El doble desafío del abuso sexual infantil y el VIH en Zambia

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El abuso sexual infantil (ASI) y el VIH siguen siendo dos de las amenazas más graves para la salud y el bienestar de los niños en Zambia. Los mitos culturales y las respuestas sanitarias inadecuadas agravan aún más esta crisis. Por lo tanto, abordar estos problemas requiere un enfoque integral que combine reformas legales, participación comunitaria y el fortalecimiento de los sistemas de salud.

Panorama sociocultural de Zambia

El abuso sexual infantil (ASI) en Zambia está fomentado por normas culturales, dinámicas familiares y dependencia económica. En este contexto, muchos de los casos no se denuncian por miedo al desprestigio familiar y comunitario, así como por riesgo a perjudicar las perspectivas de matrimonio de las niñas.

Además, cuando los agresores son miembros de la familia o el sostén económico, las familias, con frecuencia, optan por tratar el abuso en privado. Esto se debe a que buscan evitar, por un lado, la inestabilidad financiera, y por otro, el estigma social, a fin de priorizar la unidad familiar por sobre la justicia para las víctimas (Chitundu et al., 2018).

La falta de denuncia del ASI se ve aún más agravada por problemas sistémicos dentro de las fuerzas del orden. La corrupción policial, la falta de confidencialidad y el costoso proceso legal desalientan a las familias a buscar justicia. En algunos casos, los oficiales de policía piden sobornos o sugieren acuerdos informales en los que las familias aceptan una compensación por parte del agresor.  Asimismo, las víctimas a menudo son interrogadas en público, lo que las expone a la humillación y reduce su posibilidad a expresarse (Chitundu et al., 2018).

Además, el abuso desempeña un papel crucial en la predicción de comportamientos de alto riesgo asociados a la infección por VIH, incluso cuando se consideran factores sociodemográficos. Según un estudio realizado en 2007 por Slonim-Nevo y Mukuka, el abuso físico y sexual por parte de miembros de la familia impacta en el conocimiento, las actitudes, la autoeficacia y los comportamientos relacionados con el VIH/sida entre los adolesce  ntes zambianos (Slonim-Nevo y Mukuka, 2007).

El estudio, en el que participaron 3.360 adolescentes de entre 10 y 19 años provenientes de zonas urbanas y rurales reveló que los niveles más altos de abuso estaban correlacionados con un menor conocimiento sobre el VIH/sida, actitudes menos favorables hacia la prevención y una menor confianza en evitar el virus. Más aún, los adolescentes que habían sufrido abuso eran más propensos a adoptar comportamientos de riesgo, lo que aumentaba aún más su vulnerabilidad a la infección por el VIH (Slonim-Nevo y Mukuka, 2007).

Cómo los mitos y la desinformación alimentan la epidemia de VIH/sida en Zambia

Sumado a las dificultades existentes, los mitos sobre la propagación del virus, así como las actitudes negativas hacia las personas seropositivas, impiden que muchas personas busquen un diagnóstico y tratamiento. A menudo, el miedo a la discriminación lleva a las personas a evitar los servicios de salud, lo que aumenta el riesgo de nuevas transmisiones. Como consecuencia, Zambia se enfrenta a una grave epidemia de VIH/sida, con más del 16 % de la población adulta infectada (The HIV/AIDS Twinning Center, s.f.).

Uno de los mitos peligrosos y persistentes en el África subsahariana es la creencia de que mantener relaciones sexuales con una virgen puede curar el sida. Esta idea errónea no sólo fomenta la propagación del VIH, sino que también agrava la vulnerabilidad de las niñas, especialmente en países como Zambia.

La perpetuación de esta creencia refleja una desinformación profundamente arraigada y un sistema de desigualdad de género sistémica, lo que provoca daños físicos y psicológicos irreversibles en las víctimas. Es más, este mito expone a los niños al abuso sexual y a la explotación, lo que refuerza aún más los ciclos de traumas y riesgos para la salud (Powder, 2008).

Para combatir esta creencia perjudicial, se han implementado campañas de salud pública e iniciativas comunitarias para concienciar y corregir la desinformación. Por ejemplo, una valla publicitaria en Zambia con la imagen de una niña declara con firmeza: «Tener sexo conmigo no cura el sida». Este mensaje directo pretende cuestionar las ideas peligrosas y erróneas de la sociedad y al mismo tiempo, aboga por la protección de los niños (Powder, 2008).

Por otro lado, otro mito persistente y perjudicial en Zambia y otras partes del África subsahariana es la creencia de que la epidemia de VIH/sida es exagerada o incluso inventada. Esta negación ha sido alimentada por narrativas falsas y, en ocasiones, minimizada por ciertas figuras de los medios de comunicación. En consecuencia, tales narrativas pueden socavar gravemente los esfuerzos de la salud pública, llevando a la complacencia, a la reducción de las medidas preventivas y a una mayor propagación del virus (Godfrey-Faussett et. al., 1994).

Mientras que a principios de los años 90 se realizaron esfuerzos para desmentir el negacionismo a través de la investigación científica y las campañas de salud pública, el enfoque actual consiste en aprovechar las redes sociales, los podcasts y las manifestaciones públicas para normalizar el tratamiento del VIH. Dado que el estigma persiste, especialmente en el este y sur de África, donde el VIH sigue siendo una de las principales causas de muerte entre los adolescentes,estos esfuerzos de defensa son cruciales para garantizar que más jóvenes sigan el tratamiento y se sientan apoyados (Shahryar, 2024).

Combatir el VIH, el aislamiento y la interrupción de la educación

La epidemia de VIH en Zambia sigue afectando profundamente a niños y adolescentes, exponiéndolos a complicaciones de salud, aislamiento social y a la interrupción de su educación. Por ejemplo, Kelvin, un niño de 12 años de la zona rural de Chongwe, representa las dificultades a las que se enfrentan muchos niños nacidos con el VIH. Debido a la depresión y a el aislamiento, Kelvin dejó de tomar su medicación en secreto, escondiéndola debajo de la alfombra (Schwartz, 2023).

Cuando su bisabuela descubrió las pastillas, la salud de Kelvin ya había empeorado. Las pruebas revelaron una carga viral peligrosamente alta, además de tuberculosis y una infección pulmonar. Sin embargo, gracias a la intervención de trabajadores de la salud y programas de ayuda comunitaria, Kelvin retomó el tratamiento y recibió asesoramiento.

A partir de entonces, su estado mejoró notablemente y pudo regresar a la escuela. Con visitas domiciliarias periódicas y acompañamiento psicológico, su carga viral disminuyó drásticamente, lo que le permitió concentrarse nuevamente en su educación (Schwartz, 2023).

La historia de Kelvin es sólo una entre muchas en Zambia, donde las ONG y las organizaciones comunitarias deben seguir desempeñando un papel crucial, atendiendo no sólo las necesidades médicas de los niños que viven con el VIH, sino también su bienestar emocional, su acceso a la educación y su integración social (Schwartz, 2023).

Además, el apoyo vital de organizaciones de todo el mundo sigue teniendo un impacto importante. Por ejemplo, el programa Empowered Children and Adolescents de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, USAID (por sus siglas en inglés) en Zambia, proporcionó servicios esenciales a casi 90 000 huérfanos afectados por el VIH.  

En el marco de sus esfuerzos de prevención del VIH, se evaluó a casi 40 000 niños y adolescentes vulnerables menores de 20 años para determinar su riesgo de contraer el VIH. De este grupo, 14 897 fueron identificados en situación de riesgo y derivados para realizarse pruebas. Como resultado de estos esfuerzos, los niños que fueron diagnosticados recientemente con VIH pudieron acceder a tratamientos vitales (USAID, 2003).

Progresos en la atención pediátrica del VIH y la protección infantil liderada por la comunidad

A finales de la década de 1980, cuando se iniciaron las pruebas de detección del VIH en Zambia, muchos niños fueron hospitalizados por enfermedades infantiles graves como neumonía y desnutrición. Para 1989, no se disponía de medicamentos antirretrovirales y los recursos eran limitados.

A principios de la década de 2000, casi el 60 % de los ingresos pediátricos en hospitales eran niños seropositivos. Sin embargo, gracias a los esfuerzos liderados por la Dra. Chipepo Kankasa, se consiguieron medicamentos antirretrovirales pediátricos y, en 2004, Zambia inauguró sus primeras salas de consulta para niños con VIH (Nkole, 2022).

Un hito importante se produjo en 2011 con la apertura del Centro Pediátrico de la Excelencia en Lusaka, que ofrece atención integral a bebés y niños. Este centro se convirtió rápidamente en un modelo nacional para la prevención y el tratamiento del VIH.

Como resultado de estos esfuerzos, se lograron avances significativos: las tasas de transmisión de madre a hijo disminuyeron del 60 % al 1,3 %, y las nuevas infecciones en niños se redujeron de 10 000 en 2010 a 6000 en 2019. Asimismo, las muertes anuales relacionadas con el sida han disminuido un 30 % en la última década (Nkole, 2022).

«Cuando recién comenzamos, muchos niños presentaban síntomas similares a los de la parálisis cerebral porque el VIH había llegado al cerebro debido a la falta de medicamentos».

– Dra. Kankasa (Nkole, 2022)

Otro avance alentador es el aumento en las denuncias de casos de abuso infantil a través de iniciativas lideradas por pares. En particular, en Mazabuka, Zambia, una iniciativa impulsada por la comunidad busca empoderar a los adolescentes para proteger a sus compañeros del abuso infantil al capacitarlos como asistentes legales. Este programa innovador aborda la brecha dejada por un sistema judicial de escasos recursos. Por lo tanto, los jóvenes pueden investigar casos de abusos y concienciar sobre las protecciones legales existentes (Yonga, 2011).

Un éxito destacado es cómo los adolescentes se han convertido en defensores de confianza, lo que ha permitido aumentar el número de casos denunciados y brindar apoyo a las víctimas en su búsqueda de justicia. De hecho, este enfoque es un reflejo de iniciativas legales de base similares de la época del apartheid en Sudáfrica, donde las comunidades recurrían a la asistencia jurídica informal para enfrentar las injusticias sistémicas. Iniciativas como esta siguen demostrando cómo la acción comunitaria, el compromiso local y el empoderamiento juvenil pueden generar un cambio significativo en la protección infantil. (Yonga, 2011).

Adoptar la sensibilidad cultural y abordar las causas fundamentales

Existe un mito muy extendido que sostiene que ciertas prácticas culturales africanas, como la poligamia, la limpieza sexual y algunos otros rituales, son las principales causas de la epidemia de VIH/sida. No obstante, esta visión simplifica en exceso el problema y pasa por alto una realidad más amplia y compleja. 

De hecho, centrarse únicamente en estas prácticas puede resultar contraproducente, ya que crea fricciones con las comunidades locales y puede obstaculizar intervenciones eficaces. Los verdaderos desafíos para prevenir el VIH/sida son los problemas compartidos tanto por las sociedades africanas como por las occidentales: cuestiones como negociar relaciones sexuales seguras, enfrentar la infidelidad y gestionar dificultades económicas (Gausset, 2001).

Por lo tanto, en lugar de intentar desmantelar o reemplazar las tradiciones culturales, el profesor asociado de antropología en la universidad de Copenhague, Dr. Quentin Gausset, sugiere un enfoque más constructivo: trabajar dentro de la cultura para promover comportamientos más seguros. 

Por ejemplo, los trabajadores sanitarios de la comunidad y los grupos de teatro han logrado concienciar y fomentar el cambio sin menospreciar las costumbres locales. Su objetivo no fue declarar una guerra contra la cultura, sino comprenderla y respetarla, con el fin de encontrar maneras de introducir prácticas más seguras que pudieran integrarse en la vida diaria de las personas (Gausset, 2001).

Aunque se ha avanzado en la comprensión de la relación entre el abuso y el riesgo de contraer el VIH, aún persisten brechas significativas. Por ejemplo, la investigación futura debería centrarse en explorar cómo los problemas de salud mental (como la depresión y el trastorno de estrés postraumático), la falta de apoyo familiar, la presión de los pares y el acceso limitado a la educación o el asesoramiento contribuyen a comportamientos de riesgo.

El objetivo final debe ser diseñar intervenciones específicas que incluyan atención basada en el trauma, así como los servicios de salud mental, los programas de empoderamiento y los sistemas de apoyo comunitarios. Al abordar los factores subyacentes que impulsan los comportamientos de riesgo, estas intervenciones pueden ayudar a romper el ciclo de abuso y vulnerabilidad, reduciendo en última instancia el riesgo de VIH entre los adolescentes que han sufrido abusos.

En Humanium, creemos que cada niño merece el derecho a una infancia saludable y feliz que incluya el acceso a tratamiento para enfermedades curables. Puedes apoyar nuestra misión mediante donaciones, participando como voluntario o convirtiéndote en miembro.

Escrito por Lidija Misic

Traducido por Maira Selene Castro 

Revisado por Esperanza Escalona

Bibliografía:

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