A primera vista, uno podría tener dificultades para ver la conexión entre la moda rápida y los derechos de los niños. Sin embargo, la industria de la moda no trata ‘únicamente’ sobre ropa. Por un lado, ésta depende en gran medida en el trabajo infantil, violando los derechos de los niños a la educación, la libertad y la protección. Por el otro, asume el coste humano, sanitario y social de ser la segunda industria más contaminante, con consecuencias medioambientales que violan el derecho a un medio ambiente seguro y saludable para muchos niños.
Descripción general del problema
La moda rápida es un modelo de negocio que se inició en la década de los 90 como parte del movimiento general hacia la globalización y el consumismo. La palabra ‘rápida’ describe el mecanismo principal detrás de esta nueva práctica: tener ropa siempre barata disponible y fácil de reemplazar. Solo para cuantificar tal descripción, desde el 2000 la producción de prendas se ha duplicado, alcanzando los 100 billones de piezas al año y ofreciendo una nueva colección cada semana (UNDP, 2019).
Para poder producir tanto a un precio irrealmente bajo, las multinacionales comenzaron a competir en una ‘carrera hacia el fondo’. Es decir, empezaron a buscar fuentes cada vez más baratas tanto de mano de obra como de materias primas, en detrimento de los empleados, su seguridad y el medio ambiente.
Moda rápida y trabajo infantil
La creciente demanda de ropa asequible que viene con la ‘democratización’ de la moda ha llevado a las empresas occidentales a recurrir a países como India, Pakistán y Bangladesh en busca de precios más competitivos. Ello, a su vez, ha ejercido presión en los productores de los países con ingresos bajos a medianos para poder satisfacer las solicitudes de precios cada vez más bajos y resistir así la competencia. Para hacerlo, los subcontratistas han recortado el gasto en todas las etapas de la cadena de suministro de la moda, lo que ha resultado en salarios y normas de seguridad excesivamente bajos, y en la dependencia del trabajo infantil.
La ONU define trabajo infantil como “trabajo para el cual el niño es demasiado joven o trabajo llevado a cabo en detrimento y puesta en peligro del niño” (United Nations, 2021). Las convenciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) así como los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) establecen una serie de principios que tienen como objetivo la abolición efectiva de todas las formas de trabajo infantil, incluyendo la esclavitud, la prostitución y el uso de niños en otras actividades ilícitas.
A pesar de la disminución del trabajo infantil entre 2000 y 2012 (The Guardian, 2017), en los últimos cuatro años ha habido un incremento de 8.4 millones (UN News, 2021). En 2021, 160 millones de niños todavía participan en actividades que los privan de su derecho a la educación, la atención y la nutrición adecuadas y, en general, de su derecho a ser niños.
Del 11% de los niños que se consideran obligados a trabajar ilegalmente, muchos son empleados por el sector de la moda (The Guardian, 2017). De hecho, debido a sus manos pequeñas, los niños son especialmente adecuados para tareas que requieren precisión y delicadeza, como recoger algodón o coser, lo que los hace aún más vulnerables a ser explotados en la industria textil.
Además, en los países en vías de desarrollo donde se producen la mayoría de los productos de moda rápida, los niños representan una ‘oportunidad de negocio’ para los contratistas que buscan trabajadores poco calificados a quienes se les pueda pagar muy por debajo del salario mínimo y obligar fácilmente a trabajar debido a la vulnerabilidad asociada con su corta edad. Debido a la falta de controles, incluidos los sindicatos de trabajadores, y debido a la complejidad de la cadena de suministro de la moda rápida, los empleadores a menudo se salen con la suya involucrándose en tal práctica, y las empresas, así como los consumidores, apenas pueden rastrear dónde y cómo el producto final ha sido fabricado.
El trabajo infantil es una consecuencia directa de la extrema pobreza. Las familias viviendo muy por debajo del umbral de la pobreza a menudo se ven forzadas a depender de sus hijos para sobrevivir, poniéndolos a trabajar tan jóvenes como a los cinco años (UN News, 2021).
La falta de educación y cuidados adecuados que estos niños sufren alimentan, a su vez, la llamada ‘trampa de la pobreza’ (Borgen Magazine, 2020). Esto es un círculo vicioso donde los niños no cuentan con los medios y oportunidades para escapar de la pobreza, causando que sus hijos permanezcan en el sector y tengan que encarar nuevamente sus efectos peligrosos.
Los derechos medioambientales de los niños
Si por un lado, trabajar de 14 a 16 horas al día en condiciones peligrosas viola los derechos de los niños a la educación y a la libertad, por el otro, los efectos perjudiciales de la moda rápida también violan su derecho a un medio ambiente seguro y saludable.
La industria de la moda es una de las más contaminantes, siguiendo solo el sector petrolero (UN News, 2019). Con la producción de 800 billones de piezas de ropa nuevas al año, representa el 10% de las emisiones globales de carbono y genera efectos colaterales en cada paso de la cadena de suministro (Baptist World Aid Australia, 2019). Desde el cultivo de semillas de algodón hasta el embalaje y el desecho final de la ropa, la industria textil le cuesta demasiado al medio ambiente.
Las prendas de ropa suelen estar hechas de algodón o fibras sintéticas: las primeras son extremadamente intensivas en consumo de agua y dependen de pesticidas pesados, mientras que las segundas son responsables del 35% de los microplásticos que contaminan nuestros océanos (UNDP, 2019). Ello suma 93 billones de metros cúbicos de agua al año y tres millones de barriles de petróleo (UN News, 2019).
A parte del consumo de agua y la contaminación, puesto que la ropa frecuentemente se cose, tiñe y vende en distintos países, su producción y distribución generan enormes emisiones de gases de efecto invernadero. Finalmente, la moda rápida se basa en la idea de que la ropa se tira con la misma facilidad que se compra. Como consecuencia, 21 billones de toneladas de prendas terminan cada año en vertederos (UNECE, 2018), siendo reciclado solo el 12% (UNDP, 2019).
Por estas razones, la moda rápida está creando un dilema de justicia medioambiental. Como suele suceder, son los pobres y los más vulnerables los que más sufren las consecuencias del cambio climático y la destrucción del medio ambiente. La industria textil está violando los derechos medioambientales tanto de los trabajadores como de las comunidades circundantes durante todo el ciclo de vida de la ropa.
La salud mental y física de los niños que viven cerca de vertederos o fábricas, o peor, que trabajan en la cadena de suministro de la moda rápida, se ve comprometida por sus efectos colaterales. Esto es una violación inaceptable de los derechos humanos y de los derechos de los niños, y nosotros debemos hacer algo al respecto.
¿Qué se puede hacer?
Con el Covid-19 poniendo en peligro los avances en las regiones más vulnerables, las cifras en materia de trabajo infantil empeoraron durante el año pasado (UN News, 2021). Por lo tanto, los Estados y organizaciones deben empezar a actuar inmediatamente sobre el problema para asegurar el cumplimiento del Objetivo 8.7 de los ODS trabajando hacia la meta de que todas las formas de trabajo infantil sean eliminadas para el 2025. En lo que respecta a las consecuencias medioambientales de la moda rápida, los datos nos advierten que, si las prácticas no mejoran, las emisiones de gases de efecto invernadero del sector textil aumentarán en un 50% en 2030 (UN News, 2019).
La buena noticia es que hay organizaciones operando para acabar con el trabajo infantil y responsabilizar a las multinacionales por sus cadenas de suministro que violan los estándares medioambientales y los derechos humanos. También hay muchas maneras en las que cualquiera de nosotros puede contribuir para un cambio positivo, por ejemplo, informándonos y empezando a tomar decisiones más conscientes y éticas.
Humanium está comprometida a proteger los derechos de los niños y ha trabajado en proyectos específicos para terminar con el trabajo infantil. Más específicamente, Humanium ha ayudado a abrir un centro residencial de capacitación especial para niños ex trabajadores en la India, dónde está práctica todavía es muy común, ofreciendo a los niños apoyo educativo, físico, mental y emocional personalizado y, finalmente, reintegrándolos en las escuelas públicas.
Además, junto con nuestras organizaciones asociadas, estamos trabajando para salvaguardar los derechos de todos los niños a la educación y a un medio ambiente seguro y saludable. Si desea participar en los esfuerzos de Humanium hacia la realización de los derechos del niño en todo el mundo, suscríbase a nuestro boletín de noticias y conviértase en miembro.
Escrito por Chiara Baruta
Traducido por Susana Ibarz De La Torre
Bibliografía:
UN News. (2019, March 25). UN launches drive to highlight environmental cost of staying fashionable.
UNDP. (2019, September 17). Six things you didn’t know about the true cost of fast fashion.
United Nations. (2021, June 12). World Day Against Child Labour 12 June.
The Guardian. (2017, May 22). Child labour in the fashion supply chain .
Borgen Magazine. (2020, October 11). Child Labor Amid the Rise of Fast Fashion.
UNECE. (2018, March 1). Fashion and the SDGs: what role for the UN?