El campo de refugiados de Kakuma, en el noroeste de Kenia, construido en primer lugar como refugio temporal, se ha convertido en uno de los asentamientos de refugiados más grandes del mundo. Previsto, inicialmente, para acoger a los desplazados que huían de los conflictos de Sudán, Etiopía y Somalia, hoy en día alberga a refugiados de varias nacionalidades más, entre ellos numerosos niños y niñas cuyos derechos fundamentales, recogidos en la Convención sobre los Derechos del Niño (CDN) de las Naciones Unidas, y su ejercicio sufren un grave deterioro.
El campo de refugiados de Kakuma
El campo de refugiados de Kakuma fue construido en 1992 por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) para dar acogida a los llamados «niños perdidos de Sudán» (entre 20 000 o 30 000 niños varones que huyeron de Sudán del Sur durante la segunda guerra civil sudanesa) y albergar a refugiados etíopes (República de Kenia, Departamento de Servicios a los Refugiados, s. f.). Con el tiempo, el campo de Kakuma se ha ampliado para acoger a una variada población de refugiados que, en enero de 2025, ascendía a 300 000 personas (ACNUR, 2025).
Kakuma está dividido en cuatro zonas: Kakuma 1, 2, 3 y 4. Asimismo, en sus inmediaciones, se halla el asentamiento integrado de Kalobeyei, creado en 2016 para descongestionar Kakuma y fomentar la integración socioeconómica con la comunidad de acogida. Kalobeyei está formado por tres pueblos: los pueblos 1, 2 y 3 (República de Kenia, Departamento de Servicios a los Refugiados, s.f.).
A pesar del empeño puesto en descongestionar el campo e integrar a los residentes en las comunidades locales, Kakuma no ha dejado de lidiar con graves problemas relacionados con la asignación de recursos, infraestructura y protección de la población vulnerable, en especial los niños y niñas. Se desconoce cuántos de ellos residen exactamente en el campo. Los datos correspondientes al año 2025 muestran que más del 50 % de los refugiados que actualmente residen en Kenia son menores de 17 años, lo que puede darnos una idea aproximada del número de niños y niñas que viven específicamente en el campo de Kakuma (ACNUR, 2025).
Saneamiento deficiente y efectos en la salud de los niños y niñas
En un principio, el campo de Kakuma se construyó para albergar a unas 90 000 personas. No obstante, aunque posteriormente se creó el asentamiento integrado de Kalobeyei, el campo sigue superpoblado y tanto sus infraestructuras, que ya tienen varias décadas de antigüedad, como sus recursos, están al límite (República de Kenia, Departamento de Servicios a los Refugiados, s.f.).
En este sentido, el sistema de saneamiento es una de las principales fuentes de preocupación. En el campo de Kakuma, el saneamiento se basa principalmente en letrinas de hoyo seco. Cuando la fosa está llena, los desechos permanecen y es preciso construir otra letrina.
Para que las poblaciones afectadas puedan sobrevivir y recuperarse en condiciones dignas y seguras, las letrinas deben seguir unas normas mínimas de higiene: no tener más de veinte usuarios y estar situadas a menos de cincuenta metros del lugar donde se vive (Nyoka et al, 2017). No obstante, aunque algunos residentes disponen de letrinas familiares, en 2021 los datos indican que solo el 77 % de los refugiados de Kakuma y del asentamiento de Kalobeyei disponían de letrinas cerca de su refugio (ONU-Habitat, 2023).
El acceso limitado a un saneamiento adecuado y la incorrecta eliminación de los desechos humanos incrementan la morbilidad y la mortandad de las enfermedades relacionadas con la diarrea. Así, por ejemplo, en 2005 se produjo un brote de diarrea líquida en el campo de Kakuma, por el que recibieron tratamiento 418 personas y en el que fallecieron 4 personas (Schultz et al, 2009).
Estas situaciones son especialmente peligrosas para las poblaciones con necesidades especiales, como niños, enfermos, personas mayores o personas con discapacidades, para quienes la distancia entre la vivienda y las letrinas puede ser una barrera adicional y cuyo sistema inmunológico no responde tan fácilmente (Nyoka et al, 2017).
Niveles alarmantes de malnutrición entre los niños de Kakuma
La escasez de alimentos, provocada por la insuficiencia de los recursos de ayuda y las graves y frecuentes sequías que afectan a Kenia, es una realidad para los refugiados del campo de Kakuma. Desde septiembre de 2018, los refugiados que habitan en este país no han recibido raciones de comida completas y, en 2022, esas mismas raciones se redujeron aún más y pasaron del 60 al 50 % de la cantidad necesaria para el sustento básico (ReliefWeb, 2022).
Esta reducción ha contribuido a que, entre las familias, se extiendan comportamientos de adaptación negativos, ya que más del 50 % de los beneficiarios manifestaron saltarse alguna comida o pidieron prestados alimentos para sobrevivir. La inseguridad alimentaria de larga duración en los campos de refugiados de Kenia, incluido Kakuma, es una de las principales amenazas para la salud de la infancia, ya que más del 70 % de los niños y niñas sufre de anemia, un claro indicador de otras deficiencias en micronutrientes que repercuten negativamente en su crecimiento y desarrollo (ReliefWeb, 2022).
A principios de 2025, al darse a conocer los nuevos recortes a la ayuda alimentaria debidos, principalmente, a la congelación de la ayuda de EE. UU., los refugiados de Kakuna, indignados, estallaron en protestas. La tensión se disparó al anunciarse una nueva reducción de las asignaciones que, esta vez, bajarían a un 40 % con respecto al nivel mínimo básico.
En consecuencia, se produjeron enfrentamientos entre los refugiados y la policía en los que los refugiados blandían pancartas pidiendo más alimentos, insistiendo en su situación desesperada y en que los recortes a la ayuda humanitaria harán que sus necesidades básicas se vean gravemente afectadas (Kaamil, 2025).
Escasez de agua y efectos sobre el desarrollo de las niñas
La escasez de agua crónica y la falta de una red de agua bien adaptada repercuten en todos los refugiados de Kakuma; sin embargo, los efectos que provoca en las niñas no se circunscriben solo a la escasez de agua potable para su higiene personal y para beber, sino que abarcan también otros aspectos. La responsabilidad de ir a buscar el agua recae en las niñas y en las mujeres de la familia. Se trata de una norma cultural en la que se asigna la tarea de ir a buscar agua a las mujeres, lo que, a su vez, conlleva dedicar una gran cantidad de tiempo y energía.

Numerosas niñas no acuden a la escuela para poder ir a recoger el agua necesaria para cocinar, lavar y mantener su higiene personal, lo cual repercute directamente en su rendimiento académico y en sus perspectivas. Por otra parte, en ocasiones las niñas tienen que hacer recorridos de varias horas, con el riesgo de que ladrones u otras personas en busca de agua las roben o violen (Seliman, 2025).
Al riesgo directo para la seguridad de las niñas y a las demandas físicas que supone ir a recoger agua, se añade una considerable carga psicológica. El miedo constante a ser atacadas y la ansiedad de tener que encontrar agua limpia, ya que el agua que consiguen recoger suele estar contaminada, les generan un estrés importante (Seliman, 2025).
Violencia continua y riesgos para la protección de los niños y niñas
Todos los días, los niños y niñas de Kakuma se enfrentan a situaciones de violencia. Antes de refugiarse en el campo, muchos de ellos habían sido testigos de los horrores de la guerra; una vez en él, se han encontrado con que la violencia es omnipresente y algunos de ellos la padecen directamente.
El abuso infantil es frecuente en Kakuma. Este tipo de violencia incluye el abuso sexual y el abuso físico, el matrimonio precoz, la mutilación genital femenina (MGF), las amenazas de secuestro, los conflictos tribales, así como el daño psicológico y emocional. Es difícil establecer con precisión la prevalencia y la incidencia de tales casos, ya que muchos de ellos no se denuncian debido a que los mecanismos de denuncia y derivación son insuficientes, al igual que los espacios aptos para niños y niñas y la escasez de centros de enlace de protección, la limitación de las actividades de prevención y la dificultad para evitar la rotación de personal (ACNUR, 2017).
Las niñas y los menores no acompañados son particularmente vulnerables. Las jóvenes están expuestas a violencia de género. Los trabajadores de la salud del International Rescue Committee (IRC) Kenya denuncian que han sido testigos de actos de depravación, aborto criminal, agresiones físicas, violaciones y sodomía (Kimani & Shell-Duncan, 2018). Los menores no acompañados, sea cual sea su sexo, suelen ser las víctimas, ya que son el grupo de residentes menos protegido. Son víctimas de violencia doméstica, todo tipo de abuso sexual, reclutamiento infantil y matrimonio precoz (ACNUR, 2017).
Soluciones sostenibles para los niños y niñas que crecen en el campo de refugiados de Kakuma
Numerosas generaciones de niños y niñas han nacido y se han criado en medio de la agitación y el caos de uno de los mayores campos de refugiados del mundo. Con el paso del tiempo, las infraestructuras de Kakuma, que ya eran insuficientes, se han deteriorado aún más, la violencia omnipresente engendra aún más violencia y los conflictos armados de los países vecinos aumentan el flujo de refugiados a Kakuma, todo esto mientras los recursos y la ayuda disponibles disminuyen. Todos estos factores demuestran visiblemente que es necesario ayudar urgentemente a los niños que están creciendo ahora en el campo.
Es preciso que la comunidad internacional colabore para garantizar que la ayuda se suministre en cantidades adecuadas y de forma ininterrumpida a pesar de los recientes recortes de financiación. Abogar a favor de un incremento de la financiación es fundamental para apoyar a los niños de Kakuma y, en este sentido, suministrar una cantidad adecuada de alimentos y prestar una asistencia sanitaria justa a los niños y niñas es la principal prioridad.
No obstante, a pesar de esta ayuda, que se necesita de forma urgente e inmediata, se deben adoptar también medidas globales para que puedan solucionarse de forma sostenible los problemas de Kakuma y de los niños y niñas que crecen en él.
Las iniciativas para integrar a los residentes del campo de Kakuma en las comunidades, como, por ejemplo, la creación del asentamiento integrado de Kalobeyei, constituyen un buen avance. Con más acciones de este tipo, se podría aligerar la carga que pesa sobre la infraestructura y los recursos del campo y, de este modo, mejorar la calidad de vida de los niños y niñas residentes en él y de aquellos cuyas familias han empezado a integrarse.
Asimismo, debe darse a las familias la posibilidad de mantenerse a sí mismas y, de este modo, poner a los niños y niñas a salvo de las difíciles condiciones del campo. Antes de vivir en este, numerosos residentes habían sido emprendedores de éxito, por lo que permitirles obtener préstamos empresariales e iniciar sus propios negocios es de importancia fundamental (Betts et al, 2019).
Por otra parte, también es preciso reforzar las medidas de protección a los niños y niñas para protegerlos de la violencia y la explotación. Establecer espacios más seguros y servicios de apoyo para niños y niñas vulnerables, en especial para las niñas y los menores no acompañados, reduciría significativamente los riesgos que corren. Además, también es necesario prestar más atención a la salud mental y a los servicios de asistencia para ayudar a los niños y niñas a enfrentarse a los traumas causados por la violencia y los desplazamientos.
Sería útil establecer una colaboración entre los dirigentes locales y los representantes de los refugiados para elaborar programas más pertinentes que se centren en las necesidades y los obstáculos concretos a los que se enfrentan los residentes en el campo de Kakuma. Asimismo, movilizar los recursos y las asociaciones con las organizaciones internacionales puede ayudar a mantener y ampliar las iniciativas ya existentes.

Humanium es una organización defensora de los derechos de los niños y niñas en el mundo. Además de luchar en su favor y de prestar apoyo a proyectos de protección a la infancia, su principal labor consiste en hacer valer los derechos fundamentales de los niños y niñas en el mundo. Si desea contribuir a causas específicas de Humanium para mejorar la vida de los niños y niñas, puede hacer una donación, realizar tareas de voluntariado o convertirse en socio.
Escrito por Zeljka Mazinjanin
Traducido por Carolina de la Cruz Montserrat
Corregido por Desirée Riñé Prados
Bibliografía:
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Kimani, S., Shell-Duncan, B. (2018). Medicalized female genital mutilation/cutting: Contentious practices and persistent debates. Retrieved from Current Sexual Health Reports, available at https://doi.org/10.1007/s11930-018-0140-y, accessed on April 23, 2025.
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