Ningún grupo es más vulnerable frente al daño ambiental que los niños. La producción, el uso y la eliminación de plásticos tienen un impacto significativo en los derechos del niño. Los plásticos contienen aditivos químicos tóxicos que pueden plantear amenazas significativas para el desarrollo infantil. Por ende, aunque hasta el momento está claro que el plástico tiene un impacto perjudicial tanto para el medio ambiente como para la vida de los niños, está por resolver la manera en que los tratados internacionales van a abordar con eficacia la crisis del plástico, las demás consecuencias que la contaminación por plásticos puede tener a largo plazo para el bienestar de los niños y las soluciones consensuadas que se pueden aplicar contra la contaminación por plásticos.

¿Qué es la contaminación por plásticos?
El plástico es un material contaminante que requiere la máxima atención, ya que se degrada muy lentamente y, en consecuencia, se acumula en el medio ambiente. Algunos plásticos son intrínsecamente tóxicos, mientras que otros son tóxicos por los aditivos que contienen. Tienen efectos tóxicos durante todo su ciclo de vida: desde la perforación para extraer gas y petróleo hasta el refinado y la fabricación del plástico, pasando por la gestión de residuos (en la que se incluye el reciclaje) y la contaminación por los plásticos que terminan en los océanos y en el entorno (Centre for International Environmental Law, 2021).
Los enlaces químicos que conforman el plástico son fuertes y están hechos para durar. La tasa de descomposición del plástico puede variar según la clase, pero suele oscilar entre los 50 y los 600 años (Ciudad de Westminster, 2022). Entre 1950 y 2015, en torno al 60 % de todos los plásticos producidos hasta entonces (4900 millones de toneladas) se había desechado y acumulado en vertederos o en el entorno natural.
Hoy, se calcula que se producen al año unos 300 millones de toneladas de residuos plásticos. Para ponerlo en perspectiva, esta cantidad equivale al peso de la población humana total (Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, 2022).
El 60 % de ese plástico penetró en el medio ambiente (a través de vertederos, basura marina o basura terrestre), el 12 % se incineró y solo el 9 % se recuperó para reciclarla (Centre for International Environmental Law, 2019). Las falsas soluciones para la crisis de contaminación por plásticos son la incineración de residuos, el reciclaje químico, el infrarreciclaje, el plástico compostable, el bioplástico y los vertederos.
El reciclaje genera, con frecuencia, una gran contaminación de las masas de agua con químicos y microplásticos cuando el agua residual no se filtra y depura bien. Además, los residuos de plásticos comercializados contribuyen a las fugas directa de plástico al océano.
Tanto el plástico mal gestionado como las sustancias y productos químicos derivados de la mala gestión y comercialización de los residuos plásticos son nocivos para el medio ambiente y –ya sea mediante fugas, residuos, quema, eliminación o descarga en vertederos– acaban en el aire, el agua y el suelo. Ante la dificultad de gestionar la cantidad cada vez mayor de residuos plásticos, algunas ciudades y gobiernos, influenciados por un fuerte lobby de empresas dedicadas a la gestión de residuos, están optando por la incineración.
El impacto ambiental de los plásticos
La actual crisis mundial de plásticos está agravando la situación del planeta y socavando las posibilidades de que las generaciones futuras disfruten de los derechos humanos en un entorno en el que puedan llevar una vida digna. Además, la cantidad creciente de residuos plásticos impone una deuda a las generaciones futuras (Instituto Alana, 2022).

Las costas de todo el mundo están inundadas de residuos plásticos marinos. Las investigaciones científicas demuestran que el plástico de los océanos puede tener efectos en la cadena alimentaria y repercutir negativamente en la salud debido a las sustancias contaminantes que entran en el tejido de los peces al ingerir plásticos (Forrest & Hindell, 2018). Se calcula que en el océano hay unos 5,25 billones de fragmentos plásticos que pesan unas 269 000 toneladas (Azoulay, D., et al., 2019). También hay varios vínculos entre los plásticos, el cambio climático y la crisis de la biodiversidad (Centre for International Environmental Law, 2019).
«Los plásticos convencionales fabricados con combustibles fósiles que se produjeron en 2015 suponían el 3,8 %. Si la producción y el uso de plásticos crecen según las estimaciones, en 2030, las emisiones de plástico podrían alcanzar 1,34 gigatoneladas anuales equivalentes a las emisiones de más de 295 nuevas centrales eléctricas de carbón de 500 megavatios.»
– Centre for International Environmental Law, 2019
Asimismo, según la Perspectiva Mundial sobre la Biodiversidad de 2020, «se estima que el nivel en el que la contaminación por plásticos invade los ecosistemas acuáticos habrá aumentado 2,6 veces entre 2016 y 2040, si se mantiene el statu quo. Aunque se cumplieran por completo los compromisos actuales para reducir la contaminación por plásticos, las tasas de contaminación disminuirían solo un 6,6 %» (Lau, Shiran, Bailey, & Cook, 2020).
La Agenda de Desarrollo Sostenible 2030 aborda el problema de la contaminación por plásticos como una prioridad principal del mundo. El Objetivo de Desarrollo Sostenible N.º 14.1 establece la necesidad «[de] prevenir y reducir significativamente la contaminación marina de todo tipo, particularmente las actividades que se producen en tierra, como los residuos marinos y la contaminación por nutrientes» para 2025 (Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, 2022).
Instrumentos internacionales aplicables a los plásticos
Actualmente, no existe ningún instrumento jurídicamente vinculante a nivel internacional que aborde los riesgos y daños para la salud humana y el entorno en ninguna de las etapas del ciclo de los plásticos. Aunque el ciclo es mundial, los instrumentos internacionales vigentes abarcan solo algunas regiones marinas o algunos aspectos del ciclo del plástico (Wienrich, Weiand, & Unger, 2019). Estos instrumentos ofrecen respuestas fragmentadas que han resultado inadecuadas para abordar la crisis mundial del plástico (Ministerio de Medio Ambiente de Japón, 2020).
El Convenio Internacional para Prevenir la Contaminación por los Buques de 1973 y los Protocolos de 1978 y 1997 (Organización Marítima Internacional, 2022) (en adelante, el Convenio MARPOL de 1973 y los Protocolos de 1978 y 1997) son los principales instrumentos jurídicos que amparan la prevención de la contaminación marina, incluida la de los plásticos.
Asimismo, los Principios Rectores sobre las Empresas y los Derechos Humanos de 2011 de la ONU son el marco que ofrece una oportunidad para que las empresas prevengan y remedien las vulneraciones de derechos humanos con iniciativas como la elaboración de evaluaciones ambientales como algo natural dentro de sus procedimientos de diligencia debida (Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, 2022).
Los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2015 (en adelante, los ODS 2015) son una herramienta importante para abordar las cuestiones de derechos humanos relativas al ciclo de los plásticos (Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de la Organización de las Naciones Unidas, 2016). Por ejemplo, el objetivo 14 sobre la conservación y el uso sostenible de los océanos, mares y recursos marinos menciona explícitamente los plásticos.
Aunque cada instrumento contiene algunas disposiciones sobre los residuos plásticos y sobre algunos aditivos plásticos, no abordan los retos de reducir la cantidad de plásticos producidos y residuos para controlar todos los aditivos peligrosos (Lau, Shiran, Bailey, & Cook, 2020).
Las consecuencias para los derechos de los niños
«Los residuos plásticos circulan, principalmente, desde los países del hemisferio norte hacia los del hemisferio sur. La mayoría de los países importadores no siempre pueden procurar que estos residuos se gestionen de una manera que minimice el daño para la salud humana y para el medio ambiente.»
– Basel Action Network [BAN] et al., 2021
El transporte y la mala gestión de los residuos plásticos y de su toxicidad exacerban las desigualdades en el mundo. Los Estados tienen la obligación de proteger a los menores del daño provocado, por ejemplo, por causas ambientales prevenibles que incluyen «la protección de los derechos de los niños a la vida, a la salud, a la alimentación, al agua, y, básicamente, a vivir en un ambiente seguro.
Tienen obligaciones respecto a cada uno de esos niños individualmente» (Basel Action Network [BAN] et al., 2021). Las maneras de gestionar los residuos mencionadas con anterioridad afectan directamente al goce de los derechos del niño a la vida, a la supervivencia y al desarrollo (artículo 6 de la Convención sobre los Derechos de los Niños [en adelante, CDN]).
El cumplimiento de estos derechos no es posible si no se tiene en cuenta el derecho a un medio ambiente saludable. Los Estados deberían, por lo tanto, tomar mejores medidas para respetar, proteger y permitir los derechos de los niños en relación con el plástico (Hamilton, 2019).
La fuga de sustancias tóxicas y metales pesados, así como de microplásticos, puede afectar directamente a la salud de las comunidades locales que viven en zonas cercanas donde existe una mala gestión de residuos (la incineración y los vertederos) o indirectamente mediante la contaminación de cultivos, verduras, frutas y carnes, así como del agua y del aire. El humo, las sustancias contaminantes y otras partículas que emite la quema del plástico puede provocar una amplia variedad de problemas para la salud, especialmente en los menores.
Debido a la particular vulnerabilidad de los niños, son más susceptibles que los adultos de sufrir los efectos nocivos de la contaminación. El cáncer, los trastornos endocrinos y el desarrollo desfavorable son algunos de sus principales problemas en relación con las sustancias químicas de los plásticos (Hamilton, 2019). Además, nacen niños contaminados previamente, de modo que las sustancias químicas peligrosas y materiales contaminantes ya están en sus cuerpos al nacer.
Cada año, unos 600 000 menores de 5 años mueren como consecuencia de la contaminación atmosférica y 350 000 más mueren por el agua contaminada. Estos niños están expuestos a estas sustancias por medio de sus madres. Esto se produce durante el embarazo y también puede producirse durante la menopausia con bisfenol A, un ejemplo de sustancia que afecta negativamente a la salud de los ovarios y del útero (Maffini, 2006).
Otra problemática recurrente en relación con la gestión de residuos plásticos en vertederos es el trabajo infantil. Las familias con ingresos bajos de las comunidades locales vecinas buscan medios para sobrevivir en los vertederos. La pobreza extrema obliga a las familias a acudir al trabajo infantil como una de las únicas opciones para sobrevivir.

Este tipo de trabajo infantil no solo va en contra del Convenio sobre las peores formas de trabajo infantil de 1999 (Organización Internacional del Trabajo, 2022) y del artículo 32 de la CDN, sino que también va en contra del derecho de los niños a la educación amparado por el artículo 28 y el 32 de la CDN. La vulnerabilidad de los niños se agudiza cuando viven en la pobreza, están expuestos a los vertederos o trabajan recogiendo basura (Fondo Mundial para la Naturaleza y Grupo principal para la infancia y la juventud de las Naciones Unidas, 2019).
Con la presencia de plásticos, se observa que este material cumple un rol importante e impactante para el desarrollo infantil. Los niños crecen rodeados de montones de plásticos, desde juguetes hasta residuos y basura del hogar, así como de publicidad excesiva que normaliza el consumo de productos de plástico sin criterios ambientales. El término «infancia plastificada» se acuñó para expresar este conjunto de valores y efectos del ciclo de vida del plástico en el desarrollo infantil (Instituto Alana, 2022).
Asimismo, el alto nivel de emisiones de gases de efecto invernadero que provoca el ciclo de vida del plástico, particularmente en el proceso de la gestión de los residuos plásticos, acelera el proceso de crisis climática mundial y aumenta los riesgos subyacentes del cambio climático para el disfrute de los derechos de los niños. Los gases de efecto invernadero que actualmente emite el ciclo de vida del plástico amenazan la capacidad de cumplir con los objetivos mundiales del clima y, por lo tanto, van en contra de los compromisos que se hicieron en el Acuerdo de París de 2015.
¿Qué se puede hacer?

El marco jurídico y normativo internacional vigente que rige los plásticos está fragmentado y es inadecuado para confrontar la magnitud de la amenaza mundial de los plásticos. Las cantidades crecientes de residuos plásticos y la exposición a los aditivos tóxicos que contienen están agravando las injusticias ambientales. Esta terrible situación requiere respuestas normativas firmes a nivel mundial, regional y nacional (Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, 2022).
Los gobiernos regionales y nacionales deben, además, explorar los marcos legislativos nacionales sobre la Responsabilidad Ampliada del Productor. Estos marcos están surgiendo como soluciones innovadoras y de bajo costo, como lo son las políticas que promueven la economía circular (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza [UICN], 2021). Por lo tanto, se necesita un nuevo marco ambicioso para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU y una visión que coexista en armonía con la naturaleza para 2050 (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza [UICN], 2021).
Los gobiernos, las instituciones de investigación y las industrias deben trabajar de manera colaborativa con el fin de rediseñar los productos y repensar su uso y eliminación para reducir los residuos microplásticos de pellets, textiles sintéticos y neumáticos. Los consumidores y la sociedad deben optar por patrones de consumo más sostenibles. Esto requiere soluciones que vayan más allá de la gestión de residuos y tengan en cuenta el ciclo de vida de los productos de plástico en su totalidad, desde el diseño hasta las infraestructuras y el uso doméstico (Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, 2022).
Un enfoque basado en los derechos humanos es la solución para que los gobiernos cumplan con el deber de prevenir la exposición y evolucionen hacia una economía circular en todas las etapas del ciclo del plástico. La participación informada del público puede garantizar que las políticas sobre el plástico no comprometan el goce efectivo de los derechos humanos en aras de las expectativas de beneficios de determinadas entidades empresariales. Los principios de prevención, precaución y quien contamina paga son fundamentales para internalizar los costos y evitar soluciones en falso.
La rendición de cuentas y el derecho a una solución eficaz deben guiar la transformación de los marcos jurídicos y normativos vigentes en materia de plásticos a escala nacional e internacional. También deben garantizar una reparación efectiva para aquellas personas y comunidades que hayan sufrido los daños. Se necesita urgentemente ratificar el derecho a un medio ambiente sin toxicidad (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza [UICN], 2021).
Se debe poner fin a la producción y utilización de productos de plástico desechables de un solo uso. En el marco de las emisiones derivadas de la extracción, las emisiones producidas por la fabricación e incineración del plástico o la reducción de los efectos del plástico ambiental, la manera más eficaz y directa de abordar la crisis del plástico es reducir drásticamente la producción de plástico innecesario. Abordar la contaminación por plásticos en su origen y detener la producción de plásticos no esenciales es la forma más segura de reducir las emisiones a lo largo de todo el ciclo de vida del plástico (Centro para el Derecho Internacional Ambiental, 2019).
Deben obligarse a las empresas comerciales a divulgar la composición química completa de los productos de plástico, incluidos los aditivos, y a garantizar que la información sobre la composición de los plásticos y aditivos sea de conocimiento público. Además, las empresas comerciales deben trabajar de manera activa para eliminar la presencia de aditivos tóxicos en el plástico y la práctica de reciclar plásticos que contienen sustancias peligrosas y deben invertir en sistemas de circuito cerrado que no generen residuos ni emisiones peligrosas (Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, 2022).
En términos generales, es importante fomentar el derecho humano a la conexión con la naturaleza reconociendo que los niños tienen el derecho inherente a estar en contacto con la naturaleza de una manera significativa, como parte importante de su vida cotidiana y su desarrollo saludable.
Escrito por Alexander Weihrauch e Igi Nderi
Traducido por Marianella Bergami Mansilla
Revisado por Eva Milla
Última actualización el 22 de enero de 2023
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