienden a interiorizar su dolor, lo que puede aumentar su riesgo de pensamientos suicidas o de autolesión, que pueden llevar a intentos de suicidio (Smokowski & Kopasz Holland, 2005). 

Los efectos a corto plazo del acoso para el acosador

Aunque puede ser difícil empatizar con el autor del acoso, es importante entender las razones psicológicas de por qué ese niño está participando en el acoso y las formas en que ese acoso puede afectarle. Los efectos a corto plazo del acoso en un acosador son un bajo rendimiento escolar y una mala asistencia que puede estar relacionada con suspensiones escolares; un mayor riesgo de abusar sustancias y de dificultad para establecer relaciones (Hurley, 2018).

El efecto a largo plazo del acoso para la víctima

Los efectos a largo plazo del acoso escolar en las víctimas suelen acompañarlas hasta la edad adulta. Esto afecta a su capacidad para establecer relaciones de confianza con adultos. La mayoría de las víctimas sufren una baja autoestima y una imagen negativa de sí mismas. Corren el riesgo de desarrollar trastornos alimentarios, depresión, ansiedad y trastorno de estrés postraumático (Smokowski & Kopasz Holland, 2005).

El efecto a largo plazo del acoso para el acosador

Del mismo modo, los acosadores también arrastran los impactos de su infancia a medida que crecen y se desarrollan. Sin el apoyo adecuado, es probable que los acosadores continúen con su comportamiento errante en la edad adulta. Son más propensos a maltratar a su cónyuge o a sus hijos, a tener un comportamiento antisocial y a abusar de las drogas y/o el alcohol que los no acosadores (Hurley, 2018).

La evolución del acoso escolar al ciberacoso

El crecimiento de la tecnología ha permitido que el acoso evolucione y se extienda a la esfera digital, que ahora se denomina ciberacoso.  El aumento del uso de las plataformas de medios sociales ha creado nuevos medios de acoso (Maunder & Crafter, 2018). El ciberacoso adopta múltiples formas, por ejemplo, el término ¨punking¨, que se refiere a la humillación física y verbal entre chicos; el ¨frape¨, que consiste en modificar la cuenta de alguien en las redes sociales sin su consentimiento; el ¨trolling¨, conocido como el bombardeo de un niño con insultos y amenazas en línea; el ¨flaming¨, las discusiones en línea; y el ¨slamming¨, el acoso en grupo en línea (Maunder & Crafter, 2018).

El ciberacoso ha difuminado aún más los límites del acoso en las escuelas, en casa y en los ciberespacios. El hogar privado, que antes se consideraba un espacio seguro para que los niños escaparan del acoso escolar, ya no existe. El ciberacoso trasciende estas demarcaciones geográficas (Maunder & Crafter, 2018). Esta nueva forma de acoso también ha aumentado la escala potencial del daño. Los incidentes aislados entre niños pueden agravarse si son compartidos por otros, y al mismo tiempo es más difícil evaluar las relaciones de poder y las discrepancias en línea (Maunder & Crafter).

Estrategias para la prevención del acoso escolar

A pesar de la evolución del acoso más allá de las instituciones académicas, el acoso sigue estando presente en las experiencias de los niños en la escuela. Existen numerosas medidas que las escuelas pueden adoptar para mitigar los efectos del acoso. Estas medidas se dividen principalmente en dos categorías:

  1. Educación sociocultural – las escuelas pueden trabajar para construir mejores relaciones entre el personal, la dirección, los alumnos y los padres, fomentando el diálogo, desafiando abiertamente las formas de discriminación por acoso y castigando adecuadamente las infracciones;
  2. Políticas de apoyo – las escuelas pueden establecer medidas y sistemas para proporcionar apoyo emocional y social a los miembros de las comunidades escolares (Cowie, 2011). 

Escrito por Vanessa Cezarita Cordeiro

Traducido por Lorraine Valarino

Última actualización el 16 de julio de 2021

Bibliografía:

Council of Europe., Government of Norway. (2011, June 28). ¨Tackling violence in schools.¨ High-level expert meeting co-organised by the Government of Norway, the Council of Europe and the UN Special Representative of the Secretary-General on violence against children.”

Cowie, H. (2011). Understanding why children and young people engage in bullying at school.

Elinoff, M., Chafouleas, S., Sassu, K. (2004, October 1). ¨Bullying: considerations for defining and intervening in school settings.¨ Psychology in schools. Vol 41(8).

Hurley, K. (2018). Short term and long term effects of bullying.

Llorent, V. J., Ortega-Ruiz, R., & Zych, I. (2016). Bullying and Cyberbullying in Minorities: Are They More Vulnerable than the Majority Group? Frontiers in Psychology, 7, 1507–1507. https://doi.org/10.3389/fpsyg.2016.01507.

Maunder, R. E., & Crafter, S. (2018). School bullying from a sociocultural perspective. Aggression and violent behavior, 38, 13-20.

National Centre Against Bullying. Types of bullying.

Peguero, A., Sung Hong, J. (2020, December 22). ¨Introduction to school bullying and inequality.¨ School bullying.

Smokowski, P., & Kopasz Holland, K. (2005). Bullying in school: An overview of types, effects, family characteristics, and intervention strategies. Children & Schools. 27(2), 101-110.

UNESCO. (2019). ¨Behind the numbers: ending school violence and bullying.¨

UNESCO. (2020, November 3). ¨What you need to know about school violence and bullying.¨

Zych, I., Farrington, D. P., Llorent, V. J., & Ttofi, M. M. (2017). Protecting Children Against Bullying and Its Consequences (1st ed. 2017.). Springer International Publishing. https://doi.org/10.1007/978-3-319-53028-4.