Niños de Burundi

Descubriendo los derechos del niño en Burundi

En Burundi no se respetan los derechos fundamentales de muchos niños debido a la difícil situación en la que viven. Los menores son vulnerables ante graves riesgos que minan su integridad como la trata infantil, la pobreza, las catástrofes naturales o los desplazamientos forzosos.

Índice de los Derechos del Niño: 5,46 / 10
Nivel negro: Situación muy grave.

Población : 11,8 millones
Pob. de 0 – 14 años : 45,5 %

Esperanza de vida: 57,50 años
Mortalidad en menores de 5 años: 58.5 ‰

Burundi de un vistazo

Burundi es un pequeño país sin salida al mar, situado justo al sureste del centro del continente africano. Tiene una alta densidad de población y una enorme vulnerabilidad frente a la gran emergencia climática global. Burundi es uno de los países más pobres del mundo y su agricultura de secano emplea a un 90 % de sus habitantes (PNUD, 2020). Los derechos del niño en Burundi se enmarcan en un complejo y difícil contexto de posconflicto, posgenocidio, poscolonialismo y orden internacional neoliberal. En los últimos años, el país ha adoptado muchas medidas para mejorar el marco de protección de los menores en Burundi, pero sigue habiendo una serie de retos cotidianos y estructurales generalizados que afectan gravemente a las vidas de los niños.

En Burundi, la población sufrió una crisis de violentos disturbios civiles y políticos entre 2015 y 2018, una guerra civil de 1993 a 2005 y dos genocidios a finales del siglo XX. Además, el Reino de Burundi había sufrido más de 60 años de brutal colonialismo europeo y una invasión militar alemana en 1899. Pasó a formar parte del África oriental alemana y luego de Ruanda-Urundi, tras la conquista militar y ocupación por parte de Bélgica. No consiguió la independencia hasta 1962. Los europeos llevaron a Burundi enfermedades que diezmaron a la población y arrasaron la flora y la fauna de la que dependía, dando lugar a una hambruna generalizada.

Entre otros crímenes, Alemania llevó a cabo un genocidio en el África oriental alemana utilizando campos de concentración y tácticas de tierra quemada que causaron una hambruna masiva. Hoy la Comisión de la Verdad y la Reconciliación de Burundi está intentando investigar todos aquellos crímenes (Sarkin-Hughes, 2011). Pese a la considerable resistencia local, Europa dirigió Burundi «mediante» la monarquía tutsi y supervisó la creación de tarjetas de identidad racial para los residentes, sentando así las bases de la división étnica antes de los genocidios de 1972 y 1993.[1]

Situación de los derechos del niño

En Burundi, existe un marco legal nacional establecido para la protección de los derechos del niño y el país ratificó los principales tratados internacionales en la materia, incluida la Convención sobre los Derechos del Niño y sus dos Protocolos Facultativos. La ley de Burundi castiga la explotación sexual comercial de menores con penas que van de los 10 a los 15 años de prisión y una multa y la pornografía infantil con penas de 3 a 5 años de cárcel y multas. Sin embargo, no hubo acciones de este tipo durante el año 2018. Además, la ley penaliza el abuso de menores y la violencia contra ellos con penas de 3 a 5 años de cárcel (Departamento de Estado, EE. UU., 2018). La ley de 2014 contra la trata de personas de Burundi castiga el trabajo forzoso y la trata de seres humanos. Pero hay algunas lagunas en el Código Penal y en el Código Laboral de Burundi, que dejan a algunos niños sin protección legal.

La edad mínima para el trabajo infantil (16 años) no se aplica a aquellos niños que trabajan en la economía sumergida y la utilización de niños en la producción y el tráfico de estupefacientes no es ilegal. El uso de niños en conflictos armados está prohibido constitucionalmente, pero solo se castiga si el niño es menor de 15 años, lo que deja a los adolescentes de 15 a 18 años sin protección. En Burundi hay mecanismos institucionales para hacer cumplir las leyes sobre el trabajo infantil, aunque, al parecer, los organismos encargados de ello carecen de un número suficiente de inspectores de trabajo (Bureau of International Labour, 2017).

En Burundi, el matrimonio infantil y el matrimonio forzado son ilegales, mientras que la edad mínima de consentimiento sexual es de 18 años. El artículo 29 de la Constitución de Burundi prohíbe legalmente el matrimonio entre personas del mismo sexo y el artículo 567 de su Código Penal castiga las relaciones sexuales consentidas entre adultos del mismo sexo con hasta dos años de cárcel, vulnerando el derecho a la intimidad y a la no discriminación de los burundeses (Human Rights Watch, 2018).

Atender las necesidades de los niños

Derecho a la educación

En Burundi, desde que el gobierno abolió las tasas de las matrículas escolares en 2012, la educación es gratuita, obligatoria y universal de los 7 a los 13 años. En consecuencia, los colegios de primaria registraron una elevada tasa de matriculación del 96 % entre los años 2010 y 2014, con un índice de alfabetización de los más pequeños del 89 % (Unicef, 2016). Sin embargo, la educación secundaria en Burundi sí que conlleva el pago de la matrícula y no es obligatoria, lo que contribuye al bajo índice de matriculación del 25 % y también al nivel aún menor de asistencia de 2010 a 2014 (Unicef, 2016). Entre los retos que impiden el acceso de los niños a la educación en Burundi, figura el hecho de que, en todo el país, se imponen unas tasas de matriculación extraoficiales para la escolarización en todos los niveles (Departamento de Estado, EE. UU., 2018), que se suman al coste de los libros y uniformes escolares.

Además, la exigencia de certificados de nacimiento para poder asistir a clase impide el acceso a la escolarización de los niños indocumentados o no registrados, más vulnerables por tanto al trabajo infantil. Todo esto afecta especialmente a los niños indígenas de la etnia batwa (Bureau of International Labour Affairs, 2017). Los niños refugiados y aquellos que regresan tras un desplazamiento forzado no hablan en muchos casos ni francés ni kirundí y se topan con barreras lingüísticas para su educación. Todos estos desafíos hay que verlos a la luz de la reciente guerra civil en Burundi, que causó un gran daño al sector educativo con la destrucción de muchos centros escolares y el desplazamiento de alumnos y profesores.

Derecho a la salud y al agua

En Burundi, los niños tienen derecho a atención médica gratuita hasta los 5 años, lo que garantiza un aspecto crucial de su derecho a la salud durante el periodo más vulnerable de su infancia. Las principales amenazas directas para la salud de los niños burundeses son la malaria, la malnutrición y las enfermedades respiratorias. También se considera que en Burundi hay riesgo de contraer la enfermedad por el virus del Ébola debido a su proximidad con la República Democrática del Congo.

Casi la mitad de los niños burundeses viven a más de 30 minutos del centro sanitario más cercano. En torno al 80 % de ellos se alojan en viviendas con «combustibles sin mejorar» que producen partículas de humo y aumentan el riesgo de padecer enfermedades respiratorias, aunque pueden reducir el riesgo de malaria para quienes no tienen mosquiteras porque el humo puede ahuyentar a los insectos (Ramful et. al, 2017).

Por desgracia, la mitad de los niños burundeses sufren retrasos del crecimiento debido a la malnutrición (Save the Children, 2019). Lamentablemente, el tradicional hábito cultural que consiste en extirpar la úvula (o campanilla) causa un gran número de infecciones y muertes, vulnerando el derecho a la salud de muchos niños (Departamento de Estado, EE. UU., 2018).El acceso al agua potable está disponible para la mayor parte de la población, pero en 2015 una cuarta parte de los habitantes de Burundi seguía sin disponer de ese suministro tan fundamental, lo que supone una amenaza para el derecho al agua de muchos niños (Unicef, 2016).

Derecho a la identidad

En Burundi, la inscripción de los recién nacidos en el registro civil es gratuita. El gobierno se encarga de registrarla en los días que siguen al nacimiento de un niño, garantizando así un aspecto esencial de su derecho a la identidad.

La Constitución de Burundi estipula que los niños heredan la ciudadanía de sus progenitores. Sin embargo, sigue habiendo una proporción significativa de niños cuyos nacimientos no se registran (según Unicef, de 2008 a 2014 se inscribieron el 75 % de los nacimientos). Es posible que esos niños no inscritos carezcan de acceso a servicios públicos esenciales como la escolarización básica y la atención sanitaria hasta los 5 años (Departamento de Estado, EE. UU., 2018). Los niños cuyos nacimientos no se registran no pueden tener una identidad ante la sociedad y suelen ser invisibilizados y marginados.

Derechos a la libertad de expresión y opinión

Se han registrado graves incidentes a pequeña escala por motivos políticos e incluso encarcelamientos de niños que ejercían pacíficamente su derecho humano fundamental a la libertad de expresión. Se vulneró así el derecho a la libertad de expresión de esos niños. Seis niñas fueron detenidas en 2019, acusadas de garabatear una imagen del presidente Nkurunziza en sus libros de texto. Y un niño fue arrestado y puesto en libertad ese mismo día.

Esas niñas fueron liberadas posteriormente tras el escrutinio de la prensa internacional y la presión en Internet, pero no se retiraron las acusaciones contra ellas, que podrían enfrentarse hasta a cinco años de cárcel. Del mismo modo, en 2016 decenas de niños fueron detenidos por dibujar en libros de texto imágenes del presidente (Nicholson, 2019). En Burundi, los niños pueden sufrir graves castigos por expresiones que se consideren disidentes o críticas, por lo que ven restringidos sus derechos a la libertad de expresión y a la libertad de opinión

Factores de riesgo: retos específicos del país

Derechos medioambientales

La emergencia climática mundial tiene graves consecuencias a la hora de que los niños burundeses puedan ejercer sus derechos humanos fundamentales. La inacción gubernamental con respecto a la emergencia climática, en especial por parte de los principales países emisores (como EE. UU., Reino Unido, China, Francia, Alemania, Australia, Arabia Saudita y Sudáfrica), repercute en los derechos de los niños burundeses a la vida, el agua, la salud o la educación (World Population Review, 2020).

Burundi se ve particularmente afectado a pesar de registrar las emisiones de gases con efecto invernadero más bajas del planeta, al contribuir con apenas un 0,01 % de las emisiones totales (Ministerio de Asuntos Exteriores de los Países Bajos, 2018). En 2020, un total de 1,7 millones de burundeses necesitaba ayuda humanitaria. El 58 % eran niños (OCHA, 2020). Burundi es uno de los países más susceptibles frente al cambio climático y sus habitantes sufren regularmente los efectos de los desastres climáticos repetidos a escala local y nacional con graves consecuencias que trastocan sus vidas.

En Burundi, se registró un impresionante total de 1586 catástrofes naturales (principalmente lluvias torrenciales, inundaciones y fuertes vientos) entre octubre de 2018 y diciembre de 2019. Algunas de sus consecuencias fueron los desplazamientos forzados y la destrucción total o parcial de cultivos, viviendas, aulas, redes de distribución de agua y centros sanitarios (OCHA, 2020). Esas calamidades suelen generar graves emergencias localizadas y son responsables del desplazamiento de casi el 80 % de las 120 000 personas desplazadas dentro del país, la mayoría de las cuales son niños. Un ejemplo es la provincia de Kirundo, que sufrió una gran sequía por falta de lluvia entre enero y marzo de 2019, que empeoró la ya maltrecha situación de inseguridad alimentaria y deterioró aún más el estado nutricional de los niños (Unicef, 2019).

Desplazamiento infantil

Burundi corre el riesgo de convertirse en una crisis de refugiados olvidada desde que, desde 2015, cientos de miles de personas huyeran de la crisis política que estalló en el país para refugiarse en países vecinos como Tanzania y Uganda. Más de la mitad de todos los refugiados de Burundi son niños. Desde 2017, se ha repatriado a Burundi a más de 30 000 menores y al menos 78 000 niños figuran entre los desplazados internos entre las 18 provincias del país, una cifra que está disminuyendo (Unicef, 2019). Muchos de los niños desplazados son menores no acompañados y corren un grave riesgo de ser víctimas de abusos, abandono, violencia sexual, explotación y muerte (War Child, 2020).

Los niños refugiados que regresan a Burundi suelen carecer de acceso a los servicios más básicos y son altamente vulnerables (Bureau of International Labour Affairs, 2017). El desplazamiento de niños está ligado a la difícil situación del país y a su inestabilidad, así como a la prolongada emergencia climática mundial. La situación de los refugiados en el país está empezando a mejorar lentamente (War Child, 2020).

Pobreza infantil

Burundi siempre figura entre los países más pobres del mundo (USA Today, 2018). La pobreza infantil es un problema permanente en Burundi, que empeoró tras la crisis de 2015 en el país. En un informe de 2016 sobre la pobreza infantil, Unicef detectó que el 78 % de los niños burundeses vivían en la pobreza (pobreza monetaria o no monetaria), con una especial incidencia en aquellos que vivían en zonas rurales (Ramful et. al, 2017). La pobreza infantil está interconectada con otros retos para el respeto de los derechos del niño en Burundi. Se estima que poco menos de medio millón de niños viven en la pobreza extrema en el país y que los niños indígenas de la minoría batwa se ven afectados de forma desproporcionada (Street Child, 2020).

Niños de la calle

Según la ONG War Child, miles de niños siguen viviendo en la calle en todo Burundi. Esos niños dependen de la ayuda humanitaria para disponer de servicios básicos como la atención sanitaria y las ayudas económicas, ya que el gobierno les proporciona un apoyo mínimo. Los niños que viven o trabajan en la calle siguen enfrentándose a arrestos y detenciones y muchos de ellos han sido detenidos en el marco de un plan para poner fin al vagabundeo y la mendicidad. Aunque el gobierno pretendía devolver a esos adultos y niños de la calle detenidos a sus lugares de procedencia, no parece que eso haya ocurrido por ahora.

Los niños sin hogar que viven o trabajan en la calle sufren además actos de brutalidad policial y robos de sus pertenencias. El gobierno se propuso el loable objetivo de que no hubiera niños ni adultos viviendo en la calle a finales de 2017, pero no lo logró y los niños de la calle son muy susceptibles a que se vulneren sus derechos fundamentales (War Child, 2020).

Niños soldados

El uso de niños soldados es poco común en Burundi y no supone una amenaza para los derechos de la mayoría de los menores del país. Pero ha habido algunos sucesos como el de 2015, cuando unos 58 niños menores de 15 años fueron reclutados y obligados a participar en una invasión armada contra el gobierno de la provincia de Kayanza. Asimismo, hay informes sobre cientos de niños burundeses que son víctimas de trata, incluidas niñas, a quienes se entrena en el manejo de armamento en un campamento al sur de Ruanda (Bureau of International Affairs, 2018). El gobierno de Burundi se ha esforzado por desmovilizar a los niños soldados y reintegrarlos en sus comunidades y no recluta niños en sus fuerzas armadas (Bureau of International Affairs, 2018).

Matrimonio infantil

El matrimonio forzado y el matrimonio infantil son prácticas ilegales en Burundi. La legislación nacional protege a los niños, estableciendo la edad legal para contraer matrimonio en 18 años para las mujeres y 21 años para los hombres. La edad mínima de consentimiento sexual es de 18 años. La violación de un menor (= relaciones sexuales con un menor) es castigada con penas de 10 a 30 años de cárcel para el autor. Aunque se han registrado casos de matrimonio infantil en las regiones musulmanas del sur, parece ser algo poco habitual. El Ministerio del Interior de Burundi se ha esforzado en convencer a los imanes para que no oficien matrimonios ilegales o irregulares (Departamento de Estado, EE. UU., 2018). Sin embargo, el 6 % de las chicas de Burundi de 15 a 19 años están casadas y una de cada 37 de ellas es madre, lo que indica que el matrimonio infantil y la violación de niñas son problemas graves que suponen una amenaza para la vida y el bienestar de muchas menores en Burundi (Save the Children, 2019).

Trata y prostitución infantil

El tráfico de menores en Burundi es un grave problema, aunque su extensión es difícil de determinar debido a la falta de datos y a la invisibilización de sus víctimas. La trata infantil está interconectada con otras formas de abuso y vulneración de derechos como el trabajo infantil, la explotación y la violencia sexual. Los traficantes explotan a los menores en el servicio doméstico y el tráfico sexual de menores mediante la prostitución. Los niños que son víctimas de estas prácticas no suelen recibir ninguna retribución, son agredidos sexualmente y también verbalmente y llegan a ser incluso esclavizados. Los adultos que ofrecen alojamientos a los niños suelen empujarles a la prostitución para que cubran sus gastos.

De ahí surgen los prostíbulos infantiles que hay en determinadas zonas desfavorecidas de Bujumbura, cerca del lago Tanganica, en Ngozi, Gitega, Rumonge y a lo largo de los corredores de transporte (Departamento de Estado, EE. UU., 2018). Las niñas burundesas, incluidas las huérfanas, también son víctimas del tráfico internacional para su explotación sexual comercial en Kenia, Oriente Medio, Ruanda y Uganda. Del mismo modo, los niños burundeses son víctimas de trata con destino a Tanzania y se les obliga a trabajar en la agricultura (Bureau of International Labour Affairs, 2017).

Escrito por Josie Thum

Traducido por Eva Milla

Actualizado el 6 de abril de 2020

Referencias:

Bureau of International Labour Affairs  (2018) Findings on the Worst Forms of Child Labour – Burundi.

Bureau of International Labour Affairs  (2017) ‘Burundi’, Ref World.

Human Rights Watch (2019) ‘Burundi Events of 2018’, Human Rights Watch Online.

Ministry of Foreign Affairs of the Netherlands (2018) Climate Change Profile Burundi.

Nicholson, Rachel (2019) ‘Burundi crisis: The legacy of 2015 brings fear for 2020’, Amnesty International.

Ramful, Nesha, Liên Boon and Chris de Neubourg (2017) La Pauvreté des Enfants au Burundi, UNICEF.

Sarkin-Hughes, Jeremy (2011) Germany’s Genocide of the Herero: Kaiser Wilhelm II, His General, His Settlers, His Soldiers, Boydell & Brewer, ISBN 978-1847010322.

Save the Children (2019) ‘The Challenges for Children in Burundi’, Save the Children Online.

Harrington, John (2018) ‘From the Solomon Islands to Liberia: These are the 25 poorest countries in the world’ in USA Today.

Street Child (2020) ‘Burundi’, Street Child Online.

UNDP (2020) ‘Burundi’, UNDP and Climate Change Adaption Online.

UNICEF (2019) ‘Burundi Humanitarian Situation Report, January-March 2019’, Relief Web.

UNICEF (2018) ‘Country Profiles: Burundi’, UNICEF Data.

UNICEF (2016) The State of the World’s Children 2016 statistical tables, UNICEF Data.

UN OCHA (2020) ‘Burundi Situation Report’, UN OCHA Online.

U.S. Department of State (2019) ‘2019 Trafficking in Persons Report: Burundi’.

U.S. Department of State (2018) ‘2018 Country Reports on Human Rights Practices: Burundi’.

War Child (2020) ‘Burundi’, War Child Online.

World Population review (2020) ‘CO2 Emissions by Country 2020’, World Population Review Online.


[1] Este artículo no pretende en modo alguno dar cuenta de forma íntegra ni representativa de la situación de los niños en Burundi, que es vasta, compleja y muy cambiante. El artículo quiere poner de relieve los principales retos para los derechos del niño en Burundi y no es representativo de la historia, las innovaciones y los logros en materia de derechos humanos en Burundi.